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El 1 de enero de 2023, Jesús Julio Carnero (PP) era consejero de Presidencia de la Junta de Castilla y León y Óscar Puente era el alcalde de Valladolid (PSOE) en coalición con Toma la Palabra, que tenía tres concejales, Manuel Saravia, María Sánchez y Alberto Bustos. Un año después, Carnero es alcalde, Puente ocupa un Ministerio, su número 2, Ana Redondo, dirige otro. Y no queda ni rastro de los tres ediles de VTLP.
Esa es la magnitud del viraje político experimentado en Valladolid desde las elecciones del mes de mayo. Un cambio que incluye una variación radical de los planteamientos en movilidad y un retorno al pasado en lo tocante a la integración ferroviaria. Al menos sobre el papel.
Jesús Julio Carnero, confortablemente instalado en la Consejería de Presidencia, a tiro de un hipotético relevo de Alfonso Fernández Mañueco como candidato a la Junta en el futuro, fue designado candidato en un proceso que el PP demoró hasta el último momento. De hecho, su nombramiento cogió a Carnero a contrapié, forzado a hilvanar un programa y un equipo para el que volvió a contar con sus leales, como Fernando Rubio, que le acompañaba en la Junta. Confeccionó una lista con algún rostro joven -Blanca Jiménez, Francisco Blanco, Rodrigo Nieto, Silvia Tomillo, Carolina del Bosque- y retazos de la vieja guardia, como ALberto Gutiérrez Alberca, Mercedes Cantalapiedra, Ignacio Zarandona o Mayte Martínez.
El programa se basó en las críticas a la movilidad,a la promesa de una menor zona de bajas emisiones, de eliminación de carriles bici (avenida de Gijón, paseo de Isabel La Católica) y, especialmente, en el cambio de rumbo sobre la integración ferroviaria. «Habrá soterramiento, es cuestión de voluntad política», insistió. Con cálculos de costes optimistas y con la promesa de Alberto Núñez Feijóo, en la apertura de campaña, de que si llegaba a La Moncloa, Valladolid tendría soterramiento.
Pero Feijóo no llegó.
En el bando opuesto, Óscar Puente se veía con fuerza, incluso, para rozar la mayoría absoluta. Era su sueño después de dos gobiernos de coalición. Llegó a las urnas con dos obras importantes sin inaugurar, el paso de Labradores bajo las vías y el ascensor de la ladera este de Parquesol. Precisamente en una visita a esas obras se lesionó en la pierna y se vio forzado a hacer toda la campaña con muletas.
Pero las encuestas avisaban de que nada estaba decidido. «El PSOE aventaja al PP, aunque un puñado de votos decidirán la Alcaldía», anunciaba la encuesta de El Norte el 20 de mayo, a ocho días de las elecciones.
Y aquí entraban en juego los otros actores.
Por un lado, Toma la Palabra. Manuel Saravia había decidido dejar la política y ceder el paso a la número 2, María Sánchez, acompañada por Alberto Bustos. Durante la campaña recibieron el apoyo de Yolanda Díaz, dentro de su gira de conformación del espacio 'Sumar'. Las sensaciones eran buenas y confiaban en mantener los 3 concejales. En el otro lado emergía Vox, con una candidata, Irene Carvajal, desconocida en el ámbito político y un programa que se presentó tarde, ya en plena campaña. Vox fiaba su estrategia al efecto arrastre de su marca nacional, con una campaña local bastante discreta.
Y aún apareció un escollo más en la izquierda, la Plataforma por el Soterramiento, liderada en forma de Contigo Avanzamos por Cecilio Vadillo, ex del PSOE y rival acérrimo de Óscar Puente. Partidarios de un soterramiento que el alcalde tildó una y otra vez de proyecto «inviable».
Vadillo obtuvo 2.794 votos. Toma la Palabra se dejó 3.200 respecto a 2019. Óscar Puente aguantó la inercia nacional, negativa para el PSOE, pero su victoria resultó casi un empate técnico con el PP: 58.900 votos frente a 58.142. Así que Vox, que creció hasta los 18.738 votos, resultó decisivo al adelantar a Toma la Palabra.
El pacto PP-Vox se configuró con matices relevantes. Irene Carvajal asumió Cultura y Educación, pero Jesús Julio Carnero desligó Seminci o la gala de los Goya de su concejalía para otorgárselas a Blanca Jiménez, concejal de Turismo, Eventos y Marca Ciudad. Vox se quedó con Salud Pública y Seguridad Ciudadana y con la concejalía de Comercio.
Los grandes proyectos de Jesús Julio Carnero, el soterramiento, la ampliación del puente de Poniente, el cambio del carril de Isabel La Católica o la reforma del estadio Zorrilla, en el que preveía invertir 25 millones de euros, van para largo. Para empezar, porque la situación económica del Ayuntamiento, ha dicho, es muy mala, a causa de la anterior gestión. Algo que el PSOE niega. Para seguir, porque precisan de tramitaciones complejas en el mejor de los casos. En el peor, el del soterramiento, necesitaba a Feijóo en La Moncloa. Y el que llegó fue Pedro Sánchez. Y con él, Óscar Puente.
Porque aquí llegó otra de las sorpresas del año político. Pedro Sánchez digirió la derrota del 28M convocando elecciones anticipadas en busca de una reacción del electorado propio y la jugada le salió bien. Jesús Julio Carnero forzó su designación como candidato al Senado incluso a pesar de haber ganado la Alcaldía. Mercedes Cantalapiedra fue la número 1 al Congreso de los Diputados por el PP. Fue la única concejal del PP que no ocupó ningún cargo de responsabilidad en el Ayuntamiento. Y Óscar Puente también se alistó rumbo al Congreso como número 1 del PSOE.
De pronto, el Salón de Plenos de Valladolid tenía tres representantes en Madrid. Y un alcalde que era, simultáneamente, senador, lo que provocó las primeras críticas del PSOE municipal. Máxime cuando Jesús Julio Carnero creó un cargo de coordinador de políticas públicas que recayó, tras un concurso, en su colaborador más estrecho, Indalecio Escudero, que le acompaña desde hace más de dos décadas en su periplo por las diferentes administraciones, Junta, Diputación y Ayuntamiento. También recalaron en el Ayuntamiento otros dos leales a Carnero, Eduardo Cabanillas, designado gerente de Auvasa, y Fernando Rubio, responsable de la Agencia de Innovación.
El último gran viraje político en Valladolid se produjo el 21 de noviembre. Pedro Sánchez anunciaba su nuevo consejo de ministros. Incluía a Óscar Puente al frente de la cartera de Transportes y Movilidad Sostenible y a Ana Redondo como responsable de Igualdad en sustitución de Irene Montero (Podemos). Seis días más tarde acudían al último Pleno del Ayuntamiento para renunciar a sus actas de concejales.
El Grupo Municipal Socialista iniciaba así una nueva etapa en la que, de momento, no hay un líder definido. Pedro Herrero, número 3 en la lista, ocupa la Portavocía y se ha mostrado dispuesto a «trabajar con la hipótesis de ser el candidato en 2027», toda vez que ahora parece alejarse la posibilidad de que Puente intente la reconquista en el futuro, como anunció en mayo. Pero ni Puente, secretario provincial, ni el partido se han pronunciado aún.
Jesús Julio Carnero tiene por delante tres años y medio para convencer al ex alcalde, ahora ministro, de que el soterramiento que veía «inviable» es solo cuestión «de voluntad política».
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