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víctor borda
Valladolid
Viernes, 24 de mayo 2019, 18:04
Hace algo más de 27 años arrancó la rivalidad deportiva más importante de la que disfruta el deporte vallisoletano. En la campaña 1991-92, el VRAC se estrenaba en la División de Honor y se iba a encontrar con el otro equipo de Valladolid en la cresta de la ola. El Salvador había conseguido su primera liga. Unos recién llegados frente a un conjunto que ya estaba entre los mejores.
El exjugador quesero Miguel Velasco 'Miguelón', uno de los integrantes de aquel VRAC novato en la categoría, recuerda las dudas que tenía el equipo sobre si iba o no a dar la talla. «Todo era una incógnita en aquella temporada. ¿Seríamos capaces de mantener la categoría? ¿Podríamos ganar a El Salvador? Nos hacíamos ese tipo de preguntas, pero fue un año especial. Éramos jugadores muy jóvenes que debíamos demostrar ser capaces de estar ahí. El grupo tenía fe en sí mismo, pero muchas dudas».
Ernesto 'Tito' Candau era el apertura chamizo por aquel entonces. Rememora lo que suponía en aquellos momentos un derbi para Valladolid. «La ciudad estaba toda la semana pendiente del partido. Se vivía más que ahora porque todos éramos de Valladolid. Al haber tanto jugador de fuera se ha perdido algo de aquello. Desde el lunes anterior del derbi, los medios sacaban noticias y había un ambiente más intenso. Ayudaba que nos conocíamos todos».
El que fuera presidente de El Salvador destaca la importancia que tenían estos duelos de rivalidad: «Podíamos hacer una mala campaña, pero te marcaba lo que habías hecho en los dos derbis de la temporada».
Obligada es la pregunta de qué equipo es el favorito para la final de este sábado en Pepe Rojo. Ninguno de los dos se moja y hacen suyo eso tan manido de que en un derbi nunca hay favoritos. En eso, la historia de estos duelos de rivalidad les da la razón.
No coinciden con los que ven a un Chami superior por su mayor fondo de armario. Tito Candau asegura que ambas plantillas son «muy buenas. Llama más la atención la plantilla de El Salvador por los cambios que se ha visto obligado a realizar durante la temporada. Pero en un derbi nunca hay favoritos. La final esta al 50%. El Quesos tiene un gran plantel también».
Miguelón se mueve en un discurso similar al del que fuera su rival en aquellos años de los primeros enfrentamientos por el predominio en el oval vallisoletano. «La plantilla de El Salvador al inicio del año me gustaba más que la del VRAC, pero a ellos se les ha ido o se han lesionado jugadores importantes. También es verdad que el Quesos me gustó mucho más que el Chami en semifinales», asegura Velasco.
«De todas las maneras será un partidazo», augura Miguelón. «Lo tiene todo: rivalidad histórica, jugadores importantes y dos aficiones volcadas. Uno no se puede perder esta final».
Candau aporta un detalle de la importancia que tiene este enfrentamiento entre los dos conjuntos vallisoletanos fuera de nuestras fronteras. Recuerda que una web especializada en el deporte oval colocó la rivalidad entre los dos equipos locales como una de las más destacada que existe en el planeta rugby.
Tito Candau cree que la gente «estaba más cercana entonces. Perdías el derbi y los de alrededor te lo recordaban toda la semana. Al jugador neozelandés seguro que le duele perder con el otro equipo de Valladolid, sabe lo que supone para el club y sus aficionados, pero posiblemente el martes ya lo ha superado. Si caías derrotado, te daban caña. De todas las maneras, ahora no puedes juzgar la situación actual con la mentalidad de la temporada 1991-92».
Miguelón resalta el buen nivel del que gozaba la selección española por aquel entonces. «En España se hacía muy buen rugby. La selección tenía nivel y competía con selecciones como Rumanía o Italia. Me acuerdo de un gran partido frente a Gales en el Central. Tener entonces dos equipos en la élite era un orgullo para Valladolid. Las plantillas eran menos homogéneas, con lo que las carencias se tapaban de la mejor manera que se podía. Era un buen rugby, con un nivel alto», subraya.
«Aquel rugby coincide con un profesionalismo encubierto que desaparece en 1995, momento en el que se da un paso hacia la profesionalización», prosigue Candau. «Había menos distancia con las selecciones punteras, que fue a más con el profesionalismo a pecho descubierto. La diferencia con el rugby actual es el nivel físico y de entrenamiento. Pero estoy convencido de que el que fuese un buen jugador entonces lo sería también ahora».
El segundo de Santiago Santos en el XV del León se muestra de acuerdo con la parte romántica de aquel rugby de los noventa, pero no esconde que la evolución de los dos clubes hasta la actualidad «la han hecho bien. Han llenado entre los dos un estadio de 26.000 espectadores con presencia del Rey. Tienen dos de las canteras más amplias y una gente alrededor muy implicada. La ciudad está orgullosa del rugby que se hace y de la rivalidad existente», comenta Miguelón.
Las diferencias en el juego son palpables después de casi tres décadas. «Las estructuras de juego y la ocupación del espacio no tienen nada que ver. Ni los sistemas de entrenamiento tampoco. Pero Albert Malo –histórico de la Santboiana en los ochenta y noventa que jugó en Nueva Zelanda– estaría a un gran nivel hoy, lo mismo que los medios melé que destacaban entonces», explica Miguelón.
«El nivel de exigencia era el mismo que hoy», tercia el chamizo. «No entrenábamos seis veces por semana, ya que teníamos que estudiar o trabajar. Cuando llegaba el derbi, ibas al máximo. Tus mejores amigos estaban contigo en el campo».
«Te motivaba enfrentarte a El Salvador. Tus amigos eran tus compañeros sobre el césped. Tenía esa parte romántica, pero los dos clubes deseábamos crecer. Si el Quesos daba el primer paso en algo, el Chami iba detrás y viceversa.Los dos queríamos ser los mejores equipos de España», afirma Miguelón.
La rivalidad era más intensa entonces «porque éramos todos de Valladolid», resalta Tito Candau. «Ahora hay mucho jugador de fuera que sabe de la importancia de un derbi, pero que va a estar aquí dos o tres años».
«Mamábamos la rivalidad desde niño. A un jugador de fuera se lo tienes que explicar», apunta Miguel Velasco. «En otros lugares de España nos admiran por lo que hemos conseguido los dos equipos. Fuimos los primeros que metimos cuatro o cinco mil espectadores en un campo y eso ha sido gracias a esa rivalidad».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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