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Foto de familia de premiados, autoridades y patrocinadores tras la gala de entrega de los premios. A. M.
Premios del Campo

El campo se reivindica como un estilo de vida lleno de valientes

Los Premios del Campo de El Norte de Castilla reconocen en su undécima edición a los hombres y mujeres que apuestan por la permanencia en los pueblos, con ideas novedosas y apuestas arriesgadas

Silvia G. Rojo

Martes, 26 de noviembre 2024, 23:59

Si hubiera que definir con una única palabra la gala de entrega de los XI Premios del Campo organizados por El Norte de Castilla, esa sería emotiva, por las muchas sensaciones que desde el escenario del Teatro Calderón se trasladaron al público presente. Lógicamente, no faltaron otras como convicción, sacrificio, incertidumbre, esperanza, tradición o satisfacción, con las que el director general de El Norte, Goyo Ezama, se refirió a esta actividad económica «que mantiene vivos a nuestros pueblos».

En este 2024, en el que el decano de la prensa ha cumplido su 170 aniversario, Ezama no dejó de recordar que El Norte y el sector agrario «hemos hecho juntos este largo viaje que nos ha llevado hasta nuestros días» pues, tal y como subrayó, «el campo es una de nuestras principales señas de identidad».

Marta Llorente, reconocida con el Premio Mujer Emprendedora fue la primera galardonada en subir al escenario, donde dejó clara la valentía con la que la definen. «Valientes somos todos los que apostamos por este trabajo que, más que un trabajo, es una forma de vida». Por eso quiso dedicar este premio «a todos esos valientes que sabemos sobreponernos a las adversidades», apuntó en presencia de Joaquín Lorenzo, director de Compras Agro de Pascual, que fue el encargado de entregarle su estatuilla.

El Premio Juventud, Pablo Nieto, que recibió su reconocimiento de manos de José Llopis, director de Marketing de New Holland, efectuó una pequeña radiografía «del sector del campo, del vino, que como la sociedad es cambiante y nos tendremos que ir adaptando». En este sentido, apostó por «tener visión, proyectos a largo plazo y un poco de fe; siempre hay grietas, espacios en los que se puede florecer». Algo que ha hecho con su proyecto La Lagareta, que combina la producción de vino de calidad con actividades de enoturismo.

Tampoco pudo disimular su emoción Ángel Fernando San Juan, Premio Mejor Profesional, que explicó la «sorpresa» que le supuso saberse ganador. «No me lo esperaba, pero cuando crees en un proyecto, si haces las cosas más o menos bien y se te reconoce, supone más ilusión». Una vez que María José Rivera, directora de Relación con Grupos de Interés de Unicaja, le entregó su estatuilla, tampoco pasó por alto el apoyo familiar que han supuesto tanto sus padres, como su tío y su mujer.

El Premio Innovación, Tomás Postigo, destacó la importancia forestal de Castilla y León y las 800.000 hectáreas de roble rebollo de las que nacieron las barricas en las que después envejece su vino. Confesó que en un primer momento, cuando las investigadoras del INIA, Instituto de referencia en ciencia y tecnología agroalimentaria y forestal, le propusieron participar en el proyecto, mostró «cierta desconfianza», pero la compañía de CSFOR y la Junta de Castilla y León, también fueron factores determinantes. «Fue una apuesta arriesgada, pero ha sido un trabajo muy bonito y con un resultado espectacular».

Aprovechó la ocasión para reclamar, siempre desde su buen tono, «un poquito» más de cuidado a los bosques rebollos de los que se podría multiplicar la rentabilidad «por 30 o por 40» con este uso alternativo de las barricas. Y dejó más datos. «Un proyecto de recuperación de bosques, si empezara hoy mismo, supone 50 años», pero lejos de parecer un tiempo imposible, tiró de las palabras de Antonio Machado: «Despacito y buena letra, que hacer las cosas bien es más importante que hacerlas». De nuevo, el reconocimiento al apoyo de su mujer, al trabajo de sus cuatro hijos, tampoco pasó desapercibido tras recibir su premio de manos de Fernando Carpintero, director territorial Castilla y León, País Vasco y Cantabria de Reale Seguros, pues es en la familia «donde mejor se desarrolla la artesanía», su forma de entender la vida.

Estos galardones siempre reservan un espacio para reconocer a los productos de la región. La categoría denominada Premio Alimento fue para la patata y Alberto Duque, presidente de la Asociación Interprofesional de la Patata de Castilla y León, el encargado de recibir el reconocimiento a todo un sector que mueve cada año una media de 305 millones de euros si solo se mira hacia el lado de los 3.000 productores, pero cuya cifra se eleva hasta los 1.500 millones si se tiene en cuenta toda la cadena.

Jorge Llorente, viceconsejero de Política Agraria Comunitaria y Desarrollo Rural de la Junta de Castilla y León, entregó este premio a Duque, que no dudó en destacar al sector de la patata como «dinamizador del medio rural, generador de riqueza, evita la despoblación, crea puestos de trabajo y es un producto de calidad».

El pastor de Robladillo

Aunque Robladillo no fuera su localidad de nacimiento, a Eugenio Rodríguez Herrero se le conoce con ese sobrenombre. El jurado de los Premios del Campo quiso reconocer con una Mención Especial su trayectoria de más de 50 años y el público asistente a esta gala, con una larga y cerrada ovación. Eugenio dejó varios titulares pero el más contundente fue este: «Seré pastor hasta que me metan en la de pino», en ese lenguaje llano y sencillo que entiende la gente de campo. «Es el oficio más bonito que hay, si volviera a nacer sería otra vez pastor», figura que diferenció de la de ganadero. Pasados los 80, humor no le falta, ni ha perdido la parte reivindicativa. «La figura del pastor se va a extinguir, va a ser un trabajador de naves», sentenció.

Por último, en presencia de Iñaki Arechabaleta, presidente de El Norte de Castilla y encargado de entregarle su premio, dejó otra sentencia: «No me van a dar otro premio, pero alguna entrevista en El Norte de Castilla seguro que sí».

El Premio Miguel Delibes al Desarrollo Rural también se concedió, en esta edición a Urcacyl, por unanimidad de los miembros del jurado. Fue su presidente, Fernando Antúnez, acompañado de Jerónimo Lozano, director de la entidad, el encargado de recoger la estatuilla de manos de Goyo Ezama, director general de El Norte de Castilla, y de María González Corral, consejera de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural. Una de las cuestiones que valoró Antúnez fue «el empleo estable y de calidad» que genera el sector cooperativo, que es «dinamizador» de la vida de la región. Su frase final fue un grito de guerra: «¡Larga vida a estos premios y, por supuesto, a nuestro sector cooperativo!».

Los premios, organizados por El Norte deCastilla, y entregados en una gala que fue conducida por la periodista de A3Media Silvia González, cuentan con el patrocinio de Unicaja, Pascual, New Holland, Reale Seguros y Tierra de Sabor.

La consejera de Agricultura, durante su intervención. . A. M.

María González anima a agricultores y ganaderos a difundir lo que hacen

La consejera de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, María, María González Corral, no perdió detalle de cuanto sucedió y se dijo en esta gala de los Premios del Campo, tal y como se pudo apreciar en su discurso pues dejó una palabra o frase para cada uno de los premiados, siempre al hilo de lo que habían manifestado.

Para Marta Llorente utilizó la palabra lucha; en el caso de Pablo Nieto se decantó por el verbo florece»; de Ángel Fernando San Juan recogió la «ilusión, creer en un proyecto»; para resumir la intervención de Tomás Postigo se centró en el «patrimonio de Castilla y León», pero en el más amplio sentido de la palabra, desde el agrario o ambiental, al artístico o gastronómico. En el caso de la patata su reflexión sobre el sector fue de «dinamismo en el medio rural»; para Eugenio Rodríguez, una frase: «Si volviera a nacer volvería a ser pastor», y, por último, a Urcacyl se refirió como la «consolidación y el crecimiento».

González Corral recordó algunas de las acciones que se están impulsando desde su departamento, como el programa Extensión Agraria Digital «para que agricultores y ganaderos se formen en el uso de las nuevas tecnologías, un ámbito en el que somos pioneros en Castilla y León gracias a herramientas propias como Sativum, para impulsar la agricultura de precisión».

En el «debe» del sector

La consejera, además, hizo un apunte en el debe del sector agrario, refiriéndose así a la importancia que tiene que agricultores y ganaderos cuenten a la sociedad cómo es su esencial actividad, «de la que depende nuestra alimentación y, que en el caso de Castilla y León, es absolutamente estratégica». No se puede obviar que el 12% del PIB de Castilla y León depende del sector agroalimentario en su conjunto.

De igual modo, María González Corral puso el acento en algunas de las cuestiones por las que están apostando desde la Consejería, como el modelo cooperativo, a través del Plan del Cooperativismo y la Estrategia de la Industria Agroalimentaria, presentada recientemente.

Conseguir una PAC «justa», o «impulsar los regadíos y favorecer el relevo generacional» son algunos de los «objetivos básicos» que también se han marcado los responsables de este departamento, según destacó en su discurso la consejera, con el que se cerró los XI Premios del Campo, que contaron con un respaldo mayoritario de asistentes.

Una escultura de Emilio Sánchez

Los galardonados en cada categoría de los Premios del Campo recibieron una obra que ha sido diseñada para homenajear el mundo rural de Castilla y León, uniendo en ella el granito como la fuerza y el arraigo de sus trabajadores. El hierro forjado como alegoría al trabajo duro y la adaptación del ser humano a la adversidad, a los cambios. Las espigas simbolizan la abundancia y las uvas , como productos de esta tierra nuestra están asociadas al sacrificio y la celebración. El hierro forjado y modelado como el agricultor cuando saca lo mejor de su tierra a pesar de todo y ese mismo todo recogido en una semicircunferencia que simboliza el jornal, el sol desde que sale hasta el ocaso que es cuando por fin el agricultor regresa a su hogar, para descansar.La escultura es obra de Emilio Sánchez, natural de Gil-García (Ávila), artista multidisciplinar que a través de sus esculturas, pinturas y mobiliario contribuye a que se perciba su profundo amor por la naturaleza.

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