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Convento de Santa María del Templo de Ceinos de Campos, según Recuerdos y Bellezas de España, 1861. Quadrado y Parcerisa
Un viaje al pasado templario de Valladolid

El Cronista | Historias de aquí

Un viaje al pasado templario de Valladolid

La provincia, capital incluida, atesoró una de las mayores concentraciones de presencia de la orden en la futura Corona de Castilla durante la Edad Media

Jesús Anta

Valladolid

Jueves, 6 de julio 2023, 00:16

En un buen puñado de municipios de la provincia de Valladolid es fácil que alguien cuente que en el término hubo templarios: en Herrín de Campos existió una hermosa huerta conocida con el nombre de Templarios, en Gatón hay un arroyo llamado de los Templarios, en Ceinos de Campos enseguida te indicarán donde están los arcos de la iglesia templaria...

Cierto es que la Orden de los Pobres Compañeros de Cristo del Templo de Salomón, más conocida como Orden del Templo, una de las más poderosas órdenes cristianas de la Edad Media, creada en 1120, tuvo una importante implantación en tierras vallisoletanas.

Poseyó enclaves, sobre todo, en el nororeste de la provincia -entonces no había provincias ni se las esperaba-. De entre ellos destacan Mayorga, Ceinos de Campos y San Pedro de Latarce, donde había templerías o bailías, así llamadas las encomiendas de la orden. Como indica el profesor Gonzalo Martínez Díez en su libro 'Los templarios en la corona de Castilla», estas tres encomiendas, junto con las vecinas de Zamora, formaron la mayor concentración templaria de toda la futura Corona de Castilla.

Para conocer la presencia de los templarios en Valladolid también son fundamentales las aportaciones de Javier Castán Lanaspa, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid.

Imagen después - Corrillo del Templo en Mayorga y detalle de la placa que recuerda la presencia templaria.
Imagen antes - Corrillo del Templo en Mayorga y detalle de la placa que recuerda la presencia templaria.
Corrillo del Templo en Mayorga y detalle de la placa que recuerda la presencia templaria. Jesús Anta

No fue Mayorga un lugar menor, pues aunque la orden solo tenía un administrador, en la villa se celebró un capítulo general en 1256. Una vez extinguidos los templarios en 1312, sus propiedades religiosas, como un templo dedicado a Santa María del Templo, pasaron a la Iglesia y las construcciones de carácter militar fueron ocupadas por el rey.

La presencia templaria en Mayorga se recuerda en el Corrillo del Templo, una placita con una inscripción alusiva.

Los bienes de la encomienda mayorgana (casas, tierras, viñas, pastos, palomares, molinos, huertas, corrales e iglesias), como los del resto de las bailías, eran producto de las muchísimas donaciones que recibieron y estaban repartidos por dieciséis enclaves del entorno. Por eso en los pueblos de Urones de Castroponce, Becilla de Valderaduey o la Unión de Campos es fácil que alguien dé noticia de que allí estuvieron los templarios.

Arcos de la iglesia de Ceinos, al final de la calle Mota, y detalle de uno de los arcos que muestra una representación de San Juan Evangelista. Jesús Anta

Fue Ceinos de Campos otra de las encomiendas más importantes, y acaso la más antigua, de todo el antiguo reino de León, junto con la de Ponferrada y Faro. Se sabe que en el momento de la disolución de la Orden del Temple, en Ceinos habitaba en la bailía un comendador y un hermano: García Fernández y Juan Vicente se llamaban.

De aquella presencia templaria queda la documentación de un convento y de una iglesia bajo la advocación de Santa María del Templo, de la que tres arcos se muestran en un pequeño jardín de Ceinos, y de la que hay diversos estudios y grabados. Una arcada que hasta 2014 se guardaba en el Museo Nacional de Escultura. También un arco incrustado en la capilla del cementerio y algunas piedras sillares que forman parte de la ventana de una vivienda particular son de Nuestra Señora del Templo.

En San Pedro de Latarce, que conserva uno de los más curiosos castillos de la frontera de León con Castilla, estuvo la tercera encomienda leonesa importante en tierras vallisoletanas. De su presencia en el término hay un documento fechado el 12 de marzo de 1203, en el que consta que el rey leonés Alfonso IX entrega el castillo de la población a los templarios a cambio de otro que la Orden le da al monarca en Milana -en tierras de Coria (Cáceres)-. No obstante, por diversos avatares, los templarios no pudieron hacer efectiva la ocupación del castillo de San Pedro, en el que estuvieron hasta su disolución, hasta 1220.

Fortaleza de San Pedro de Latarce. Jesús Anta

Medina del Campo también tuvo una bailía templaria que, al igual que la de Mayorga, fue en realidad una explotación agrícola a cuyo frente había un único comendador sin otra presencia de la orden. La amplitud de las propiedades, según la tradición, señala tierras en Nueva Villa de las Torres, Muriel de Zapardiel, Velascálvaro y algunos actuales despoblados. De estas se hace eco el historiador vallisoletano Ortega Rubio: «Dícese que en Villanueva (así se conocía antes la actual Nueva Villa de las Torres) hubo otra parroquia dedicada a San juan, un convento templario y otro de monjas».

Benafarces, Castromembibre, Cuenca de Campos, Moral de la Reina, Santovenia de Pisuerga, Tiedra, Villacid de Campos, Villafrechos, Villardefrades, Villalbarba o Villavellid son otros tantos ejemplos de municipios en los que los templarios tuvieron alguna posesión, y no pequeña en algunos casos, pues además de su patrimonio agrícola, disponían de iglesias, normalmente con la advocación de Santa María del Templo. A los templarios, algunos autores les adjudican la iglesia románica del siglo XII de Villalba de los Alcores.

La iglesia de San Juan Bautista, enclavada en el corazón del barrio de San Juan, en Valladolid, fue propiedad templaria: «Extinguidos los templarios, la reina doña María de Molina hizo donación del convento (templario) al abad de Santander, quien fundó en él un hospital, convirtiéndose después en la iglesia de San Juan Bautista». Así es como narra el historiador Matías Sangrador el devenir de este templo, que se derribó en 1842 hasta que en 1929 el arzobispado impulsó la construcción del actual, consagrado el 23 de junio de 1932.

Detalle del plano de Valladolid de 1738, cuando aún estaba en pie la iglesia románica de San Juan. El Norte

Como bien sabemos, el fin de la Orden del Templo se inicia en octubre de 1307 por iniciativa del rey francés Felipe IV, que temió que el enorme poder de los templarios pusiera en riesgo su corona, acusándoles de herejes, lo que obligó al papa Clemente V a dar orden de prisión de los hermanos y el incautamiento de sus bienes.

Un proceso en el que Medina del Campo tuvo protagonismo por cuanto en la villa, en abril de 1310, se formó una comisión compuesta por las diócesis castellanas y por comisionados pontificios para resolver y sentenciar la causa contra la orden y sus maestres provinciales. Las actas de estas comparecencias son parte importante de la historia de la disolución de la Orden de Caballería del Templo de Jerusalén.

La coincidente existencia durante un tiempo de los templarios con la Orden de los Hospitalarios de San Juan produce con frecuencia en la tradición de algunos municipios confusión acerca del origen y propiedad de un buen puñado de iglesias en Valladolid, pues, además, algunas de las propiedades templarias, una vez disuelta la orden, se entregaron a los sanjuanistas.

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