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Los leones, los leones llamaron la atención del público. En 1998, el Ayuntamiento llevó a cabo el cerramiento perimetral del Campo Grande: no faltaron tanto quienes vieron en ello una acertada decisión para proteger el jardín en horas nocturnas, como críticos con el enverjado y el murete de piedra pues consideraban que deberían haber tenido mayor empaque.
Mas, lo que llamó la atención es que las dos principales columnas de la Puerta del Príncipe se coronaron con sendas figuras de leones. En realidad, la puerta se llama del Príncipe Alfonso, por expreso acuerdo del Ayuntamiento cuando por ella entró en Valladolid la reina Isabel II y su familia el 23 de julio de 1858. El príncipe Alfonso, futuro rey Alfonso XII, había nacido el año anterior. Para la lectora o lector que quiera saber más sobre la construcción y todos los avatares que la rodearon –que no fueron pocos-, remito al libro que la profesora Fernández del Hoyo escribió sobre el Campo Grande.
Es el caso que al parecer las columnas de aquella puerta inicialmente estaban rematadas por leones, que debieron desaparecer en alguna de las reformas posteriores que tuvo en el siglo XIX. Y con buen criterio, en la obra ya comentada de 1998, se encargaron sendos leones al maestro cantero vallisoletano Rodrigo de la Torre-Martín, recientemente fallecido en plena actividad creativa, que ha participado en las obras de restauración de importantes monumentos.
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Mas, a poco que nos fijemos en edificios, monumentos y esculturas de Valladolid, veremos una abundante muestra de figuras de leones de todos los tamaños y en todas las posiciones.
No está claro el porqué de la presencia de la figura leonada en tan diversos lugares de la ciudad. Tal vez se trata de una reminiscente representación del poder real, de la pertenencia de Valladolid al reino de León, o una metáfora de la guardia y custodia: sepa quien se atreva a penetrar en estos lugares que la fuerza del león los protege; o una advertencia: la fiereza del rey de la selva protege los reinos y linajes representados en los escudos que sus garras sujetan.
Lo cierto es que la figura del león ha estado presente en la historia de Valladolid. Por ejemplo, la fachada del desaparecido Hospital Esgueva, cuya fundación se atribuye (sin fundamento) al conde Ansúrez y a su esposa doña Eylo, tenía leones en su fachada que portaban el escudo del Conde.
Documentado está que delante de la colegiata de Santa María la Mayor, es decir, la plaza de la Universidad, al parecer en la Edad Media se levantó una columna (acaso un rollo de la justicia) coronada por un león que conmemoraba la victoria del rey Ordoño II sobre el moro Ulit. Esta columna llegaría hasta el siglo XIX y se conocía como León de la Catedral, de la que da fe el historiador Juan Antolínez de Burgos, y que dibujó Ventura Pérez. El león –tal vez representación del reino de León-, descansaba sobre un moro derrotado y portaba el estandarte del Conde Ansúrez.
Menos antiguos que los dos casos citados, son el atrio de la iglesia de San Pablo, cuyas trece columnas están coronadas por leones portando el escudo del Duque de Lerma, y también el atrio de la Universidad, con dieciocho columnas en las que se representan el Árbol de la Ciencia y el escudo de Castilla y León protegidas por leones.
Y destacadas representaciones de leones sustentando el escudo de los Reyes Católicos hay en sendas fachadas de la iglesia de San Pablo (rodeada de columnas coronadas por leones portando el escudo del duque de Lerma), y el colegio de San Gregorio (Museo Nacional de Escultura).
Leones hay en las puertas supervivientes del antiguo vivero municipal (1850) que estaba en el paseo de Isabel la Católica, frente a la calle Pedro Niño, y en el monumento a Colón del Campo Grande, un león con su zarpa arranca la N - primera letra de la inscripción Non Plus Ultra-, como metáfora de que la gesta de Colón rompió aquel límite del «más allá». Y si de esculturas hablamos, la de Zorrilla y la de la Fama se adorna con mascarones leonados. Leones guardan la fachada de la Casa Mantilla, en la Acera de Recoletos, y leones de bronce recogen las cartas en la Oficina de Correos de la plaza de la Rinconada.
En el desaparecido Espolón Nuevo (construido en el siglo XVIII), aunque por suerte hay testimonios gráficos de cómo era, las columnas con que se adornó el paseo estaban coronadas con leones. El Espolón Nuevo se construyó a la altura de la playa del Pisuerga, frente a los restos del palacio de la Ribera.
No acaba aquí la relación de leones, pues la afición por decorar con leones también se puede seguir en algunos proyectos municipales que no llegaron a ejecutarse. Es el caso de la columna que en noviembre de 1837 el Ayuntamiento acordó levantar en recuerdo de la victoria de la milicia vallisoletana, que el 24 de septiembre de aquel año, contra los carlistas: la columna debería ir coronada, como no, con un león, portando la bandera y una corona de laurel. Es el caso que el monumento no llegó a construirse.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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