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Los perros del pastor de La Hiniesta, en Zamora, que participaron en el ataque mortal que acabó el lunes con la vida de la joven Arancha Corcero ya esperan su destino final en el centro canino de la localidad vallisoletana de Simancas. Han llegado ... a eso de las once y media o doce de la mañana de este jueves. En el primer traslado, tres mastines y dos cachorros de apenas un mes de vida. El séptimo animal, un pastor carea de unos seis meses, llegó a primera hora de la tarde, tras su captura dentro del cercado eléctrico de la finca de La Hiniesta, donde ya llevaba horas localizado.
«Los he visto en buen estado, para nada agresivos, más bien curiosos, la madre se mostraba muy cariñosa y juguetona con los dos cachorros, otro, un macho amastinado, parecía más serio, pero tranquilo», describe José Manuel Sastre, propietario del hotel y criadero canino La Yosa, en Simancas, donde han sido trasladados, y que esperaba unos perros más agresivos pero que le han sorprendido por un comportamiento sin rastro de violencia.
«Han venido aquí por decisión del juez, pero no porque haya ningún convenio previo con ninguna autoridad zamorana ni con la Junta, ni siquiera con el Seprona. Por lo que me han explicado, no había otro centro que reuniera las características para el cumplimiento de la custodia judicial de catorce días decretada», explica Sastre, quien indica que tras comprobar sus chips, su documentación en cuanto a las vacunas y ADN, los canes han sido alojados en tres grupos, uno con la madre y los dos cachorros y otros dos de dos parejas, «por precaución, para evitar que al estar juntos se sientan más fuertes y puedan llevar a cabo un ataque a cualquiera de los empleados o a otros animales».
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El propietario de La Yosa indica que los animales permanecerán en el centro hasta que lo decida el juez, «que es quien determinará quién corre con los gastos de alojamiento y manutención». Si la autoridad judicial establece que los perros han de ser sacrificados, será en una clínica donde se lleve a cabo su muerte. «La nueva ley de bienestar animal prohíbe el sacrificio en centros que no estén acreditados para ello, pero la nueva regulación no afecta en nada más a estos animales, al tratarse de perros ganaderos, de trabajo, que pueden estar sueltos en las explotaciones con el debido control de sus propietarios», recuerda Sastre.
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