Secciones
Servicios
Destacamos
El año 1980 fue un buen año para el libro en Valladolid. El día 15 de abril de aquel año se inauguró la I Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, que permanecería abierta hasta el día 27.
La organizaba el gremio de libreros del ramo, impulsado por la librería Maxtor y la cooperación de la extinta y añorada librería Relieve que, paradójicamente, no estuvo presente en la feria con su caseta. Librerías de Sevilla, Granada, Bilbao y Madrid también vieron en esta feria una nueva ventana al público para mostrar y vender sus fondos.
Desde entonces, esta feria que en 2023 celebra su XXX edición –es decir, que por variados motivos no se ha celebrado en trece ocasiones-, brinda oportunidades para descubrir ejemplares insólitos que no se encuentran el resto del año en las librerías de la ciudad. Ya entonces se advertía al lector que no solo se trataba de buscar libros antiguos, sino que la feria era una ocasión para adquirir saldos editoriales.
En la Feria del Libro Antiguo se ofrecieron libros de importante valor bibliográfico a precios muy asequibles. Los libros más antiguos que se pusieron a la venta fueron los tres volúmenes de las «Siete Partidas», editados en Valladolid en 1637 por la casa de Diego Fernández de Córdoba.
Aquel 1980, además de la nueva feria, la Feria del Libro llevó a cabo en junio su XII edición. Pero es que también tuvo lugar en Valladolid el VII Congreso Nacional de Libreros, que desde 1968 venía celebrándose cada dos años. Con motivo del Congreso se instaló, para su recuerdo –seguramente muy desconocido para los paseantes del Campo Grande-, una pequeña escultura realizada por el gallego Buciños que representa una niña alzando un libro sobre una fuente (que pronto quedó inutilizada), en una recogida placetilla que pasó a llamarse «Glorieta del Libro». Jorge Guillén, desde su retiro en Málaga, envió un mensaje al Congreso: «¡Benditos sean los libreros y sus librerías!», lo tituló, y lo terminó con «Un abrazo, vuestro viejísimo Jorge Guillén».
La XII Feria del Libro de 1980 que se instalaba en la Plaza Mayor se celebró entre el 27 de mayo y el 8 de junio. Como en años anteriores se rindió homenaje a alguna persona destacada relacionada con el mundo del libro. Esta vez el homenajeado fue Félix Labajo Parra, de la famosa librería «Meseta», decano de los libreros vallisoletanos, que tras cuarenta años de actividad se encontraba al borde de la jubilación. Emilio Salcedo, escritor y redactor de El Norte de Castilla, que actuó como portavoz de los editores y libreros vallisoletanos, glosó la trayectoria profesional de Félix Labajo.
La Feria del Libro tuvo especial relieve pues sirvió de preámbulo del Congreso Nacional del Libro, que iba a estar presidido por Ángel Altés Bustelo, gerente de Editorial Miñón S.A. Este congreso se celebraría en el recinto de la Feria de Muestras entre el 25 y 29 de junio y se esperaba una asistencia de unos quinientos congresistas. En el Congreso, además de abordar los aspectos propios de la actividad comercial y jurídica del mundo del libro, se festejó el Día del Autor, dedicado al novelista y académico Miguel Delibes.
Sin embargo, en 1980 aún no se celebraba en la calle el Día del Libro -23 de abril-, que pasaba desapercibido para el público y se reducía a la tradicional visita del Ayuntamiento a la Casa Museo de Cervantes, donde se servían rosquillas de palo y vino de Serrada.
Aquel 1980 también conoció un atentado contra la Librería Villalar, abierta desde hacía ocho años en la Plaza de la Universidad. Ocurrió en la noche del 24 al 25 de abril, días previos a la concentración autonomista convocada en Villalar de los Comuneros. No obstante, el atentado no impidió que el día 25 se presentara en la librería, como estaba previsto, el libro titulado 'Castilla como necesidad', escrito por un equipo de sociólogos, economistas, abogados, historiadores y periodistas.
El atentado se produjo mediante un artefacto explosivo colocado en la puerta que destrozó parte de la fachada y el escaparate. La policía lo vinculó a una posible campaña contra el Día de la Región, atando algunos hilos, como la confusa llamada anónima que el día 25 –fecha en la que se celebraba el Día de la Región- realizó un comunicante anónimo a la redacción de El Norte de Castilla, al que solo se le entendió algo así como «comando español en Bilbao».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.