El cronista | Callejeando por Valladolid
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El cronista | Callejeando por Valladolid
La calle Isidro Polo y su desconocido homenaje a un comerciante del siglo XVIILa calle Isidro Polo forma parte del callejero del barrio nuevo, o barrio judío, actual barrio de San Nicolás. Se trata, por tanto, de un viejo enclave que estuvo en su momento apartado de la población y cerrado sobre sí mismo, pero que aún conserva buena parte de los nombres que sirven para entender su lógica urbana e historia: Lecheras, del Pozo, de las Tahonas, de la Pelota o de la Sinagoga (Sinoga en el siglo XIX). Otros nombres, como el de las Bodegas, se perdió con el paso del tiempo.
Es este un barrio que, aunque ha conocido importantes cambios, algunas de sus pequeñas casas, la estrechez de sus calles y sus placitas (casi corralas) aún evocan el aire medieval de su origen. Sobre él, El Norte de Castilla publicó una reseña en 1881 en la que indicaba que su aspecto había «llegado a nuestros días poco más o menos como aquellos judíos lo dejaron».
Isidro Polo fue una de las calles principales del barrio. Agapito y Revilla, en su libro sobre las calles de Valladolid, escribió que el nombre quizá venga de que en ella residiera alguna persona destacada que tuviera ese nombre. Pero añade un detalle que puede aportar alguna luz sobre denominación: llegó a verla rotulada en un azulejo del año 1770.
Y así se ha venido escribiendo todo lo publicado sobre esta calle. Escueta es la reseña de nuestro ilustre arquitecto e historiador, pero ese dato de 1770 nos permite aventurar una hipótesis del nombre de la calle sumergiéndonos en los legajos del Archivo Municipal.
Si en el siglo XVIII esta calle ya existía, bien podemos apuntar a que su nombre se debe a un importante comerciante de finales del XVII: Isidro Polo Santos. Se trata de un nombre que aparece en diversos documentos del archivo comprendidos entre las décadas 70 y 80 del siglo XVII. Entre las actividades que llevaba a cabo este empresario figuran las de depositario de la Cofradía de las Ánimas y San Antón de la Iglesia de Santiago y las de depositario cofrade de la Cofradía de San Francisco de los Mercaderes, y administrador del servicio de Abastos del Pescado de Valladolid.
A parecer, su viuda, Ana María de la Paz, siguió durante un tiempo en el negocio de ambos, que consistía en una tienda en la que se vendía cera y dulces, y que con frecuencia suministraba las necesidades de velas para las procesiones del Corpus y la Candelaria.
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Esta modestísima calle tiene varias de sus casas protegidas por el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para que se respete la tipología de sus fachadas de dos o tres alturas y la distribución de balcones y ventanas con el fin de que contribuyan a conservar el paisaje urbano del modesto pero histórico barrio.
En el recorrido de la calle no debe pasar desapercibida la puerta de acceso a los garajes que se abre en la tapia de la acera de la derecha. Desde la puerta se puede ver una arcada de dos alturas que da al patio del nuevo bloque de apartamentos para mayores que se ha construido en torno al antiguo convento de San Quirce. Se trata de lo que queda de un edificio del siglo XVI que fue residencia de las damas que asistían a la reina durante el tiempo que estuvo la Corte en Valladolid: se las conocía como las 'donas' y eran mujeres de alto nivel social que vivían en cómodas estancias.
La calle Isidro Polo comienza en la plazuela o plaza de la Trinidad. Un lugar cargado de importantes referencias históricas y monumentales, como son la Biblioteca de la Junta de Castilla y León (1990), antiguo palacio del Conde de Benavente, del siglo XVI y residencia de reyes, dedicado más tarde (1801) a Casa de Misericordia, Asilo de Niños Expósitos y Maternidad. Todo ello hasta que, tras un largo proceso de deterioro, lo adquirió la Junta de Castilla y León y, tras una profunda rehabilitación, lo dedicó a la finalidad indicada. En su fachada destacan los restos de dos escudos y en su interior, el patio renacentista.
Junto a la biblioteca, la iglesia de San Nicolás (construida en el siglo XVIII sobre otra anterior) alberga una imagen mítica: la llamada Virgen del Descubrimiento, de la que la tradición dice que a sus pies rezó Colón antes de ser recibido por la reina Isabel cuando esta imagen estaba en el Monasterio Jerónimo de Nuestra Señora de Prado. Y frente a la biblioteca está el monasterio de las Madres Bernardas, del siglo XIV y reconstruido en el XVII por el maestro Francisco de Praves.
Mas, la plaza, urbanizada en 1985, también ofrece dos cedros singulares y algunos plátanos (todos ellos considerados árboles singulares), y una columna de piedra que es el vástago que adornaba en los años 60 la Fuente Dorada.
Termina la calle en la recoleta plaza de los Ciegos, a la que se llega dejando a un lado la plaza de Carranza, cuyo nombre seguramente venga del recuerdo al obispo de Toledo don Fray Bartolomé de Carranza y Miranda cuando residió en Valladolid. La plaza de los Ciegos es tan vieja como el barrio y en ella tradicionalmente ha habido negocios como el del herrador y albéitar Silvestre Carrión, que en 1794 puso en ella su banco para llevar a cabo su trabajo.
Plaza de los Ciegos…, quizás porque estuvo habitada por «ciegos de la fe católica», es decir, judíos, o quizás porque en ella vivieran algunos invidentes. En cualquier caso, el pequeño conjunto de edificios de ladrillo que la enmarcan forman parte del singular paisaje urbano histórico de la ciudad.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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