Jesús Julio Carnero: «La nueva estación de tren debe ir soterrada»

No especificó qué medidas puede tomar el Ayuntamiento de Valladolid para que ese propósito a contrarreloj se cumpla. «Lo que tenga que hacer el Ayuntamiento lo iremos viendo», se limitó a decir, aunque el margen de actuación del Consistorio es prácticamente nulo en este caso. Hay que recordar que la estación de tren se encuentra fuera del convenio de integración que rubricaron el Ministerio de Fomento, el Ayuntamiento y la Junta de Castilla y León en el año 2017. La estación es responsabilidad única de Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias), que decide cómo debe ser, qué capacidad debe tener y se hace cargo de la factura. Que no es una factura pequeña. Son 170 millones de euros estimados de inversión total -habrá que comprobar cómo queda después de la licitación de la obra-.

En estos momentos, el proyecto está muy avanzado. Se están redactando a la vez el anteproyecto, el proyecto básico y el proyecto constructivo. En julio del año pasado se modificó el monto de la adjudicación que se llevó a cabo en 2019, añadiendo un millón de euros más a la cuenta, para poner en marcha una redacción que se encontraba en standby. Se dieron 18 meses de plazo para rematar el diseño. Y días atrás se realizaban las catas en la propia estación para rematar el estudio geológico.

El diseño de la nueva estación es similar, en cuanto a funcionalidad y accesos, a otras que están en marcha en España, especialmente la de Chamartín, otra gran obra de ampliación que cambiará por completo las conexiones norte-sur. En este caso, Valladolid actuará a futuro como prolongación de ese eje Atocha-Chamartín por el que cruzará el tráfico entre las dos mitades del territorio español. Con un matiz más a favor de Valladolid. La 'U' de Olmedo, también en marcha, permitirá que los trenes de Galicia con destino País Vasco o Cataluña no tengan que llegar hasta Madrid y puedan tener una conexión más directa a través de Valladolid. La actual estación pasará a ser la tercera de España en número de pasajeros.

Con todos estos condicionantes, el deseo de Carnero de una estación preparada para el soterramiento choca con los plazos del proyecto. Y con las necesidades de Adif, que tiene en marcha todas las obras clave para la conexión del Corredor Atlántico con Europa. La Y vasca, con el nudo de Arkaute (Vitoria) ya licitado, Chamartín y la negociación con el Gobierno francés para que acometa cuanto antes su parte del trazado en la linde entre los dos países en el País Vasco.

«No nos vamos a salir del convenio de integración», insistió Carnero. Salirse implica disolver la sociedad Valladolid Alta Velocidad, lo que paralizaría todos los procesos en marcha y podría obligar al Ayuntamiento, si una de las partes lo exige, a aportar su parte de la deuda de 400 millones de euros de la sociedad, que en su día asumieron Adif y Renfe, y hacer frente a una indemnización. Sin salirse, la única opción de cambiar el curso de las cosas es cambiar el convenio. «Lo único que nos planteamos es la modificación del convenio», aseguraba el alcalde de Valladolid. Pero en ese punto tampoco hay margen ante la negativa del ministro de Transportes, Óscar Puente, de dar marcha atrás. En la entrevista con El Norte recordaba, una vez más, que el convenio de integración lo suscribieron el Gobierno de Mariano Rajoy en España y el de Juan Vicente Herrera en la Junta de Castilla y León.

«Se pretende que las obras de la estación comiencen en 2025. No se puede gobernar de espaldas a una ciudad de 300.000 habitantes. Eso es lo único que tengo claro en este ámbito», insistía Carnero, que reduce el conflicto a una cuestión de «voluntad política» pero que sigue sin contratar el estudio que dé réplica al informe de Adif que consideraba el soterramiento poco viable económica y técnicamente con las necesidades de capacidad del nudo ferroviario que será Valladolid.

Carnero se aferra, además, al resultado de las urnas en 2023. Considera que el triunfo de la opción PP-Vox (pese al triunfo en votos del PSOE y con la caída de Toma la Palabra) es un voto mayoritario a la opción del soterramiento, que defendían ambas fuerzas, frente a la de la integración. Óscar Puente responde a esa tesis con los resultados de 2019. «El soterramiento ya se abortó en el año 2017 y hubo unas elecciones en 2019 y yo las gané con bastante suficiencia. Por otro lado, es que ni siquiera el resultado de los barrios más próximos a las vías en 2023 y que, por tanto, más afectados están por el soterramiento, fue bueno para el Partido Popular. Fue un buen resultado para el alcalde entonces y para el gobierno local de entonces. Las elecciones de 2023 no fueron en clave del soterramiento. Creo que el primero que se equivoca haciendo esa lectura es Jesús Julio Carnero, que cree que ha ganado las elecciones, está gobernando porque apostó por el soterramiento. No es verdad».

·Espero que desde el Ministerio se tenga en cuenta lo que quieren los municipios. Porque entonces, si no, sobramos todos. Valladolid quiere la estación soterrada y va a luchar por que llegue soterrada», insistió Carnero.