Espronceda prácticamente murió entre sus brazos y Zorrilla fue uno de sus grandes y duraderos amigos. Hablamos del vallisoletano Miguel de los Santos Álvarez y Unzueta.
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Miguel era hijo del liberal Pablo Álvarez, contrario a las ideas absolutistas de José Zorrilla, padre que fue del ... poeta José Zorrilla. Los hijos de ambos contendientes nacieron con la diferencia de un año, fueron bautizados en la parroquia de San Martín, coincidieron en la Facultad de Derecho, les gustaban los grandes escritores románticos (Víctor Hugo, Walter Scott, Lord Byron...), se tuvieron un gran afecto durante toda su vida… y fallecieron con la sola diferencia de dos meses. Fue Miguel de los Santos el que acogió en su casa de Valladolid a Zorrilla cuando se escapó de la galera que le llevaba a la casa familiar de Lerma, y quien le facilitó el viaje hasta Madrid. Pero es que, es más, al parecer fue Miguel quien presentó a Zorrilla a la viuda Florentina Matilde O'Reilly, trece años mayor que él y con la que contrajo su primer matrimonio.
Cuenta Narciso Alonso Cortés, que Miguel de los Santos (Valladolid 5 de julio de 1818- Madrid 15 de noviembre de 1892) marchó a Madrid en 1836, poco tiempo después de que lo hubiera hecho José Zorrilla, que en una de sus más notables obras –'Recuerdos del tiempo viejo'– habla con enorme cariño de su amigo Miguel de los Santos. Continúa Alonso Cortes relatando que en Madrid ambos pasaban las mañanas en el hospedaje de Miguel, hacia el mediodía iban a la Biblioteca Nacional en busca del calorcillo que en ella había, y al atardecer vagaban por las calles y plazuelas de la capital.
A raíz del entierro de Larra, en el que como todo el mundo sabe Zorrilla fue invitado por Joaquín Massard –un italiano al servicio del infante don Sebastián y personaje popular en las tertulias y salones de Madrid–, a leer unos versos, cuando las vidas de Zorrilla y Miguel comenzaron a transitar por distintos caminos, sin que por ello se perdieran la amistad. Zorrilla, a raíz de aquel acto, obtuvo fama y trabajo en la prensa, lo que afianzó su determinación por dedicarse a la literaria, y Miguel se involucró en la vida política de España, sin dejar de ser un literato y brillante tertuliano en los círculos sociales y culturales de Madrid.
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Miguel ejerció de funcionario público. Era de ideas liberales, como su padre, y enfrentado a Narváez, tuvo que exiliarse a Francia entre 1848 y 1852. A lo largo de su vida ocupó importantes cargos políticos: ejerció de diplomático en varios países de Sudamérica, fue nombrado gobernador de Valladolid en 1854, cargo que ocupó escasos meses, pues al año siguiente pasó a desempeñar altas responsabilidades en el Ministerio de Estado. Por ejemplo, en 1856 el Ministerio le nombra ministro plenipotenciario de España en México y a tal efecto fue trasladado hasta Veracruz en un vapor de guerra.
Zorrilla ya vivía en México desde el año anterior –y donde permanecería por espacio de once años–. ¿No parece más que probable que Miguel de los Santos y José se reunieran para recordar su vieja amistad?
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El principal asunto que tenía que gestionar el flamante ministro plenipotenciario era un complicado asunto económico con el gobierno mexicano. Parece que O'Donnell, a la sazón presidente del Consejo de Ministros, no estaba muy satisfecho de cómo llevaba la gestión y lo relevó de su cargo.
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Su peso en la política era tal que en octubre de 1864 interviene como orador en un mitin junto a Práxedes Amadeo Sagasta, Nicolás Salmerón y Ruiz Zorrilla, llamando a la necesidad de que los progresistas permanecieran firmes y unidos.
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En septiembre de 1872 fue candidato por Valladolid al Senado en la lista del Partido Radical. Y durante varios años, hasta 1888, ejerció de consejero de Estado, junto a Ramón de Campoamor y otros notables.
Con Espronceda, militante político en las ideas liberales y progresistas, la amistad y compenetración de Miguel de los Santos fue tanta que vivieron juntos los últimos años del famoso poeta romántico, hasta el punto de que, como ya se ha dicho, muriera prácticamente entre sus brazos el 23 de mayo de 1842, a la edad de treinta y cuatro años.
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Espronceda había incluido en su obra inacabada 'El diablo mundo' (1840) unos versos del poema 'María', de Miguel de los Santos, y este se sintió llamado a añadir unos versos de su pluma para de alguna manera concluir la obra del poeta.
En cuanto a su obra literaria, diremos que Miguel de los Santos escribió obras de amargo pesimismo romántico, como 'Fragmentos', desoladas quintillas –'A la vida'–, pero con su novela 'La protección de un sastre', siguió la senda del humorismo. A lo largo de toda su obra también hay cuentos y artículos en selectas revistas. De sus obras, los críticos se quedan con su poema 'María', como lo mejor que escribió.
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A Miguel de los Santos se refirieron escritores de mucha talla: a Galdós le caía muy simpático, e incluso lo convierte en un personaje de su Episodio Nacional 'De Oñate a La Granja' como autor de una carta inexistente; Valera, en su 'Florilegio', hace la siguiente semblanza de Miguel: «Su natural ingenio, acendrado buen gusto, y demás prendas de escritor y poeta fueron, para mí, superiores a los de la mayoría de sus más ilustres y celebrados contemporáneos,» pero, añade Valera, «Miguel mostraba desidia y abandono lo que hicieron estériles las buenas virtudes de escritor con que le había dotado el Cielo»; sin embargo, Emilia Pardo Bazán muestra pocas simpatías por él, del que dijo, más o menos, que tenía una aureola que no se correspondía con su fama.
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