Plaza de la Rinconada en la actualidad. Rodrigo Jiménez
El cronista | Callejeando por Valladolid

La plaza de la Rinconada y sus «posadas y trajinantes»

El céntrico espacio, con vistas al palacio de Correos, cambió su histórica denominación durante el Franquismo por la de Leones de Castilla para recuperarla con la democracia

Jesús Anta

Valladolid

Viernes, 13 de octubre 2023, 00:00

La plaza de la Rinconada está en el corazón de la ciudad y es uno de los lugares de mayor trasiego peatonal y más agradables de los que Valladolid puede disfrutar.

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El 16 de marzo de 1944, el Ayuntamiento acordó que la «actual plaza de ... la Rinconada se denomine para lo sucesivo plaza de los Leones de Castilla, en recuerdo y homenaje de tanto heroísmo consagrado en el alto de los Leones de Castilla». Y en los argumentos para el cambio de nombre se decía que lo de Rinconada no tuvo en origen otra justificación que «la existencia de unos vulgares rincones de posadas y trajinantes». Cierto era que la plaza se significaba por las posadas que en ella había. Pero es que además, sus mesones de los Cepos, de los Paños y de las Ánimas eran famosos. Lo de Rinconada venía, en realidad, de que las casas eran de irregular trazado y formaban grandes rincones.

Tuvo que llegar el nuevo Ayuntamiento democrático, salido de las Elecciones Municipales de 1979, para que en junio del año siguiente aprobara la recuperación del nombre de Rinconada.

Más allá de los nombres, lo cierto es que esta plaza tiene su importancia desde muy antaño. No en vano, en ella estaba el convento de San Benito y, a finales del siglo XV, sabemos que a diario en la plaza establecían sus puestos (tablas se llamaban) las vendedoras de pescado, por eso se la conocía como la Red, por aquello de que se usaban redes para capturar los peces de las aguas del Pisuerga y del Duero. Mas, en la Edad Media, el paraje que fue consolidándose como plaza, era nombrada como rúa.

Al margen de estos típicos cambios de nombres, y aunque ya no sea el de Leones de Castilla, merece la pena detenerse un momento en el porqué de aquella denominación.

En agosto de 1936, apenas Valladolid quedó controlada por los sublevados contra el Gobierno de la República, el Ayuntamiento acordó solicitar que se cambiara el nombre del Alto del León, en el puerto de Guadarrama, por el plural de Leones y añadir lo de Castilla en recuerdo de «los caídos en el lugar en que se ha escrito con sangre magníficas páginas de heroísmo». Y así se hizo. Hasta que en 2000 el Ministerio de Fomento acordó renombrar el lugar con el nombre original: Alto del León, ya que allí no solo únicamente hay un león y no varios, sino por la tenacidad del madrileño Roberto Fernández, que dedicó tiempo y esfuerzo a convencer a las autoridades de lo adecuado de recuperar la toponimia original.

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La plaza de la Rinconada, sin apenas espacio peatonal, en los años ochenta. Archivo Municipal de Valladolid

Volvamos a la plaza de la Rinconada, que tiene varias e interesantes referencias. Vayamos a la más antigua, que son esos soportales de piedra con arco que aún pertenecen a la plaza antes de dar paso a la calle Cebadería. Según Agapito y Revilla, muy probablemente en este lugar estuvo la alhóndiga (almacén público de cereales) tras la reconstrucción que tuvo todo el centro de la ciudad después del incendio de 1561.

En este mismo soportal, hasta 2008, estuvo la afamada farmacia del doctor Bellogín, cuya actividad venía desde 1839. Una saga de boticarios que ya ejercían en el siglo XVIII en el desparecido Hospital de la Resurrección.

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El 'Palacio de Comunicaciones', es decir, el edificio de Correos, es uno de esos testimonios de Valladolid que dan fe de los desafueros que se han cometido. Entró en servicio en febrero de 1922 y su arquitecto fue Jerónimo Arroyo (el mismo que hizo la llamada Casa del Príncipe de la Acera de Recoletos), con una imagen realmente palaciega, que fue truncada con una desafortunadísima reforma aprobada en 1964 en su última planta y torre que mutiló por completo su aire señorial.

Antiguas dependencias del Servicio de Extinción de Incendios detrás de la Casa Consistorial. Archivo Municipal de Valladolid

La parte de atrás de la Casa Consistorial aloja ahora las dependencias de Información y atención a la ciudadanía en una amplia dependencia, donde antes radicaba el Servicio de Extinción de Incendios, y a su vera está una puerta que daba acceso al calabozo de la Policía Municipal.

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Por cierto, cuando se construyó esta nueva Casa Consistorial, inaugurada en 1908, como ocupaba una superficie mayor que la vieja derribada en 1879, fue necesario desmontar la fachada de la iglesia de Jesús Nazareno, en la calle Jesús, que desemboca en la Rinconada. La fachada de piedra se retranqueó haciendo una de ladrillo en 1885. En una reciente reforma de la calle se ha dibujado en su pavimento la traza que marca hasta donde llegaba la fachada original.

La fuente de Los Colosos, situada en medio de la plaza, es obra del escultor Pedro Monje (Lopera, Jaén, 1945-Valladolid, 2012). Se instaló en 1996 y se ha convertido en una de las postales que se llevan buena parte de los visitantes: raro será que no haya nadie fotografiándola o haciéndose un selfi junto a la fuente o a alguno de los dos colosos, completamente desnudos, que la sostienen.

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Al menos desde el siglo XVII ha habido fuente en la plaza para servicio del vecindario y los monjes de San Benito y con abrevadero para las cabalgaduras.

Finalmente, el moderno edificio de las oficinas de Viva (la sociedad municipal de vivienda), que hace esquina con la calle de San Benito, se inauguró en 2004 y el arquitecto, Javier Blanco, tuvo que vérselas y deseárselas para integrar un edificio contemporáneo que fuera compatible estética y proporcionalmente con este espacio tan cargado de historia y de edificios relevantes.

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