
500 años de la Catedral de Segovia
Signo del pueblo cristianoJesús Vidal Chamorro
Segovia
Martes, 22 de abril 2025, 07:26
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500 años de la Catedral de Segovia
Signo del pueblo cristianoJesús Vidal Chamorro
Segovia
Martes, 22 de abril 2025, 07:26
Hace casi tres meses celebramos, en la Iglesia Catedral de Segovia, el inicio de mi servicio como Obispo de esta Diócesis. Al mismo tiempo, conmemoramos ... este año el quinto centenario del inicio de las obras de construcción de esta 'nueva' Catedral. Dos acontecimientos tan distantes en el tiempo, uno tan antiguo y otro tan reciente, son signo de la permanencia e importancia para la ciudad de una institución como la de la Iglesia-Catedral.
La catedral es aquella iglesia que el obispo toma como sede para ejercer su servicio en favor de toda la Iglesia que camina en una determinada diócesis. Como se puede intuir, aquí utilizamos el vocablo 'iglesia' con dos sentidos diversos, aunque relacionados. En el primer caso, 'iglesia' se refiere al edificio, generalmente de piedra, en el que se reúne de forma principal la asamblea de personas que han reconocido a Jesucristo como Señor y se reconocen convocadas por él, es decir, la Iglesia (he aquí el segundo sentido). Piedras y personas. La Iglesia es fundamentalmente lo segundo, las personas, pero desde muy pronto, saliendo de las casas familiares, buscó edificios que pudieran cobijarla y que han quedado impregnados de su vida, de su fisionomía, hasta el punto de que los edificios llegaron a tomar el nombre del pueblo que ella se reúne.
La iglesia-catedral es, por tanto, una imagen de la Iglesia. A lo largo de los siglos, los arquitectos han ido desarrollando diferentes estilos, condicionados y apoyados en las técnicas constructivas y en su observación de otros edificios para expresar con sus construcciones qué es la Iglesia. La amplitud de estos templos, por ejemplo, significa que los apóstoles, de los cuales son sucesores los obispos, fueron enviados a llamar a todos, por lo que grandes espacios y amplias puertas eran necesarios. La altura lleva a los que en ellas se reúnen a dirigir su mirada hacia lo alto, de donde dice san Pablo que somos ciudadanos. La profusión de la decoración, especialmente en las áreas superiores, capiteles, techos, vidrieras, nos hablan de un hogar fecundo y luminoso, de donde brota nuestra esperanza, sin dejar por esto de ser testigos de esta luz y alegría en las fatigas y sufrimientos cotidianos.
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Las capillas laterales y las imágenes de los santos allí representadas nos hablan de la historia de la Iglesia en Segovia: la presencia de Santiago da testimonio del paso de los peregrinos que se dirigían hacia su sepulcro pasando por estas tierras; san Frutos, san Geroteo o san Ildefonso nos hablan de una Iglesia de antiguas raíces; la Virgen de la Fuencisla y la del Rosario, san José, san Antonio, abad y el de Padua, refieren algunas de las principales devociones de este pueblo.
La misma estructura de la Catedral nos habla de la misión del obispo. La cátedra o sede en la que se sienta el obispo, centrada y elevada sobre el resto de los asientos, no significa autoritarismo, sino la mirada que abraza a todos y a cada uno en disposición de servicio. La misión del obispo es el servicio a la unidad, escuchando para enseña la Palabra de Dios y poder ofrecer así una palabra que sea testigo de la mirada de Dios sobre la asamblea y sobre cada uno. Y, en el centro, el altar, una mesa ungida y dedicada exclusivamente a la celebración de la Eucaristía. En la catedral, el obispo celebra los actos más importantes: el Triduo Pascual y la Misa Crismal, el Bautismo y las Confirmaciones, las Ordenaciones Sacerdotales y los actos especiales de devoción popular, muy arraigados en nuestra ciudad, como el novenario a la patrona, Nuestra Señora de la Fuencisla.
La iglesia-catedral, por tanto, como edificio en medio de otros edificios, es signo del pueblo cristiano, pueblo que camina entre los pueblos. Muchos son los turistas que se acercan a la Catedral por su belleza y magnificencia. Pero su principal belleza no está en las piedras y las vidrieras, aunque bellamente talladas, sino en el pueblo que en ella se reúne para celebrar la alegría de amor que Dios ha venido a entregarnos en su Hijo.
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