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El curioso origen del bastón de mando de los alcaldes de Valladolid«Vete a Madrid con estas 350.000 pesetas (algo más de dos mil euros) con las que pagarás el importe de una vara cuyo precio hemos convenido con un coleccionista». Más o menos debió ser así la cosa cuando en 1992 el Ayuntamiento recibió la noticia de que una vara centenaria que tenía el escudo de Valladolid le fue ofrecida por un señor de la capital.
Esa vara, que desde entonces es la que porta el alcalde en cuantas ocasiones debe ir revestido de autoridad, tiene en su empuñadura la siguiente leyenda: 'El Ayuntamiento de Valladolid al señor brigadier D. FJ Naneti, 1861'.
Dichas iniciales se corresponden con el nombre del logroñés Francisco Javier Naneti Remón, que fue un destacado militar nacido en 1807 que mandó el Regimiento Provincial de Valladolid, ciudad en la que echó raíces y donde era muy apreciado. La prensa le describía como una persona simpática que no faltaba en ningún acto social. Participó en las Guerras Carlistas y en la represión de los alzamientos cantonales.
Su prolija hoja de servicio también le sitúa en África y, al parecer, fue su «brillante conducta en la campaña de África», según recoge el acta municipal de 26 de abril de 1861, la que más pesó en la decisión de obsequiarle con una vara mandada labrar exprofeso para el brigadier. Se trata de un bastón de caña de concha, con puño decorado con motivos florales y puntera, ambos de oro, que costó 4.690 reales, y desprovisto de empuñadura tiene la longitud de una vara castellana.
El brigadier, en agradecimiento, regaló al Ayuntamiento un Corán compuesto de cuatro tomos encuadernados en piel y decorados en oro, de los que se conservan tres depositados en el Museo de Valladolid, aunque forman parte del patrimonio del municipio.
Aquel mismo año, la Diputación de Valladolid también obsequió al brigadier con un espadín de ceñir.
Falleció Naneti en 1870 y yace enterrado en el cementerio del Carmen. 'El pensamiento español' publicó la noticia de su muerte, ocurrida el 7 de enero: «El Brigadier Naneti, que tanta parte tomó en Béjar en favor de la causa de Doña Isabel II, acaba de ser víctima de un ataque apoplético en Valladolid. R. I. P.».
Al parecer llevaba en la ciudad desde octubre de 1868, pues la Gaceta de Madrid publicó un comunicado de la Junta Revolucionaria emitido el día 4 de ese mes: «Junta revolucionaria de la provincia de VaIladolid. Ciudadanos: Hoy a las diez de la mañana volverán a esta capital las tropas de los regimientos Constitución y Llerena, que formaron la columna del Brigadier Naneti, después de haberse pronunciado con la mayor espontaneidad, decisión y entusiasmo en favor del glorioso alzamiento nacional. La Junta revolucionaria, que conoce vuestras simpatías hacia los señores, jefes, oficiales y demás individuos que forman en las honrosas filas de aquellos beneméritos cuerpos, verá con indecible júbilo las inequívocas manifestaciones de vuestro amor y respeto para con aquellos que, hijos del pueblo, vienen identificados en ideas, aspiraciones y deseos a confraternizar con vosotros. ¡Viva la libertad! ¡Viva la soberanía nacional!».
Sin embargo, sus últimos días no fueron muy agradables, pues estaba encausado por los excesos cometidos por su tropa en la conquista de Béjar en octubre de 1868, aunque falleció antes de comparecer ante el tribunal.
La vara es un símbolo del poder municipal que viene de la Edad Media. Tal es su poder que Calderón de la Barca lo refleja en una escena de su obra 'El alcalde de Zalamea': «Don Pedro Crespo, una vez que en la casa del Concejo recibe la vara, queda nombrado alcalde y el escribano le dice que a partir de ese momento ya puede decidir en la causa en la que su hija, la de Crespo, fue ultrajada por un soldado. Y se dirige a su hija para decirle: 'Hija, ya tenéis el padre alcalde, el os guardará justicia'. De tal forma que, ni corto ni perezoso, manda prender al militar y ordena ajusticiarle mediante el garrote vil».
El término alcalde deriva de la palabra musulmana 'al kadí', es decir, juez que resuelve los litigios entre sus convecinos. No llega a tanto la cosa en los tiempos modernos, pero esa vara es la que el alcalde exhibe en todas las ocasiones en las que se manifiesta su máxima representación.
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Y viene el nombre de vara de que el bastón tiene la medida de una 'vara castellana'. Es decir, si nos atenemos a la ortodoxa vara de Burgos, una longitud de 0,8359 centímetros. El símbolo de juzgar es la vara porque buena parte de los litigios en los pueblos y villas se producían por la lindes y las medidas de las tierras, así que el alcalde tomaba medidas con la vara y dictaminaba quien tenía la razón en la contienda.
El Ayuntamiento de Valladolid tiene varias varas: cuatro se exhiben en el Centro Marcelina Poncela, un espacio de restauración, exposición y muestra de piezas del patrimonio municipal que hay junto al Coso del Paseo de Zorrilla. En la Casa Consistorial se guarda la del brigadier Naneti, que desde 1992 siempre porta el alcalde.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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