Calle Angustias de Valladolid. Vídeo: R. Ucero
El cronista | Callejeando por Valladolid

El noble, y a veces desconocido, pasado de la calle Angustias

La céntrica vía lució distintas denominaciones hasta mediados del siglo XIX, como la de Reynoso, en honor a un fugaz alcalde que fue propietario del palacio de Pimentel

Jesús Anta

Valladolid

Viernes, 1 de diciembre 2023, 00:08

Nace la calle Angustias junto al Teatro Calderón de la Barca, una obra señera del afamado arquitecto Jerónimo de la Gándara (autor, por ejemplo, del Teatro de la Zarzuela de Madrid; y también del Lope de Vega de Valladolid). El teatro, uno de los más ... grandes de España, se levantó en 1864 sobre el solar que antes ocupara el palacio del almirante de Castilla, de los más importantes de entre los muchos que tuvo la villa. Allí nació en 1844 Leopoldo Cano y Masas, militar y literato que llegó a ocupar sillón en la Real Academia Española. Su construcción, que no ocupó todo el solar del palacio, dio lugar a la creación de la calle Alonso Berruguete, que desde Angustias abre una bonita perspectiva con parte del palacio del Marqués de Villasante (siglo XVI) y sede del Arzobispado desde 1858. 

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Y frente al teatro, en la acera de los números pares, destaca el Homenaje al Imaginero, una escultura que lleva la firma de Jesús Trapote, reconocido y premiado escultor vallisoletano, residente en León, que nació y se formó en una familia dedicada a la talla en madera y restauración.

Es la iglesia de Nuestra Señora de las Angustias, del siglo XVI, la que da nombre a la vía. Templo de cofradía penitencial, en su interior guarda una de las esculturas religiosas más queridas por los creyentes, como es la talla de la Virgen de las Angustias, de Juan de Juni. Y en la fachada del templo no debe pasar desapercibida la placa que rinde homenaje al arzobispo Remigio Gandásegui (que ejerció en la diócesis vallisoletana entre 1920 y 1937), como restaurador de la Semana Santa, de la mano del arquitecto e historiador Juan Agapito y Revilla.

La acera de los pares aún conserva unas cuantas casas de construcción decimonónica que contribuyen a que la calle, a pesar de los gigantes bloques de viviendas que se han ido levantando con posterioridad, conserve cierto aire antiguo y señorial.

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La calle de la Solana, que se asoma a Angustias, ofrece una de las mejores 'postales' de la ciudad si miramos hacia la Antigua, pues se ve en toda su dimensión la torre y el claustro. Y en esa acera de los pares, haciendo esquina con la calle San Martín, está la Peluquería Ordoñez, la más antigua abierta de Valladolid: fundada en 1931 y que ahora regenta la tercera generación familiar.

En la embocadura de la plaza del Rosario se ha marcado en la acera el dibujo que visualiza de alguna manera la puerta del Bao y los restos de la cerca defensiva que debió levantarse en el siglo XII. Muralla que tuvo diversas reformas y ampliaciones en las centurias siguientes y de la que se rescatado un pequeño murete. En cualquier caso, los restos auténticos se hallan bajo la cota de la calle. En este punto la muralla estaba lamida por el brazo interior del Esgueva.

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No tardaremos, rebasada la calle Torrecilla, en llegar a los modernos edificios del Colegio de Abogados y los Juzgados. Debemos detenernos en la puerta de los Juzgados para apreciar los discretos bajorrelieves que la decoran, cuyo autor es Luis Santiago Pardo, un escultor con apreciable obra en Valladolid (como la Rosa Chacel de la plaza del Poniente, entre otras). El edificio de los Juzgados tiene la firma del arquitecto Primitivo González.

Y frente a los Juzgados está la Audiencia Provincial, inaugurada en 1960 y que, como la mayoría de los edificios contemporáneos que festonean la calle Angustias, se levantó sobre los terrenos de un antiguo palacio: el de los marqueses de Távara.

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Tranvía de tracción animal pasando por delante del Calderon, hacia 1900. M. A. Soria (Archivo Municipal de Valladolid)

El remate de la calle por la que estamos caminando, y que desemboca en la monumental plaza de San Pablo, lo pone el edificio de la Diputación Provincial. Famoso porque en él nació Felipe II y por su ventana plateresca de esquina. Al edificio se lo conoce como del conde de Ribadavia y también como de Pimentel.

Escribe Jesús Urrea en su libro 'Arquitectura y Nobleza' que «no sabemos cuando dejó de habitar D. Bernardino Pimentel este edificio ni siquiera si alguna vez fue en realidad suyo. Lo cierto es que estas casas se incluyeron en el mayorazgo de los condes de Ribadavia». El caso es que en él no solo nació Felipe II, sino que entre otros ilustres personajes, pasaron unos días la reina Juana de Castilla y su esposo Felipe.

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Vista del Palacio de Pimentel desde los soportales de la desaparecida casona de los Mata Linares (Angustias, 17). Archivo Municipal de Valladolid

Pero, sin duda, probablemente lo más desconocido de esta casa es que su último propietario, antes de ser adquirida por la Diputación en 1875, fue Mariano Miguel de Reynoso, que la compró en 1849. Insigne político, fue alcalde de Valladolid y ministro de Fomento bajo el reinado de Isabel II. Breve fue su mandato, apenas catorce meses desde 1851, pero resultó enormemente prolífico. De toda su tarea destacaremos que influyó en que el trazado ferroviario de Madrid a Irún pasara por Valladolid, una decisión que firmó la reina Isabel II el 7 de julio de 1852. Aquello supondría una auténtica revolución para la ciudad, pues contribuyó a su renacer tras un lago tiempo de decadencia desde que se marchara la Corte a principios del XVII.

Tal acontecimiento dio lugar a que esta parte de la calle en 1852 pasara a llamarse de Reynoso, hasta que en 1854 se la cambió por calle del Quince de Julio en homenaje al apoyo que en esa fecha y año mostró la ciudad al nacimiento de lo que se ha conocido como el Bienio Progresista.

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El caso es que terminó por recuperar uno de sus nombres anteriores: Corredera de San Pablo... hasta que en 1863 el Ayuntamiento le puso el de Angustias. Y así continúa.

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