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Es difícil encontrar en Valladolid un espacio urbano tan rico en arquitectura e historia como el que forman la confluencia de las calles Real de Burgos, Madre de Dios y Chancillería. Crean una plaza sin nombre pero que en su día sí lo tuvo: plaza de Chancillería o, anteriormente, plazuela de San Pedro. La denominación de las calles que la forman ya de por sí tienen importantes resonancias históricas.
El camino Real de Burgos era una de las vías principales de entrada y salida de la ciudad para buscar el puente de Cabezón de Pisuerga y la conexión con el norte de la península, en la que Burgos y el paso fronterizo hacia Francia tuvieron un peso importantísimo en el devenir de la historia en muchos sentidos.
La plazuela, que hoy luce en una esquina la denominación de calle Real de Burgos, está dibujada por edificios de enorme peso en la configuración del Valladolid histórico, económico, político y religioso.
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Sin duda, la Real Chancillería es de todos ellos el que más impronta y huella deja. No solo por su importancia política tanto en la capital como en la historia de España, sino porque ha sido, desde su creación, junto con la Universidad, la institución que sostuvo el pulso social y económico que Valladolid perdió cuando la Corte definitivamente se asentó en Madrid, pues a la referencia institucional que irradiaba la Chancillería en la mitad de la Península, la pléyade de funcionarios y las idas, venidas y estancias de los implicados en los litigios y contenciosos mantenían vivo el comercio, la hostelería y el hospedaje de la ciudad.
La iglesia de San Pedro Apóstol, aunque su edificio carezca del apresto exterior de otros templos, además del rico patrimonio artístico, fue una referencia en la villa. Tiene su origen en una ermita del siglo XIII. En ella se celebraban los autos de fe de menor importancia -autillos- y también se ha enterrado allí a importantes funcionarios de la Real Chancillería. Como curiosidad, en el suelo de su zaguán yacen los restos del general francés Malher, que falleció en marzo de 1808 por causa de una herida, al parecer, provocada por una baqueta que salió disparada accidentalmente del fusil de uno de sus soldados haciendo prácticas en la campa de San Isidro.
También aquí se oficiaban los funerales de los penados fallecidos en la cárcel de Chancillería o en la Casa de la Penitencia del Santo Oficio (la Inquisición), que hasta que ardieron en diciembre de 1810 ocupaban, desde el siglo XVI, el solar sobre el que en 1930 se levantó el actual colegio Macías Picavea, en el arranque de la calle Madre de Dios, cuyo nombre viene del convento de las monjas dominicas (en la acera de los pares) fundado en 1550 y que se derribó en 1806. Sus monjas fueron trasladadas al convento de Porta Caeli, en la calle Teresa Gil. El solar y sus huertas pasaron a propiedad pública y por eso se pudo levantar en la década de 1950 el grupo de viviendas sindicales José Solís Ruiz.
Aunque el Santo Oficio no sea precisamente una de esas instituciones como para mostrarse orgulloso, lo cierto es que no se puede obviar el peso que, bien o mal, tuvo en Valladolid, además de los numerosos avatares y personajes que figuran en su dilatada historia.
En la actual Casa del Estudiante, de la Universidad de Valladolid, estuvo alojada la Casa de Beneficencia. Fundada en 1818 por el impulso de Carlos O´Donnell Anhetan, cuya relación con Valladolid viene, entre otras cosas, como presidente de la Real Chancillería y de las Juntas de Policía y Sanidad. Fundada en dos casas renacentistas pertenecientes cada una a los marqueses de Sevilla la Nueva (por cuyo portal se accede a las dependencias universitarias) y al marquesado de Camarasa, en 1979 la Beneficencia se trasladó al edifico de nueva construcción del Camino del Cementerio.
Entre 1987 y 1990 la Universidad acometió una importante reforma de las dependencias de la vieja Beneficencia que, además, sirvió para documentar y dar a conocer una 'maqbara' o 'almocabyr' (necrópolis) musulmana. Esta 'maqbara' estuvo en uso entre los siglos XII y XIV. Los no cristianos tenían sus cementerios fuera de las murallas de Valladolid. En 1988 la Universidad concluyó el acondicionamiento de la antigua cárcel de Chancillería, pegada a la Casa del Estudiante y situada en la calle del mismo nombre, para convertirla en la Biblioteca Reina Sofía.
En la plaza, formando esquina con la calle Real de Burgos, llama la atención el afrancesado edificio de la escuela infantil del colegio Amor de Dios. Data su construcción de 1881 y fue mandado construir por el marmolista Domingo Cazenave (considerado como un artista), donde alojó su taller y su vivienda. Posteriormente, durante un breve tiempo fue ocupado por la Escuela de Comercio en régimen de alquiler, en la que era director Adolfo Delibes, padre de Miguel Delibes.
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El antiguo seminario diocesano del siglo XIX estaba en el lugar en el que en los años 70 se construyó el Hospital Clínico Universitario, que también asoma hacia esta vieja plaza de Chancillería. En octubre de 1977 comenzaron a funcionar algunas consultas y el 3 de enero de 1978 se hizo la inauguración oficial. Durante las obras se pusieron al descubierto los cimientos del seminario, de los que se ha dejado un recuerdo evocatorio en el pavimento de la zona de acceso a Urgencias.
Y no se puede pasar por alto que en este enclave arrancaba el Prado de la Magdalena, escenario -sobre todo durante los años de estancia de la Corte en Valladolid- de los paseos estivales de la nobleza en sus coches de caballos y de las fiestas que se celebraban en los calurosos meses veraniegos, entre las destacaba especialmente la de San Juan.
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