Secciones
Servicios
Destacamos
Marc es uno de los bebés nacidos en pleno confinamiento. Fue el 28 de marzo en el hospital vallisoletano Río Hortega, tras un parto largo y agotador para su madre, Sara Hernández, y una espera interminable para su progenitor, Diego Hernangómez. Pero todo salió ... bien. Era un niño sano, de sonrisa fácil y carácter apacible. Lo demostró en su día –sus padres decían que era «un amor, algo llorón y gruñón»– y lo sigue haciendo a día de hoy, casi un año después. Es un pequeño de ojos muy abiertos y sonrisa grande que pide abrirse paso. Sus cuatro dientes diminutos dan muestra de ello. «Es súper sensible y muy sentido. Si le hablan un poco más alto se piensa que le están riñendo y se pone a llorar», dice Sara, que matiza que es «muy bueno». El más tranquilo de los cuatro hermanos.
Las historias un año después
El motivo –consideran sus progenitores– es porque, al nacer cuando el confinamiento domiciliario mostraba su versión más cruda, sin alivios en las restricciones y saliendo a la calle a lo estrictamente necesario, Marc se ha relacionado con menos gente que en otras circunstancias. Sus primeros meses de vida han sido relativamente distintos a los de sus hermanos Diego, Enzo y Eric. «Quizás es más tranquilo porque no hemos tenido tanto bullicio de salir, viajar, estar y relacionarse con gente y con otros niños...», precisa su madre, al tiempo que incide en que «los primeros meses no pudo salir a la calle».
Cree su madre, del mismo modo, que cuando el pequeño sea «un poco más mayor, a la hora de socializar puede afectarle todo esto de la pandemia». «A lo mejor ahora no nos damos cuenta, pero puede pasar. Está acostumbrado a vernos a todos con mascarilla. Cuando nos la quitamos o ve a alguien sin ella se asombra, y lo mismo pasa cuando se le acerca algún extraño u otro niño porque no está acostumbrado».
De hecho, esta cuestión fue la que más preocupaba a sus progenitores cuando este pequeño tenía tan solo quince días de vida. Entonces estaba «un poco amarillo, algo normal en muchos bebés al nacer, pero como a él no le da el sol...», reconocía su madre. Toda la luz natural que irradiaba a Marc a lo largo del día era a través de un ventanal. Así estuvo hasta que pudieron salir a pasear.
Especiales coronavirus
Todo ello empañó el nacimiento del tercer hijo de ambos, el segundo en común para esta joven pareja. En plena emergencia sanitaria, la vida no esperaba. Se abría paso entre tanto sufrimiento. Pero no pudieron compartir esa alegría con sus familiares, que no pudieron conocer a Marc Hernangómez Hernández –físicamente– hasta «cinco o seis meses» después. «Ha sido un poco difícil. No pudo conocer a sus abuelos, primos y tíos hasta que la cosa no mejoró, y desde la distancia, claro. Mi madre se acercó un día al portal, pero pasado casi un mes y le vio muy de lejos», admite Sara. Mientras tanto, 'subsistían' a base de videollamadas diarias. «Todos los días nos veíamos y hablábamos por videollamada. Han visto crecer al niño las primeras semanas a través de una pantalla. Fueron meses muy duros, estar encerrados en casa sin ayuda de nadie, con cuatro niños tan pequeños, sin poder salir», sentencia.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.