Tres Goya que se exponen siempre en Valladolid y uno muy conocido que está de paso

Francisco de Goya y Lucientes fue uno de los máximos exponentes del arte barroco y rococó del siglo XVIII en España y en Europa. Su obra es reconocida en el mundo entero y su extensa vida le permitió traspasar varias fases en las que implementó un reconocible trazo que permitió a los testigos de su arte consagrarlo como uno de los mayores pintores de la historia.

Pero, aunque la mayor parte de los cuadros de Goya descansan en el Museo del Prado, existen en Valladolid retazos de su presencia. Tres son permanentes y uno más de ellos, itinerante por el territorio español, ha sido depositado en el Museo Nacional de Escultura para que sea obsequiado con los vítores del público vallisoletano.

Antes que nada, es necesario contextualizar las obras, para enfatizar su importancia y conocer las aportaciones de Goya a la historia del Arte, su vida y su relación con Valladolid.

Los tres cuadros de Goya sobre los que nos posaremos someramente para hacernos una idea de su impronta en Valladolid, se encuentran en el Museo y Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana. Parece ser que tras la reforma de 1777 de Sabatini se solicitó la creación de varios lienzos que adornasen la nueva iglesia. Uno de los artistas seleccionados por el rey para este cometido fue Francisco de Goya.

El primero de ellos es 'Santa Lutgarda', quien, aseguran desde la Fundación Goya en Aragón, era una de las monjas de la orden de San Benito. Fue llevada al monasterio de Santa Catalina de Tongres cuando apenas tenía 12 años, siendo bendecida por la aparición de Jesucristo, propagando la feligresía del Sagrado Corazón. Famosa por su austeridad, en el cuadro se remarca la epifanía de la aparición de Dios, que juega con la luz de la escena.

Cabe destacar aquí la austeridad de las imágenes, que no representan ningún vínculo emocional entre Dios y hombre, que suponemos era lo que deseaban desde la Iglesia. Nos fijamos, y de nuevo siguiendo el análisis artístico de la Fundación de Goya en Aragón, en la fuerza cromática de la obra, en la que resaltan las tres figuras que, en lugar de aportar una fisicidad cristiana, podrían estar representando a miembros de su familia.

Pero estos tres Goya no son los únicos que se pueden encontrar hoy en día en Valladolid. Desde el 9 de febrero se exhibe, en la sala 16 del Colegio de San Gregorio el célebre retrato de 'Gaspar Melchor de Jovellanos'. Esta obra pertenece a uno de los primeros periodos de Francisco de Goya, cuando en la sociedad madrileña se estilaban los retratos a los más ilustres personajes de esta.

Gaspar Melchor de Jovellanos fue un destacado representante de la ilustración literaria y política española del siglo XVIII. Siempre estuvo muy vinculado a su tierra natal, Asturias, aunque estudió en Salamanca doctorándose en la famosa Universidad. Se recuerdan de él varias contribuciones, entre las que se destaca la Ley Agraria y su memoria sobre la Educación Pública.

El ilustrado fue adepto a los retratos de Goya desde muy joven, siendo pintado por el mismo hasta en dos ocasiones. Gracias a su intervención, como mediador entre Goya y el Colegio de la Inmaculada de la Orden de Calatrava de Salamanca, hoy existen tres cuadros del pintor aragonés que pueden disfrutar todos los visitantes.

Resalta, en ambos retratos a Jovellanos, el fondo más que la figura representada. Esto sucede sobre todo en el que se exhibe en el Colegio de San Gregorio, en el que reconocemos el entorno asturiano de la playa de San Lorenzo de Gijón y que se contrapone a la idea más burocrática y servicial del siguiente retrato, en su despacho.

El retrato de Jovellanos se expondrá en Valladolid hasta el día 26 de mayo como parte de la exposición llamada 'Otro Goya en Valladolid'.

A su vez, la obra estará rodeada de cuadros orbitales a este, que convertirán el entorno en un lugar para la profusión del arte barroco y rococó de la época de la contrarreforma. Tanto Jovellanos, como Goya, son representantes de su género, de su movimiento, y fervientes defensores de la ilustración y la cultura.

• Temas
• Francisco de Goya
• Literarte