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Panorámica del enlosado, con algunas de las losas de los antiguos enterramientos en primer plano. Óscar Costa
Los secretos que cubren las lápidas del enlosado
500 años de la Catedral de Segovia

Los secretos que cubren las lápidas del enlosado

No fue hasta finales del siglo XVIII cuando el Cabildo tomó una decisión definitiva: levantar las losas del interior de la Catedral y aprovecharlas en el exterior

Carlos Álvaro

Segovia

Martes, 22 de abril 2025, 09:24

La Catedral se erige majestuosa sobre la ciudad. Es un símbolo de la fe y la arquitectura que ha trascendido los siglos. Sin embargo, uno de sus elementos más singulares y menos conocidos por el visitante casual es su enlosado, vasta lonja que se extiende en su fachada occidental, pavimentada con lápidas que narran una compleja historia. Muros adornados con pirámides y leones que sostienen en las garras las armas de España, la ciudad de Segovia y el Cabildo cierran este espacio.

«Aunque se crea, no hay enterramientos ahí», desvela Mercedes Sanz de Andrés, historiadora del arte y guía de la Catedral de Segovia. Y así es. Aunque las lápidas sugieren un cementerio al aire libre, los restos que en su día cubrieron se encuentran en el interior del templo.

El diseño del pavimento interior fue obra de Juan de la Torre y López

La historia del enlosado está muy bien documentada. En la Edad Media, la costumbre de ocupar el espacio urbano era práctica habitual. Cuando comenzó la construcción de la Catedral, los segovianos no tardaron en querer adosar casas y comercios a sus muros. «Como se hizo en la iglesia de San Miguel», explica la historiadora. La ocupación de los terrenos circundantes chocaba con la visión de Cabildo y Concejo, que imbuidos de un ideal renacentista, deseaban que la Catedral se alzara «suspendida entre el cielo y la tierra, liberada completamente». En 1556, un acuerdo del Cabildo intentó frenar estas construcciones, pero los segovianos siguieron apropiándose del entorno según sus necesidades. La tensión entre la voluntad institucional y las dinámicas populares se intensificó. En 1560, el Concejo envió una carta al Cabildo instándole a evitar en la medida de lo posible estas ocupaciones. Curiosamente, en 1587, el Cabildo realizó una encuesta entre los vecinos, que apoyaron la idea de no edificar en el entorno. «No querían que hubiera casas ni comercios adosados a la Catedral».

El traslado de la piedra fue una solución práctica y estética

Las primeras trazas de un posible enlosado datan del siglo XVII. En 1607, Pedro de Brizuela, maestro de obras, diseñó un proyecto preliminar. Sin embargo, no fue hasta finales del siglo XVIII cuando el Cabildo tomó una decisión definitiva: levantar las lápidas del interior de la Catedral y trasladarlas al exterior. «El verdadero cementerio está dentro del templo, porque los cuerpos se quedaron en él». Así, el traslado de la piedra, lejos de ser un movimiento de restos, fue una solución práctica y estética. «Tres años antes de que se sustituyera el pavimento de la Catedral, Carlos III había prohibido los enterramientos en los templos, medida que chocaba con las tradiciones locales. En un contexto así, cualquier levantamiento de cadáveres hubiera hecho saltar la alarma. Los cuerpos se respetaron y permanecieron en su sitio. Únicamente se trasladaron las piedras para abaratar el coste del enlosado», apunta Sanz de Andrés. Así, las lápidas —de tres tipos: con escudos nobiliarios, con jarrones de azucenas o con iconografía funeraria como calaveras y tibias— encontraron su sitio en este espacio diáfano al aire libre que frenó cualquier otro tipo de ocupación.

«Aunque se crea, no hay enterramientos ahí», desvela Sanz de Andrés

El diseño actual del pavimento interior de la Catedral fue obra de Juan de la Torre y López. Con el visto bueno de la Academia de San Fernando, las obras comenzaron el 24 de agosto de 1790 en la zona del trascoro. ▒«Por un lado, lo que se hizo es dar una solución a un problema muy grande. Si no se hubiera tomado esta medida, tendríamos casas pegadas a la Catedral», asegura Sanz de Andrés. A finales del siglo XIX, el espacio se cerró definitivamente, consolidando la idea del Cabildo y el Concejo sobre una Catedral completamente liberada.

Al enlosado se accede desde el interior del templo, a través de una de las puertas de la fachada occidental, la situada a los pies de la nave del evangelio. Destaca en la fachada occidental la puerta del Perdón, en cuyo parteluz se asienta la imagen de Nuestra Señora, procedente de la antigua Catedral. Mirando sobre esta fachada se puede contemplar la altura de la torre y, a su derecha, el inmenso cuerpo de la Sala Capitular.

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