Castilla y León
Euforia y calma en el PP, que no contempla un adelanto electoralCastilla y León
Euforia y calma en el PP, que no contempla un adelanto electoral«Mañueco tiene temple», explica un cargo del PP cuando se le inquiere por la posibilidad de que el resultado de Galicia lleve al presidente de la Junta a pulsar, por segunda vez, el botón del anticipo electoral. Tampoco observan esa pulsión en el entorno ... del líder del PP en Castilla y León. Paciencia. Se acaban de cumplir dos años de la última cita electoral, la relación con Vox dista mucho de padecer la tensión que suponía tener a Francisco Igea (entonces Ciudadanos) como vicepresidente entrometido y tampoco hay visos de que un anticipo fuera a variar radicalmente el panorama. Se entiende por esa variación una mayoría absoluta al estilo Alfonso Rueda o, en un ejemplo más cercano, Juan Vicente Herrera.
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Queda mucho calendario electoral por delante. De hecho, los diferentes adelantos han propiciado una disgregación de fechas que han convertido la política nacional en una campaña constante. El 21 de abril parece la fecha más propicia para las elecciones en el País Vasco, aunque también se habla del 28. ¿Llegaría Mañueco a tiempo de convocar para entonces? Pues en teoría sí. La convocatoria electoral debe hacerse «entre 54 y 60 días» antes de la fecha de votación, según marca la ley electoral en Castilla y León. Este lunes se sitúa a 62 días de ese domingo de urnas en el País Vasco. Podría convocar el próximo lunes, 26 de febrero, y Castilla y León acudiría a votar el mismo día que los ciudadanos vascos. Si la fecha escogida en el País Vasco fuera el 28 de abril, pues una semana más de plazo.
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Antonio G. Encinas
La cuestión es: ¿lo va a hacer? Pues hay muchos visos de que no, según las fuentes consultadas, aunque la última palabra siempre la tendrá el presidente de la Junta y siempre, aseguran, con el visto bueno de Génova. Sería la segunda vez desde diciembre de 2021 que unas elecciones cortan la elaboración de los presupuestos de la Junta. Unos presupuestos de los que el Ejecutivo autonómico ha presumido porque son los más altos de la historia. Por otro lado, no da tiempo en este corto plazo de tiempo hasta una eventual convocatoria a escenificar una ruptura agria con Vox. Los desencuentros entre ambas fuerzas se han saldado con bastante discreción y tono bajo, como ocurrió con el ya lejano protocolo antiaborto. El PP apenas se mete en las áreas de Vox, Cultura, Industria y Agricultura. El choque de Vox con el Diálogo Social (sindicatos y patronal) lo mantiene relativamente apaciguado el PP a través de sus consejerías, especialmente Hacienda y aquellas que mantienen sus convenios y acuerdos, como Familia. Romper de manera abrupta sin un motivo de fondo, sin armar el llamado «relato», puede resultar contraproducente.
Mañueco tiene, además, dos ventanas de oportunidad más a medio plazo. Las elecciones europeas, el 9 de junio, y las catalanas, que podrían celebrarse a finales de 2024 o principios de 2025. Es decir, pasados casi tres años desde la última votación en Castilla y León. En ese último año casi podría venderse ya un adelanto técnico. Y para entonces se tendrían muchos más datos, especialmente de la evolución de Vox. «Vox se está desinflando», coinciden varios cargos populares. Y la táctica del PP, desde el primer minuto de mandato conjunto, ha sido anteponer la gestión propia para resaltar la inacción de su socio. Que se vea a los populares como «el gestor capaz» frente al ruido de Vox, de modo que los votantes que huyeron en 2022 al bando de García-Gallardo regresen al feudo del PP. Esa tendencia sí se puede acrecentar en los próximos meses.
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Incluso, en el caso de que se aprueben los presupuestos, a Alfonso Fernández Mañueco le quedaría una opción, la de destituir a los consejeros de Vox y forzar un Gobierno en minoría. Para eso necesita las cuentas y, quizá, aprobar la que ha sido su ley bandera, la del «blindaje de los servicios esenciales» en la comunidad. El resto de leyes y proyectos que se quedarían en el zurrón pueden prestarse a negociar con otras fuerzas. Y a esperar, claro, que Vox no se alinee en las votaciones con el PSOE aunque se quede fuera del Gobierno.
En el PSOE, mientras tanto, desconfían. Con Luis Tudanca cada vez más cerca de ser efectivamente el cabeza de cartel por cuarta vez en unos comicios autonómicos (tras 2015, 2019 y 2022), creen que habrá anticipo electoral. Acaba de renovar su ejecutiva autonómica y tiene pendiente resolver en breve la reestructuración de su grupo parlamentaria, anunciada en plena campaña gallega y acelerada por la salida de Ángel Hernández. Tienen claro, eso sí, que no será en una aventura en solitario como en 2022, con demasiada exposición al foco mediático nacional, sino al alimón con las urnas en otros territorios o con las europeas.
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Aunque conscientes de que el único que sabe lo que pasa por la cabeza de Mañueco es el propio Mañueco, los socialistas recuerdan que en 2021, casi antes de final de año, el presidente de la Junta aseguraba formar un Gobierno eficaz con Ciudadanos. Lo mismo que ahora proclama de su relación con Vox. Suficiente, aseguran, como para no fiarse de lo que pueda ocurrir.
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