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Tras el descanso del fin de semana, el magistrado presidente del jurado volverá a convocar a los integrantes del tribunal popular (nueve y dos suplentes) este martes para hacerles entrega del objeto del veredicto, un cuestionario detallado sobre lo que han visto y oído durante ... las dos semanas que ha durado el juicio en la Audiencia de Valladolid contra los seis procesados por el asalto al piso de la Circular en el que vivía María Aguña, de 73 años, que fue encontrada muerta al día siguiente, 18 de octubre de 2018, tirada en el suelo de su domicilio, golpeada, amordazada y maniatada. El jurado, que se retirará este mismo martes a deliberar, tendrá que analizar este catálogo de hechos probados para llegar a su veredicto final y declarar a los encausados culpables o no culpables.
Después será el magistrado presidente del jurado quien, si se les declara culpables, module las penas en función de los hechos probados. La Fiscalía pide penas globales por los cuatro delitos (asesinato, robo con fuerza en casa habitada, pertenencia a grupo criminal y detención ilegal) que suman 31 años de prisión. Una de las acusaciones contempla el homicidio doloso y otra, la prisión permanente revisable por el crimen.
Estas son cinco claves que sopesará el jurado para emitir su veredicto y que suponen una diferencia de muchos años en las penas a imponer a los acusados si se les encuentra culpables de los hechos.
La alevosía es el concepto que convierte el homicidio en asesinato y los jurados tendrán que valorar primero si todos los acusados son responsables de la muerte de María aunque solo tres de ellos son los ejecutores materiales del asalto (dos lo reconocen y uno, no). El 17 de octubre de 2018, pocos minutos antes de la una del mediodía según la investigación policial, Anton Androv Mihailov, Gabriel Emilov Kamenov y Gabriel Mladenov Krasimirov, entraron en el piso de María Aguña, la víctima. La empujaron y en el suelo, la golpearon, amordazaron «fuertemente» y maniataron solo con el fin de asegurarse el robo o, como sostienen las acusaciones, para que les desvelara dónde estaba la llave de la caja fuerte. Las defensas sostienen que cuando sonó dos veces el telefonillo del portal, los sicarios entraron en pánico y huyeron, sin poderse plantear siquiera que la mujer, de 73 años, pudiera fallecer por no retirarle la cinta americana que le tapaba la boca y parte de las fosas nasales. La autopsia reveló que María padecía una cardiopatía crónica grave que no estaba tratada.
Los autores confesos del asalto al piso de María, Gabriel Kamenov y Anton Androv, relataron que no encontraron la caja fuerte con los 300.000 euros que iban a buscar por encargo de Rubén Alonso Rocher, considerado el 'cerebro' de la operación y quien habría dispuesto de la información necesaria para ello tras recibir un 'soplo' de una persona del entorno íntimo de María. Para las defensas, solo se les puede achacar el intento de robo con violencia en casa habitada, pero las acusaciones sostienen que fue un robo consumado porque se llevaron dos anillos de María. Sin embargo, Anton, quien en su primera declaración ante la Policía declaró que Kamenov le enseñó esas joyas cuando iban en el coche de Emil Artinov Minayan de camino al polígono de San Cristóbal, se ha retractado durante el juicio y sostiene que nadie se llevó nada de la casa.
Alguna defensa ha insistido durante el juicio en que el jurado debe establecer el papel jugado por cada uno de los seis acusados y que no es lo mismo ser el ejecutor material que el 'ideólogo' del delito o el 'conductor' del coche y desempolva la figura del 'cómplice' con el fin de mitigar las condenas. Es el caso del papel jugado por Emil Artinov Minayan, quien señala a Rubén Alonso como el instigador del robo, mientras que las acusaciones sitúan al transportista búlgaro en el papel de prestamista que reclutó a los tres sicarios para cometer el asalto valiéndose de que le debían dinero. Sin embargo, el Código Penal pone a la misma altura de responsabilidad a todos los implicados concertados para cometer un crimen. Según la Fiscalía y las dos acusaciones, los seis forman parte de un grupo criminal que tenía los papeles muy bien definidos: Alonso, el instigador del robo y también prestamista que utilizaba de pantalla su clínica dental; Arso Atanasov Iliev, que trabajaba para él, como el mediador que le puso en contacto con Emil para que reclutara a los otros tres compatriotas para que ejecutaran el asalto al piso de María. Solo el «español» y su «lugarteniente» sostuvieron en sus respectivas declaraciones que la reunión de todos los acusados en el local de Rubén fue porque el protésico dental quería contratar a una cuadrilla de albañiles para realizar una reforma en su local. El informe del posicionamiento de los teléfonos móviles les sitúan, la víspera y el día de autos, en la Plaza Circular, Arca Real y el polígono de San Cristóbal, donde se pelearon por el fracaso del golpe y se fueron en dos coches.
Las acusaciones han sostenido desde el primer momento que fueron tres los hombres que entraron en el domicilio de María para robar. Se apoyan en el relato policial, que a su vez se sostiene en las manifestaciones de un testigo, amigo del quiosquero de la Circular, que estaba con él cuando llamó al telefonillo de María para darle el recado de que ya podía bajar a recoger su pedido de leche. Este testigo dijo ver a tres hombres salir del portal, en fila india y a buen paso pasada la una de la tarde. Ello permitió a los investigadores de Homicidios acotar los tiempos del caso y empezar a buscar a los implicados a través del visionado de las grabaciones de las cámaras de un banco y de dos bares de la plaza. El rastreo de los sospechosos a través de su actividad en redes sociales y la ropa que llevaban el día del crimen, localizada en los registros domiciliarios posteriores, permitió su identificación y cerrar con sus detenciones la Operación Mariya, casi dos años después. Sin embargo, uno de los tres asaltantes ha negado por activa y por pasiva haber entrado en el piso de Martía, Gabriel Mladenov Krasimirov. Aseguró en su declaración que ni siquiera estuvo en Valladolid el día de autos porque «estaba de médicos» en León. Pero las huellas de su pulgar estaban en la caja de cartón que los asaltantes olvidaron en el piso de la víctima y que habían comprado para simular la entrega de un paquete y que la mujer les abriera la puerta.
Las defensas esgrimen que el fallecimiento de María Aguña fue debido a su dolencia cardíaca, pero las acusaciones atribuyen el resultado fatal al susto, la sofocación, los golpes y, finalmente, la insuficiencia cardíaca. Entienden que la señora, de 73 años, estaba completamente indefensa y en inferioridad de condiciones ante tres hombres jóvenes, aturdida primero por la sorpresa y el empujón recibido tras abrir la puerta. varias vueltas de cinta americana que le cubrían la cabeza y le tapaban la boca y parte de los orificios nasales y le sujetaban las manos. Pero los letrados de los acusados indicaron que María era una mujer de carácter fuerte, que tuvo que ser reducida por los asaltantes porque «no iba a dejarse robar» y que no estaba indefensa porque apareció su cadáver con las manos separadas, lo que indicaría que había podido soltarse. Además, en la tesis de que la víctima se habría salvado si no fuera por su patología del corazón, incidieron en que no se le habían sujetado las piernas, pues no aparecieron restos de cinta americana en sus tobillos.
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