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De Valladolid a Roma: la influencia de Alonso Berruguete en el Renacimiento español
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De Valladolid a Roma: la influencia de Alonso Berruguete en el Renacimiento español

El artista afincado en Valladolid desafió a Miguel Ángel y a Jacopo Sansovino en la creación de un conjunto escultórico helenístico

Domingo, 26 de mayo 2024, 00:31

Ya hemos explorado la historia primigenia y el origen de Alonso de Berruguete, uno de los mayores artistas de Valladolid, que disputa su título junto a Juan de Arfe, otro gran escultor vallisoletano pero de origen leonés.

Si bien la historia de Juan de Arfe presenta una importancia sucinta, no llegó a codearse con los grandes artistas de la época, como Miguel Ángel o Giorgio Vasari, quienes vieron su potencial y descubrieron al extranjero que llevaría el Renacimiento a España pasando por Valladolid.

'Visita de Berruguete a la casa del Cardenal Tavera'. Miguel de los Santos Jadraque y Sánchez de Ocaña / Museo del Prado.

Alonso de Berruguete nace en Paredes de Nava, en Palencia, pero muy pronto se establece en Valladolid, donde funda su taller. De él salen los conjuntos escultóricos más importantes del Renacimiento español, pero hemos de narrar sus episodios preliminares, donde se codea en Florencia con los artistas más laureados del momento y se yergue como el representante de un nuevo movimiento artístico.

Nos serviremos del artículo de María Concepción García Gainza para ilustrar los comentarios que uno de los mayores cronistas artísticos volcó sobre la historia de Berruguete, Giorgio Vasari, quien fuera también uno de los mayores pintores del cinquecento.

Retrato de Giorgio Vasari.

Es público y notorio que Alonso de Berruguete estudió en Italia, y bebió de su formación para convertirse en un gran escultor. Giorgio Vasari, en su libro dedicado a la vida de Jacopo Sansovino, argumenta lo siguiente:

«Habiendo visto Bramante, que habitaba este palacio (de Belvedere), los dibujos de Jacopo, le cobró tal amistad, que le encargó que modelara en cera el grupo de Laocoonte, que también copiaban el español Alonso Berruguete, Zacheria Volterra y el Vecchio de Bolonia, para fundirlo en bronce. Cuando los modelos estuvieron acabados, Bramante los mostró a Rafael Sanzio de Urbino, rogándole que decidiera cuál era el mejor. Rafael juzgó que Sansovino, a pesar de su juventud, sobrepasaba a todos sus rivales. Entonces el cardenal Domenico Grimani ordenó la fundición en bronce del modelo de Sansovino; el vaciado resultó perfecto y una vez pulido fue entregado al cardenal Grimani que lo conservó con toda estima como si se tratara de una antigüedad; a su muerte lo legó a la Serenísima República de Venecia que, después de tenerlo durante varios años en la Sala del Consejo de los Diez, lo donó al cardenal de Lorena, quien lo llevó a Francia».

Retrato de Miguel Angel Buonarotti.

Según García, Vasari sitúa a Berruguete en el centro de la escena artística italiana, siendo reconocido como una de las grandes promesas del arte renacentista. En concreto, Vasari lo coloca en el Palacio Belvedere del Vaticano y ante la colección de nuevas obras de arte descubiertas en aquella época. En concreto, frente a la colección de Julio II, entre las que destacaba el maravilloso 'Laocoonte y sus hijos', un conjunto escultórico helenístico hallado durante los primeros años del siglo XVI.

Boceto del patio Belvedere, en el Vaticano, donde Berruguete competía con Miguel Ángel. Diseño de Giovanni Antonio Dosio.

La historia del Laocoonte acompaña a Berruguete desde muy joven. Pero, ¿conocen la historia del 'Laocoonte y sus hijos'? Se trata de un conjunto formado por una figura central, musculada, que representa al pastor Laocoonte, acompañado por sus dos hijos. Los tres se defienden de las serpientes, enviadas para acabar con su vida. En la epopeya de Homero, aunque no se menciona explícitamente pues bebe más bien de las tragedias de Sófocles, Laocoonte advierte de la presencia del gran caballo de madera entrando por las puertas de la ciudad inexpugnable de Troya, haciendo famosa la frase: «en los griegos no confío ni cuando traen regalos». Laocoonte aseguró que se trataba de una trampa y aconsejó a los troyanos deshacerse del regalo, cayendo en el más absoluto de los vacíos el comentario. Cuentan que Laocoonte fue castigado por los dioses por no aceptar un regalo, cuyo castigo era reconocido como la muerte provocada por la mordedura de las serpientes.

'Laocoonte'. Marco da Ravenna. 1525. Museo del Prado.

La figura del Laocoonte ya aparecía en las descripciones que Plinio hacía sobre el palacio de Tito y cuya elegancia estaba atribuida a Agesandro, Polidoro y Atenodoro de Rodas. Fue Miguel Ángel el que, al descubrir que la descripción encajaba a la perfección con la del griego, aseguró que se trataba de la figura perdida del Laocoonte. Hasta el año 1957 no se recuperó el brazo de uno de sus hijos. Hoy la escultura descansa en el Museo del Vaticano.

Volviendo de nuevo a Alonso Berruguete, fue este uno de los encargados de realizar una reproducción del Laocoonte, compitiendo con otros grandes artistas de la época. Según García, fue Bramante el que hizo las gestiones necesarias para que cuatro de los más destacados escultores de Roma copiasen el conjunto en modelos de cera. Uno de ellos, cómo no, era el artista nacido en Palencia, quien utilizó el material descrito para modelarlo dentro del contexto del concurso.

Exploremos, a continuación, la simbología del Laocoonte:

Laoconte y sus hijos

Sufrimiento humano ante el destino y la crueldad de los dioses, expresado en el rostro de Laoconte y sus hijos

Se puede interpretar como una advertencia divina sobre las consecuencias de desafiar la voluntad de los dioses

Algunos hablan sobre la lucha entre hombre y naturaleza y cómo la fuerza destructiva del hombre no puede hacer frente a la del ambiente

La obra también representa la inevitabilidad del destino humano y la teleología de los dioses. Pues aunque Laoconte lo intentó, no pudo cambiar el destino de Troya

Laoconte y sus hijos

Sufrimiento humano ante el destino y la crueldad de los dioses, expresado en el rostro de Laoconte y sus hijos

Se puede interpretar como una advertencia divina sobre las consecuencias de desafiar la voluntad de los dioses

Algunos hablan sobre la lucha entre hombre y naturaleza y cómo la fuerza destructiva del hombre no puede hacer frente a la del ambiente

La obra también representa la inevitabilidad del destino humano y la teleología de los dioses. Pues aunque Laoconte lo intentó, no pudo cambiar el destino de Troya

Laoconte y sus hijos

Sufrimiento humano ante el destino y la crueldad de los dioses, expresado en el rostro de Laoconte y sus hijos

Algunos hablan sobre la lucha entre hombre y naturaleza y cómo la fuerza destructiva del hombre no puede hacer frente a la del ambiente

Se puede interpretar como una advertencia divina sobre las consecuencias de desafiar la voluntad de los dioses

La obra también representa la inevitabilidad del destino humano y la teleología de los dioses. Pues aunque Laoconte lo intentó, no pudo cambiar el destino de Troya

Laoconte y sus hijos

Sufrimiento humano ante el destino y la crueldad de los dioses, expresado en el rostro de Laoconte y sus hijos

Algunos hablan sobre la lucha entre hombre y naturaleza y cómo la fuerza destructiva del hombre no puede hacer frente a la del ambiente

Se puede interpretar como una advertencia divina sobre las consecuencias de desafiar la voluntad de los dioses

La obra también representa la inevitabilidad del destino humano y la teleología de los dioses. Pues aunque Laoconte lo intentó, no pudo cambiar el destino de Troya

El Laocoonte conserva, desde su descubrimiento, el estatus original, siendo una de las grandes esculturas helenísticas y una de las más importantes de la historia junto con, quizás, 'La Victoria de Samotracia.' Sin lugar a dudas, El Laocoonte ha servido de inspiración para innumerables artistas como el propio Berruguete, Miguel Ángel o incluso el Greco, quien confeccionó, cien años después que el vallisoletano Berruguete, el cuadro homónimo que hoy se expone en Washington.

'Laocoonte'. El Greco. 1614. National Gallery. Washington

Sería en otro escenario en el que aparece de nuevo Berruguete, mencionado por Giorgio Vasari, haciendo referencia al cuadro de Miguel Ángel 'La Batalla de Cascina'. Vasari diría de Berruguete lo siguiente, según lo encontrado por García en la obra del escritor sobre la vida de Baccio Bandinelli:

«Coincidía lo que describo con el descubrimiento de unos cartones hechos por Miguel Ángel por encargo de Piero Soderini, destinados al Salón del Gran Consejo. Todos los artistas se reunieron en esa oportunidad a fin de copiar las numerosas figuras desnudas, en razón de su extraordinaria excelencia. Entre ellos estaba Baccio, y sus desnudos, tanto por la bondad de sus líneas como por el sombreado y acabado perfecto que imprimía a todos los dibujos, superaron a los de los otros concurrentes, entre quienes se contaban Jacopo Sansovino, Andrea del Sarto, Rosso, muy joven todavía, Alfonso Berruguete, el español y otros celebrados artistas».

En este contexto, Berruguete fue reconocido también como, aunque joven, importante artista a tener en cuenta. En cuanto al cuadro anteriormente citado, también sirvió de inspiración para Berruguete, que utilizó 'La Batalla de Cascina' de Miguel Ángel para elaborar un fresco en la Catedral de Toledo. ¿Sabrían decirme de qué obra de Berruguete se trata?

Me temo que será objeto de otro de nuestros artículos sobre el artista afincado en Valladolid; su clara y relevante relación con uno de los mayores artistas de la historia del arte, Miguel Ángel, con los que se codeaba este escultor pragmático que trajo el Renacimiento a España.

Sobre la firma

León (1996). Graduado en Educación Primaria por la Universidad de León. Realizó el Máster en Arte, Literatura y Cultura Contemporánea en la Universidad Oberta de Catalunya. En Leonoticias desde 2023. Articulista de opinión. Responsable en Leonoticias de 'El Odonista' y 'Edificios Emblemáticos de León' y en El Norte de Castilla de 'LiterArte'.

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