La iglesia neogótica que celebró su primera misa de madrugada

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Miles de vallisoletanos asistieron a su inauguración el 2 de junio de 1917. Según publicó al día siguiente El Norte de Castilla, «en la Rubia se efectuó la bendición solemne de la nueva iglesia y, con este motivo, hubo mucha animación en aquel populoso barrio». «Hasta bien entrada la madrugada duró la fiesta celebrada en el barrio y en la pradera de La Rubia». «Asistieron al acto numerosos invitados y gran concurrencia. El Ayuntamiento, en corporación, asistió también. Ofició de pontifical en la ceremonia de la bendición el obispo señor Segura, auxiliado del clero catedral y del parroquial de San Ildefonso. Después de recorrer y bendecir el exterior del templo, se celebró la bendición del interior ante el altar mayor. En sitio preferente se hallaban el alcalde señor Stampa, con el concejal señor del Campo, los señores de la Junta de Ejecución de dicha iglesia, don Anselmo León, don Manuel Valls y don Antonio Gimeno Bayón, y el constructor del templo, don Nicasio García».

La primera piedra, bendecida por el arzobispo José María Cos y Macho, se colocó el 10 de julio de 1915 y la iglesia quedó terminada en el mes de diciembre de 1916. Con el constructor Nicasio García trabajaron el decorador José Fernández; Modesto León, en la carpintería; y Sebastián Battaner fue el encargado de la instalación eléctrica. La Junta de Ejecución estuvo dirigida por el ecónomo de San Ildefonso, Juan Julián Fernández. De estilo neogótico y de una sola nave, en 1992 se instaló el actual retablo, procedente del Museo Diocesano, y los locales fueron reformados en 1973, 1992, 2004 y 2016. El día 3 de junio, a las cuatro de la mañana, se celebró la primera misa. Ese mismo día, a las ocho de la mañana, se celebró otra, en la que tomaron la primera comunión «muchos niños y niñas del barrio».

Para su puesta de largo, tal y como recogió la crónica de El Norte, la iglesia estuvo adornada «con sencillez y elegancia». «El altar mayor y el retablo aparecían materialmente cuajados de flores. En el centro se veía la imagen de la Virgen del Rosario, de artística y esbelta talla. A un lado del altar se había colocado una imagen de Nuestra Señora de Lourdes». «No se recuerda jamás tanta afluencia de gente a aquel barrio, como la que hubo anoche» para recibir al Santísimo en el nuevo templo vallisoletano. «Millares de personas esperaban la llegada de la procesión en los alrededores y avenidas que conducen a la iglesia. Fuerzas de Guardia Civil, Seguridad, Vigilancia y Municipales contenían con dificultad a la muchedumbre que se agolpaba. Al penetrar la procesión en el templo, éste fue invadido por el público. Una vez lleno se cerraron las puertas quedando fuera miles de personas».