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Arca -2 y arqueta vinculada a las primeras traídas del agua de Argales. Strato
Los viajes del agua que surtieron a Valladolid desde el siglo XV

El cronista | Estampas de ayer y de hoy

Los viajes del agua que surtieron a Valladolid desde el siglo XV

La ciudad escogió manantiales alejados de la urbe, como el de las Marinas o el de Argales, para garantizar la calidad del suministro a través de distintos ingenios

Jesús Misiego

Valladolid

Miércoles, 29 de noviembre 2023, 00:24

Valladolid tuvo la necesidad de contar con un aporte continuado y estable de agua potable para su ciudadanos, principalmente desde comienzos de la Edad Moderna, siguiendo una idea que se propagó por muchas otras villas y pueblos de Castilla (como se constata, por ejemplo, en Alaejos, Nava del Marqués, Medina de Rioseco o Villagarcía de Campos). La escasa salubridad de las aguas de los ríos Esgueva y Pisuerga, así como de los pozos y fuentes que existían dentro de la urbe, motivó que se emplearán diferentes acuíferos y manantiales próximos que poseían la adecuada calidad para el consumo. Ese fue el caso de los existentes en varios pagos próximos al Pinar de Antequera, como son los de la Sagrada Familia, Argales o Marinas.

Tal necesidad propiciaría, entre los siglos XV y XVII, la construcción de cuatro traídas o viajes de agua para el abastecimiento de la villa, realizados tanto con promoción privada, como fue el caso del Primer Viaje de Argales que sirvió para aprovisionar al monasterio de San Benito, como por iniciativas públicas, por parte del Concejo. Estas redes de abastecimiento coincidían en algunos de sus tramos, por lo que fue habitual la reutilización de sus elementos y de sus materiales constructivos, habiéndose llegado a nuestros días algunas de sus construcciones, principalmente las que se levantaron al exterior del caserío.

Por orden cronológico, el intento inicial de suministro es el que se conoce como Primer Viaje de Aguas de Argales, que fue ejecutado por los monjes benedictinos del cenobio de San Benito en 1441 y que transportaba de forma sencilla, a través de caños cerámicos, el agua desde el manantial situado en el terreno de Argales, una huerta donde había varias fuentes que fueron donadas a los frailes por el rey Juan II.

Arriba, a la izquierda, trazado del primer viaje de Argales (siglo XV). Debajo, primer y segundo viaje de las Marinas (1494-1519). A la derecha, segundo o nuevo viaje de Argales con las distintas fuentes (1584-1621). El Norte

El recorrido de esta primera traída arrancaba en ese pago, para seguir entre las actuales carreteras de Madrid y la del Pinar, pasando junto al lado oriental del colegio de La Salle y llegar al punto en el que se cruza la carretera de Madrid con la línea de ferrocarril Valladolid-Ariza. Posteriormente se desviaba hacia el naciente para entrar por las calles Embajadores, Panaderos, Estación, Acera de Recoletos y cruce de Claudio Moyano y Santiago; para continuar por Doctrinos, María de Molina y San Lorenzo hasta la plaza del Poniente; y desde allí se adentraba en el monasterio.

Unos años más tarde, y siguiendo el ejemplo precedente, el Regimiento de Valladolid decidió construir una canalización que surtiese de aguas a una fuente que proyectaba instalar en la plaza del Mercado, aprovechando el caudal proveniente del manantial de las Marinas, que se encontraba muy cercano al de Argales. Las obras comienzan en 1494, pero se interrumpen en 1497 sin haberse concluido, decidiéndose en ese momento la instalación de la fuente en la Puerta del Campo, en el cruce de las actuales calles Claudio Moyano y Santiago. Esta canalización se ejecutó mediante la unión de cañerías de barro recubiertas con una cama de teja y ladrillo.

Sin embargo, esa conducción tuvo muchas carencias y un deficiente mantenimiento, lo que unido al incremento de la demanda de agua en la ciudad de principios del siglo XVI, propició que el Ayuntamiento construyese un nuevo abastecimiento, el conocido como Segundo Viaje desde Las Marinas, que aprovecharía buena parte de las infraestructuras del anterior, protegiendo con tapias la zona donde se ubicaban los manantiales.

Arriba, panorámica del viaje en el pago de las Marinas. Debajo, a la izquierda, la conducción subterránea procedente del pago de Argales. A la derecha, punto de confluencia de los dos ramales en el Arca Real. J. Misiego y Strato
Imagen principal - Arriba, panorámica del viaje en el pago de las Marinas. Debajo, a la izquierda, la conducción subterránea procedente del pago de Argales. A la derecha, punto de confluencia de los dos ramales en el Arca Real.
Imagen secundaria 1 - Arriba, panorámica del viaje en el pago de las Marinas. Debajo, a la izquierda, la conducción subterránea procedente del pago de Argales. A la derecha, punto de confluencia de los dos ramales en el Arca Real.
Imagen secundaria 2 - Arriba, panorámica del viaje en el pago de las Marinas. Debajo, a la izquierda, la conducción subterránea procedente del pago de Argales. A la derecha, punto de confluencia de los dos ramales en el Arca Real.

La conducción alcanza entre 1514 y 1519 la Plaza Mayor tras atravesar toda la calle Teresa Gil. En 1520 se efectúa una ampliación del trazado que dirige el agua hasta la plaza del Ochavo y la calle Platería, funcionando prácticamente hasta 1586. De estas tres primeras traídas son escasos los restos que han perdurado en el tiempo y que no fueron reaprovechados posteriormente, como es el caso de un arca no culminada que se encuentra en el pago de las Marinas, algún registro subterráneo o varios tramos de tuberías cerámicas hallados en diferentes intervenciones arqueológicas, que en su mayor parte procedían de los alfares existentes en el barrio mudéjar de Santa María.

En la segunda mitad del siglo XVI se conjuntaron varias circunstancias, como fueron las deficiencias constructivas de las anteriores conducciones, el escaso caudal que aportaban, la insalubridad y poca limpieza de las aguas, el aumento de la población o la propagación de abundantes epidemias, que obligaron al Concejo a la ejecución de una nueva canalización, la que se conocería como Nuevo o Segundo Viaje de Argales.

El Arca Real, la construcción más emblemática del Viaje de Aguas. J. M.

Para su construcción se contó con una provisión real de Felipe II, por un importe de 28.000 ducados, que fue firmada el 24 de diciembre de 1583. En agradecimiento, se colocaron varios escudos reales y una inscripción conmemorativa en varias de las arcas. Se realizaron varios proyectos, optándose por el planteado por Juan de Herrera, aunque los directores de las obras fueron Diego de Praves y Francisco de Mora, que estuvieron auxiliados por diferentes ingenieros de fuentes, maestros canteros, alcalleres moriscos (se encargaron de la fabricación de ladrillos y tuberías) o especialistas en la apertura de zanjas. Tras la adquisición de los manantiales y de la traída de los frailes, las obras debieron comenzar hacia 1584, concluyéndose en 1621, cuando llega el agua al interior de la ciudad.

En esta nueva canalización se reaprovecharon todos aquellos elementos constructivos anteriores que tuvieran cierta utilidad, especialmente los inmediatos a la cabecera. El sistema de captación empleado era de tipo arborescente, con un tronco común ubicado en el Arca Real, al que llegarían dos traídas, tal y como se reconoce en las galerías subterráneas que hay en su base.

La fuente de Argales se situaba en la terraza superior, en el espacio donde se encuentran la finca Cabrera y un pozo, mientras que el manantial de las Marinas se situaba en un plano inferior, donde en el año 1588 se construyeron las arcas -1 y -2, encontrándose cerca de esta última un pozo de captación. Con el tiempo se debió producir una generalización del nombre, denominándose a todo el conjunto como Argales o por la referencia genérica de Arcas Reales.

Arriba, el registro subterráneo 9, localizado en las obras de la ronda de circunvalación VA-20 en el año 200. Debajo, a la izquierda, arca restaurada en el Parque de las Arcas Reales. A la derecha, interior de una de las arcas. J. M. y Strato
Imagen principal - Arriba, el registro subterráneo 9, localizado en las obras de la ronda de circunvalación VA-20 en el año 200. Debajo, a la izquierda, arca restaurada en el Parque de las Arcas Reales. A la derecha, interior de una de las arcas.
Imagen secundaria 1 - Arriba, el registro subterráneo 9, localizado en las obras de la ronda de circunvalación VA-20 en el año 200. Debajo, a la izquierda, arca restaurada en el Parque de las Arcas Reales. A la derecha, interior de una de las arcas.
Imagen secundaria 2 - Arriba, el registro subterráneo 9, localizado en las obras de la ronda de circunvalación VA-20 en el año 200. Debajo, a la izquierda, arca restaurada en el Parque de las Arcas Reales. A la derecha, interior de una de las arcas.

La conducción fue un destacado logro de la ingeniería hidráulica, en el que se conjugó la disposición de su trazado, que en todo momento se realiza mediante caída libre y con una pendiente continua, sin empleo de ingenios o norias, junto a una brillante ejecución en las construcciones que componen el viaje, en las que destaca su arquitectura clasicista y funcional. En su desarrollo se dispusieron cambijas y registros subterráneos, de los que únicamente serían visibles sus cubiertas, junto a un pequeño acueducto con arcos de medio punto que salvaba el curso del arroyo Espanta (actualmente encauzado y sirviendo de colector para las aguas residuales de una fábrica de automóviles) y las diferentes arcas. Estas son construcciones realizadas con piedra caliza, de planta cuadrangular o rectangular y con diferentes tipos de cubiertas, que se levantaron por encima de las tuberías, tanto para tener un registro accesible para su limpieza y drenaje (en la mayoría se documentan areneros a cotas más bajas que la propia canalización) como para servir de respiraderos y de control del flujo de agua.

La edificación más singular de todo el conjunto fue el Arca Real, construido en 1589, tal y como reza la inscripción que corona su cornisa. Situada en un punto estratégico, controla la entrada de los dos ramales principales procedentes de los manantiales, uniendo el caudal para darle salida, con la presión suficiente, hacia la ciudad. El resto de las arcas tienen funcionalidades diferentes, por cuanto algunas tenían una finalidad captadora, como es el caso de las -1 y -2, mientras que otras servían de conducción y regulación; y otro grupo, el comprendido entre los números 6 y 10, aunaban ambas características, puesto que aprovecharon en su recorrido otros acuíferos situados en la zona más cercana a la actual trayectoria de la carretera de Madrid.

Arca 10, situada en el terraplén de la línea ferroviaria Madrid-Hendaya. Strato

Los sistemas de canalización del agua también fueron variados, puesto que en principio se emplearon tuberías cerámicas, del tipo de enchufe y cordón, con el interior vidriado para lograr una mejor impermeabilización y el adecuado deslizamiento del fluido, que se acompañaron por algunos tramos realizados con pared de piedra o de hormigón hidráulico. Con el paso del tiempo se fueron añadiendo nuevos sistemas, como es el caso de la colocación en paralelo de dos y tres conducciones cerámicas, protegidas por una coraza de hormigón de piedra caliza y argamasa, la incorporación de tuberías de hierro con ocasión de una amplia reforma en el siglo XIX o, inclusive, la colocación de algunas piezas de fibrocemento en etapas mucho más recientes.

Los principales vestigios del Viaje de Argales se han conservado en el exterior de la ciudad, en la zona donde el crecimiento urbano ha sido menor, discurriendo prácticamente en paralelo a la carretera local que conduce a la barriada del Pinar de Antequera. En este tramo, que llega hasta la franja meridional del barrio de Delicias, se han conservado 15 arcas (algunas con una arquitectura destacada, como el mencionado Arca Real o la número 3 que se ubica en la parte trasera de la casa de descanso de los frailes de La Salle), el acueducto, una veintena de registros y la propia conducción subterránea.

Hay varios casos curiosos como el arca número 10, que se encuentra prácticamente embutida en el terraplén ferroviario; la número 5, que se localiza sin cubierta junto a la carretera de circunvalación VA-20; o el grupo formado por las números 6 a 9, que se encuentran en una zona de jardín colindante a un barrio de reciente construcción, cuyas calles han recibido el nombre de las antiguas arquetas. Por último, hay tres arcas que son empleadas como chabolas por población marginal, que se localizan entre la carretera de Madrid y el centro hospitalario Benito Menni.

Sección de la conducción, con las diferentes tuberías que abastecían de agua a la ciudad. Strato

A partir de la información reunida de esta histórica conducción se ha calculado que habría un número de 27 arcas fuera de la traza de la cerca de la ciudad y, al menos, otras 4 dentro del recinto urbano (son reconocibles fácilmente en el plano de 1738 realizado por Bentura Seco). Desde el arca 13, el recorrido seguiría por la actual calle Embajadores, recorriéndola prácticamente en toda su longitud hasta llegar a los talleres de Renfe, desde donde se dirigiría hacia la calle Panaderos, en cuyo comienzo, en la confluencia con la calle de la Estación, habría que ubicar el Portillo de la Merced, una de las puertas de la tercera muralla. En este punto, durante las recientes obras de construcción de un paso inferior para vehículos bajo el tendido ferroviario, se han documentado y excavado las conducciones cerámicas del viaje, que se disponen mediante tres tuberías cerámicas, dispuestas en paralelo y protegidas por un conglomerado de argamasa y cal hidráulica, a las que se une exteriormente otra canalización más reciente de hierro.

Tramo del Viaje de Aguas en el cruce de las calles Estación y Panaderos (2022). Strato

En la confluencia de las calles Panaderos y Estación se producía una bifurcación en el viaje; un ramal se dirigía hacia poniente por la calle de la Estación y la Acera de Recoletos, encaminándose hacia la Puerta del Campo, desde la cual se proyectó en un principio la continuación por la zona occidental de la ciudad, aunque no llegó a ejecutarse.

Por su parte, el otro ramal proseguiría por la calle Panaderos hasta la plazuela del Campillo (actual plaza de España), donde las obras de construcción del aparcamiento subterráneo depararon, nuevamente, restos de las tuberías de la conducción, en algunos casos a profundidades de más de 2,5 m, y curiosamente en paralelo al tramo de la segunda muralla que allí se documentó. Seguiría por la calle Teresa Gil (en el pavimento actual se ha marcado su trayectoria), y salía a Fuente Dorada para pasar por Especiería y Rinconada, llegando al convento de San Benito.

Fuente de la plaza del Caño Argales en los años ochenta. Archivo Municipal de Valladolid

La canalización suministraba agua a las diferentes fuentes que se ubicaron en calles y plazas de la ciudad, contabilizándose una longitud total de 6,7 kilómetros de tuberías. Una de las fuentes más conocidas por la población fue la de la plaza del Caño Argales, que se situó en principio junto al puente de Zurradores, que salvaba el cauce del ramal meridional del río Esgueva, y que siglos más tarde sería trasladada a un emplazamiento más central, habiendo sido objeto de una rehabilitación integral en 2021.

Hasta mediados del siglo XX, el Viaje de Aguas de Argales abasteció a la ciudad con agua de aceptable calidad, primero de forma individual y más tarde completado con nuevos aprovisionamientos, como serían los casos de la Fuente del Sol o del Canal del Duero. Sin embargo, tras su finalización en el primer tercio del siglo XVII, no se ejecutaron reformas de envergadura, a excepción de roturas circunstanciales o el cambio del tipo de caños, por lo que el sistema hidráulico fue deteriorándose paulatinamente, llegando a mediados del siglo XVIII con una destacada falta de caudal.

Restauración de una de las arcas por la escuela taller en 2001. J. Blanco

Un intento de revitalización y reforma de la cañería de Argales, con ampliación del flujo de agua, se ejecutó entre 1861 y 1864, destacando entre sus actuaciones la modificación y ampliación de los tubos, con utilización de nuevas cañerías de hormigón hidráulico y hierro o la ejecución de la mejora del paso de agua por debajo de la carretera a Madrid. En el año 1974 se produjo la clausura definitiva por problemas de salubridad en el aporte del líquido.

La envergadura y singularidad de las estructuras conservadas del Viaje de Argales las convierte en un elemento patrimonial de primer orden, por lo cual fueron declaradas Monumento Histórico-Artístico (actualmente Bien de Interés Cultural) en abril de 1982. Fueron parcialmente restauradas por una Escuela Taller a principios del siglo XXI, labores que se dejaron inacabadas y que deben completarse para poder revalorizar esta infraestructura hidráulica, que en la actualidad se integra en un corredor verde de agradable tránsito y paseo, el cual llega a unirse, tras salvar el paso de la avenida de Zamora, con el parque de las Arcas Reales.

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