Valladolid

Once preguntas y respuestas sobre Arco de Ladrillo

La construcción del paso subterráneo de Arco de Ladrillo se engloba en el convenio de integración ferroviaria de 2017. Es un convenio suscrito por la sociedad Valladolid Alta Velocidad, a la que pertenecen Adif, Renfe, Junta y Ayuntamiento. La parte estatal tiene el 50% y Ayuntamiento y Junta suman otro 50%, un 25% cada uno. El voto de calidad lo tiene el presidente del consejo de administración, puesto que recae en el secretario de Estado de Infraestructuras, José Antonio Santano. Tanto él como Renfe y Adif están bajo el mando del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible que dirige Óscar Puente. Cuando en julio se celebre el consejo de administración que aprobará el proyecto y la licitación de la obra, la parte ministerial votará a favor y resolverá el trámite a pesar de la oposición, previsible, de Ayuntamiento y Junta.

El Ayuntamiento podría, por sí solo, demorar la concesión de alguna licencia, pero en principio tiene poco margen de actuación. Tampoco sería muy fácil oponerse a una obra firmada por el Ayuntamiento, si bien es cierto que con el anterior equipo de Gobierno, proyectada y presupuestada y que hará desaparecer una infraestructura vieja e insegura.

No. Ni esta ni ninguna otra de las actuaciones que se han hecho en las inmediaciones, como los pasos de Labradores, Panaderos y Padre Claret. ¿Quiere esto decir que impiden un hipotético futuro soterramiento? Quiere decir que si se optara por soterrar en un futuro, habría que demoler lo construido. Hay que tener en cuenta que cambiar el convenio de integración por uno para soterrar conllevaría una negociación compleja y larga, como mínimo de varios meses, seguida de unos trámites parecidos a los que se hicieron en su día para el primer convenio de soterramiento, firmado en 2003. Los técnicos de Adif calculan que ese proceso, ya con el convenio nuevo rubricado, supondría 8 ó 9 años de tramitaciones hasta que pudiera entrar la primera máquina al tajo. Para cuando la tuneladora llegara a Arco de Ladrillo y hubiera que demoler el nuevo paso, este se habría utilizado varios años, cerca de una década.

En un mes se celebrará el consejo de administración que debe aprobar el proyecto y la licitación de la obra. Ese trámite puede conllevar unos 4 meses, teniendo en cuenta que por medio está agosto. Tampoco tendría lógica comenzar a derribar el paso actual sin que haya concluido el trabajo en el paso de Labradores, algo que está previsto para noviembre. A primeros de 2025 podríamos ver, si no hay cambios, la demolición del viaducto.

Está previsto que el paso subterráneo esté terminado en 22 meses desde que empiecen los trabajos. Esto es, en torno al último trimestre de 2026 o primer trimestre de 2027.

Imesapi, la empresa que se encarga de la reparación de emergencia del actual paso elevado, ha explicado que va a intentar acortar los plazos al máximo, pero la primera estimación del Ayuntamiento hablaba de 11 meses de trabajo para reparar los sistemas de protección del viaducto. Lo más probable es que ambas cosas, la reparación de emergencia y la demolición para construir el nuevo paso, acaben solapándose.

El Ayuntamiento insiste en que la reparación de emergencia es obligada porque hay un grave riesgo de que una colisión de un vehículo con las biondas acabe con una caída del viaducto, dado que las protecciones laterales se encuentran en muy mal estado. Aseguran que, salvo por eso, la estructura del puente es segura. Adif le ha recomendado al alcalde, Jesús Julio Carnero, que si decide seguir adelante con la reparación, invierta el menor dinero posible, dado que se va a tirar.

Ahora mismo el túnel de Labradores está en obras y el viaducto de Daniel del Olmo, que atraviesa Argales hasta el paseo de Zorrilla, tiene restringido el tráfico a los vehículos pesados. Los 19.000 vehículos que atraviesan el Arco de Ladrillo por cada sentido en un día laborable tendrían que desviarse por las rondas, la exterior y la interior, por el eje de Argales y Juan Carlos I y en última instancia, explica el propio proyecto de obras, por Labradores y Panaderos, que servirán como conexiones del eje norte-sur. Aunque Adif le ha pedido al Ayuntamiento que lo tire ya para ganar tiempo, lo cierto es que no puede hacerlo hasta que Labradores, al menos, esté operativo.

El nuevo paso de vehículos será de dos carriles por sentido, más corto que el viaducto actual, con 175 metros frente a los 235 que tiene el paso elevado. Cada carril tendrá tres metros de ancho, la velocidad estará limitada a 50 kilómetros por hora y hará una pequeña curva para permitir que encaje el paso peatonal anexo.

En cuanto a peatones y ciclistas, dispondrán de dos metros y medio para unos y dos metros y medio para los otros, con un tramo de 127 metros con pendientes muy suaves. Los peatones pasarán a una altura sobreelevada respecto al tráfico de vehículos.

La obra saldrá a licitación por 22 millones de euros más IVA. La parte más cara es la excavación de los pasos peatonales, que se lleva la mitad del presupuesto, casi 11 millones. Demoler el paso actual saldrá por 1,4 millones, según las estimaciones del proyecto.

Durante la ejecución de los trabajos, justo después de la demolición del viaducto, se montará una estructura para dar estabilidad al monumento y que no sufra durante la excavación del paso subterráneo. Hay que tener en cuenta que con la eliminación del paso elevado ganará en visibilidad y protagonismo en un entorno peatonalizado, aunque dividido por la vía, y conectado por el paso peatonal y ciclista.