Mi plan favorito en Valladolid

De tapeo con Cristina Llorente: «Estando en Valladolid, cualquier vino es un acierto seguro»

A pesar de residir actualmente en Madrid, la polifacética artista nunca ha dejado de definirse como «vallisoletana de pro», algo que a menudo afirma con orgullo ante los medios. «Toda mi familia está en Valladolid y siempre que tengo huecos libres, como los lunes o durante los veranos, vengo a visitar a los míos».

Valladolid es una ciudad que invita a pasear a través de todos sus rincones, por lo que uno de sus planes ideales es relajarse atravesando la ciudad a pie acompañada de su hijo pequeño desde el Campo Grande hasta la Plaza Mayor o por el Paseo de Zorrilla. «Es algo mágico». «Sin duda, se trata de una ciudad ideal para dar una vuelta y, por supuesto, tomar un vino con las amigas», declara entre risas.

A pesar de que Cristina disfruta comenzando el día en la tranquilidad del hogar, a menudo, cuando visita a su familia, desayuna en el Hotel El Montico, próximo a la casa de sus padres.

A la hora de ir de tapas, recurre a clásicos de la hostelería local: «Me gustan los bares de siempre, como El Corcho, donde las croquetas están riquísimas; o Los Zagales, con sus pinchos ganadores». También frecuenta las barras de La Tasquita o la Taberna del Herrero. «En Valladolid tienes la posibilidad de comer únicamente a base de tapas, ya que la mayoría de estos iconos gastronómicos se pueden recorrer andando», afirma.

Precisamente, en cualquiera de estos locales próximos a la Plaza Mayor acostumbra acompañar los mencionados bocados de un «exquisito Dehesa de los Canónigos, Carmelo Rodero o Pago de los Capellanes» siempre que tiene ocasión. Sin embargo, «el que más controla de vinos es mi padre, y los mejores vinos los he tomado en casa», reconoce, «aunque lo cierto es que, estando en Valladolid, todos los vinos son buenas opciones».

A este respecto, la cantante y actriz recuerda una graciosa anécdota gastronómica protagonizada por unos amigos de el norte de España: «Una de mis mejores amigas, que es de Bilbao, me preguntó por las tapas, afirmando que lo que aquí sirven los bares no son 'tapas', sino 'pintxos', dando lugar a una divertida discusión».

Si se trata de comidas o cenas, una de sus recomendaciones gastronómicas recurrentes, especialmente para grupos, es Vinotinto, en el número 4 de la calle Campanas. «Muchas veces lo he aconsejado a grupos de conocidos que pasaban por la ciudad para trabajar en el Teatro Calderón y han salido encantados», apunta la actriz.

Cristina Llorente guarda buenos recuerdos de las noches de fiesta durante su adolescencia en la zona de Francisco Suárez, más conocida como 'El Cuadro'. De ahí pasó a la Plaza de Coca, «un entorno mítico para tomar alguna copa en la actualidad». «Sin embargo, últimamente salgo poco. Con un niño, la vida nocturna se vuelve menos habitual, más aún al tener que tener que trabajar todos los fines de semana», reconoce entre risas.

Dejando lo gastronómico de lado, uno de sus entornos favoritos de la ciudad es el Pasaje Gutiérrez. «Además de ser estética y arquitectónicamente precioso, está cerca de un club juvenil donde venía de pequeña con mis amigas», recuerda emocionada. «Siempre pasábamos mucho por el Pasaje para bailar y realizar distintas actividades y ensayos de espectáculos».

Y lo cierto es que esta única galería comercial del siglo XIX ―con permiso del pasaje de Lodares de Albacete y del 'Ciclón' maño― es un rincón «capaz de transportarte, momentáneamente, a otras capitales europeas sin salir de Valladolid», tal y como concluye Cristina Llorente.