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«Mis clientes son maravillosos, encantadores. Si estoy aquí hoy es gracias a ellos», dice Carmen Sánchez, que regenta un quiosco en la desembocadura ... del túnel de Labradores, en el margen de Las Delicias. Porque le tendieron la mano cuando más lo necesitaba. A finales de marzo, cuando la covid estaba mostrando su peor cara, esta salmantina de 60 años afincada en Valladolid desde hace dieciséis lanzó un mensaje de auxilio: o remitía la caída de ventas tanto de ejemplares de periódicos como de chucherías, o su negocio se vería –irremediablemente– abocado al cierre. No había gente por la calle. Nadie iba a por la prensa o compraba una bolsa de gominolas. «No quiero cerrar, me da mucha pena; me encanta esto, es mi vida, pero me va a tocar hacerlo», advertía en su día.
Historias de la pandemia un año después
Tras conocer su llamamiento por los medios de comunicación, y en cuanto el Gobierno alivió las restricciones, sus vecinos «se volcaron». «Venían y me decían: 'Dale al niño lo que sea'. Cuando ni siquiera solían comprar. Vieron lo mal que lo estaba pasando y me cogían una revista solo por ayudar, se volcaron conmigo. También me mandaban mensajes de ánimo y me decían que aunque no pudieran venir, me llevaban en su corazón», recuerda Sánchez, visiblemente emocionada. En pandemia la gente respondió bien. Necesitaban información, saber lo que estaba pasando, y a raíz de la entrevista que publicó El Norte mucha gente venía a ayudar y a dar ánimos».
Poco a poco, paso a paso, esta quiosquera ha logrado salir adelante. Echa la mirada atrás y reconoce que se hubiera «arrepentido» en caso de haber tenido que bajar la verja para siempre. El motivo no es otro que porque «no quiero hacerlo». «A mí me gusta, es un paso bonito, la gente es estupenda y es entretenido». Y eso que no tiene horarios. Este pequeño habitáculo colmado de chuches, donde sobresale el olor a tinta fresca, es su segunda casa. De hecho, afirma no distinguir entre el despacho de prensa y «el sitio donde voy a dormir».
Ahora –relata– la situación está «un poquito mejor». Las ventas de ejemplares siguen siendo «muy bajas», pero prefiere ver el vaso medio lleno y mirar al futuro con «optimismo». La venta está bajita; también influye que los bares están vacíos, pero creo que poquito a poco nos vamos a ir recuperando, con ánimo y esperanza», comenta Sánchez, al tiempo que apunta hacia las distribuidoras como elemento fundamental en la recuperación del sector. «Si sube un poquito la venta y las distribuidoras nos ayudan un poquito a aplazar las cosas más tiempo, bien», insiste.
Su principal preocupación a día de hoy radica en las obras del triple paso bajo las vías entre Labradores y Panaderos con la avenida de Segovia. «Nos van a quitar el túnel y no sé dónde nos van a poner ni qué va a pasar conmigo;hablé con el ayuntamiento y me dijeron que no me preocupara, que me llamarían a principios de año, pero no sé nada de nadie, así que supongo que se atrasará todo».
Está intranquila por su futuro, pero también por qué será de sus vecinos cuando no tengan un quiosco cerca en el que adquirir una revista o un periódico. Teme que se pierda ese hábito de lectura. «Si te levantas y dices:'Bajo a por el periódico' y desayunamos, lo haces porque tienes un sitio cerca donde comprarlo, pero si no pierdes ese hábito. Si dejas de tener un quiosco cerca, dejas de leer la prensa en papel; es automático»,.
Prueba de ello –explica– son todos aquellos que antes del coronavirus acostumbraban a tomar el primer café de la mañana en un bar.
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