Promotor de la lucha vecinal en La Victoria
El Cronista ·
El párroco Paciano Martínez, primer presidente de la Asociación de Vecinos, impulsó la mejora del barrio y dio cobertura a los colectivos antifranquistasEl Cronista ·
El párroco Paciano Martínez, primer presidente de la Asociación de Vecinos, impulsó la mejora del barrio y dio cobertura a los colectivos antifranquistasEra diciembre de 1971. La dictadura franquista agonizaba lentamente y, para mayor preocupación de los gobernantes, una parte de la Iglesia se alineaba con las luchas obreras y daba cobertura a las principales demandas democráticas. De ahí ese telegrama enviado por el gobernador civil de ... Valladolid al ministro de la Gobernación informándole sobre las «homilías durísimas que pronunciaron 12 sacerdotes, algunos de los cuales fueron severamente sancionados». Entre ellos figuraba Paciano Martínez Fernández, párroco de Nuestra Señora de La Victoria que, además de cobijar a obreros y estudiantes contestarios, llevaba tiempo esforzándose por movilizar a los vecinos del barrio en defensa de sus intereses.
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A mediados de este mes, el alcalde anunciaba que el parque de la piscina llevará el nombre de Paciano, fallecido el 23 de noviembre de 2020 a los 86 años. Nacido en Aguilar de Campos el 2 de julio de 1934 y ordenado sacerdote en 1957, antes de llegar a La Victoria ejerció como párroco en Medina del Campo, donde además fue capellán de las Carmelitas Decalzas, consiliario de Acción Católica y promotor de la Juventud Obrera Católica (JOC), movimiento muy comprometido tanto con las inquietudes más acuciantes de la clase trabajadora como con las primeras iniciativas antifranquistas en la provincia. Exponente del clero más comprometido con las clases populares, en septiembre de 1969 Paciano Martínez fue nombrado párroco de La Victoria.
Lo primero que descubrió, y denunció, fue la lamentable situación de mucha gente del barrio. Y no tuvo empacho alguno en hacerla pública. En una entrevista concedida a finales de 1970 a este periódico, el párroco desgranaba las carencias más graves: el centenar de familias que vivía en penosas condiciones en casas molineras en la margen derecha del canal, las que habían levantado sus viviendas a la izquierda de la carretera de Fuensaldaña, las chabolas y cuevas de la Cuesta de la Maruquesa, la falta de pavimentación y alumbrado en las calles, la carencia de agua potable, la ausencia de guarderías y lugares de esparcimiento para los más jóvenes, y la presencia de un solo grupo escolar que, aunque con capacidad para 700 alumnos, agrupaba a más de 2.000.
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Además de promover la Asociación Vecinal, que él mismo presidió entre 1973 y 1976, Martínez no dudo en dar testimonio de su compromiso con las causas sociales y obreras más avanzadas. «Acogíamos a gentes de todas las clases, tanto del Partido Comunista, de Comisiones Obreras y de UGT, se acogían reuniones y asambleas. Recuerdo la gran huelga de Michelín, en 1974, donde estaba Antonio Gutiérrez, que duró 42 días, pues ahí estuvimos de manera permanente, día y noche», recordaba en una entrevista que me concedió en 1998. Junto a otros once clérigos, Paciano se implicó en el conflicto de la construcción iniciado a finales de 1971 por desavenencias en el convenio, a través de homilías solidarias y de la difusión de unas «Reflexiones cristianas» que, redactadas por movimientos apostólicos de Acción Católica, defendían las razones de los obreros en huelga.
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De hecho, por protestar públicamente contra la detención de los obreros Carmelo Pozas -a punto de ordenarse jesuita- y Gonzalo González Álvarez -entonces dominico-, acusados de organizar las huelgas de la Construcción de 1972 y 1973, fue trasladado a dependencias policiales para prestar declaración junto a los sacerdotes José Velicia, Millán Santos, Carlos López Alonso, Buenaventura Alonso Gómez, José Pachón y Luis Resines. En un informe fechado el 11 de noviembre de 1973, la jefatura superior de Policía reproducía sus frases pronunciadas en la homilía solidarizándose con la angustia de los obreros en huelga, atacando a los poderosos y llamando a los fieles a realizar una colecta a favor de los trabajadores en conflicto, pues «unos luchan y dan todo por los demás».
Tras la muerte de Franco, el párroco siguió implicándose en la lucha vecinal, dando cobertura a las movilizaciones obreras y demandando la amnistía. Para esto último, en julio de 1976 organizó una mesa redonda en la parroquia, a la que asistió un centenar de personas, en la que habló a favor de dicha medida junto a Ángel Vázquez, presidente de la Asociación vecinal, y Carmen Llorente. Paciano basó su defensa de la amnistía para los presos políticos en el «sentido cristiano de la reconciliación», que calificó de «actitud revolucionaria», pero también en la necesidad de establecer un nuevo punto de partida para «superar el desgarrón de la Guerra Civil», ejercer «el cristianismo y la esperanza». Tras su etapa en La Victoria, Paciano Martínez ejerció como párroco en San José Obrero y en San Juan de Ávila, además de ser capellán del Colegio Virgen Niña.
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