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El brigadier que tomó Tetuán y da el relevo a cada alcalde de ValladolidEl periódico madrileño 'El Pensamiento Español' –autocalificado de Católico, Apostólico y Romano-, el día 10 de enero de 1870 publicó esta escueta noticia: «El Brigadier Naneti, que tanta parte tomó en Béjar, en favor de la causa de Doña Isabel II acaba de ser víctima de un ataque apoplético en Valladolid. R.I.P». El fallecimiento había ocurrido cuatro días antes. Vivía, con su esposa María del Pilar Bocalán y López-Portero, en la calle de San Felipe Neri.
Falleció cuando estaba siendo juzgado por un tribunal militar por una causa abierta contra él, al parecer, por el violento comportamiento de su tropa en Béjar el 28 de septiembre de 1868. Naneti estaba al frente de las fuerzas isabelinas contra el alzamiento revolucionario de los bejaranos. Los hechos, asesinatos, robos y torturas ocurrieron la tarde de aquel día de septiembre antes de que su destacamento militar abandonara Béjar sin haber podido vencer a los revolucionarios, mandados por un tal José Fronski, un coronel polaco que estaba trabajando en la industria textil de Béjar.
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Lógicamente el juicio decayó y no sabemos si acaso su fallecimiento le libró de una sentencia deshonrosa, algo tremendamente trágico para un militar de alta graduación, hasta entonces considerado un héroe por su historial.
El brigadier Francisco Javier Naneti y Remón, nacido en Logroño en 1807, estaba muy vinculado a Valladolid. Tan vinculado, que incluso cada vez que los alcaldes del Valladolid del siglo XXI muestran sus galas luciendo collar y vara en los actos más rutilantes, ahí –indirectamente- está el brigadier, pues en la empuñadura de oro que adorna la vara, figura la siguiente inscripción: «El Ayuntamiento de Valladolid al señor brigadier D. FJ Naneti, 1861».
Se trataba de un obsequio que acordó regalarle el Ayuntamiento en 1861 y que acabó «volviendo» a Valladolid, debido a que la vara terminó en manos de un anticuario que se la vendió al Ayuntamiento en 1992.
Aquel regalo al brigadier se basó en su brillante conducta en la campaña de África, amén de ser una persona muy apreciada en Valladolid, donde echó raíces. Incluso contrajo matrimonio con la ya citada María del Pilar Bocalán, perteneciente a una de las linajudas familias de la ciudad.
También la Diputación Provincial de Valladolid quiso hacer un acto de reconocimiento a Naneti e, igualmente, en 1861, le obsequió con una espada de ceñir con empuñadura de plata que incluía el siguiente grabado: «La Diputación Provincial de Valladolid al bizarro brigadier D. Francisco J. Naneti. 1861.»
Las espadas de ceñir estuvieron de moda en la época de Isabel II. Se trataba de armas ligeras de artístico diseño como complemento de los uniformes de gala.
Esta espada terminó, como la vara, en manos de un particular, en este caso de un coleccionista de objetos militares.
En el inventario del Museo de Valladolid figura la custodia de varios libros, propiedad del Ayuntamiento, que contienen las costumbres religiosas de los musulmanes, en uno de los cuales se incluye la siguiente dedicatoria: «El brigadier D.F.C O. Javier Naneti y Remón al Excmo Ayuntamiento de la ciudad de Valladolid en recuerdo de la Guerra de África». La obra está escrita en caracteres de colores y al margen, algunos ilustrados dibujos. La encuadernación es de tafilete encarnado con adornos labrados de oro.
E igualmente, la Diputación recibió de Naneti, en agradecimiento por el recuerdo y distinción que le mostró provincia, una espingarda, un libro manuscrito con caracteres árabes y una pipa. Tras diversas consultas, no ha sido posible localizar estos objetos.
La hoja de servicios de Naneti da cuenta de los numerosos destinos que tuvo en la Península desde que concluida su formación, en 1824, se incorpora al regimiento de Logroño. Salamanca, Cantabria, Ciudad Rodrigo, Lugo –en calidad de gobernador Militar-, son algunas de las muchas plazas en las que sirvió. En África estuvo entre diciembre de 1859 y finales de 1861, destinado en Algeciras y con una especial participación en la toma de Tetuán.
Su relación con Valladolid comienza en 1840: concluida la primera Guerra Carlista, en la que Naneti estuvo activo entre 1833 y 1840, en mayo de ese último año pasó a mandar la Milicia de Valladolid, ciudad en la que estuvo hasta junio de 1842, desplegando, además, una intensa vida social que dejó un agradable recuerdo, según reflejan las crónicas de la época.
Posteriormente, en los años 1851, 1858 y 1859 volvió a estar destinado en Valladolid en diversos cometidos. Y vuelve a Valladolid en septiembre de 1865 merced a una licencia que le concedió el Ejército cuando estaba al mando de la plaza de Ciudad Rodrigo.
Naneti, que ostentaba el grado de coronel desde 1854, ascendió a brigadier por méritos de guerra en 1860, y ese mismo año le fue concedida la Medalla honorífica por sus servicios en África.
La vinculación que adquirió Naneti con Valladolid llevó a El Norte de Castilla a reflejar en sus páginas los movimientos y noticias relacionadas con él: «El apreciable Sr. Naneti, coronel del regimiento de Cantabria ha sido nombrado para mandar (tropas) de las provincias Vascas. Nos complace tan acertada decisión» (1859). «Por pase a otro destino, el brigadier Naneti, que mandaba el regimiento de Cantabria…» (1862). «Se ha concedido al simpático y valiente brigadier Sr. Naneti, licencia para venir a esta ciudad. Celebramos tener esta ocasión de abrazar a nuestro querido amigo» (1865). «Con el mismo objeto ha salido de Ciudad Rodrigo con fuerza del ejército el brigadier Naneti, gobernador Militar de aquella plaza» -para unirse a otras columnas en Salamanca- (1866). «Se ha concedido la cruz de tercera clase del Mérito Militar a Francisco Naneti» - en la noticia se incluye a otros brigadieres- (1867), etcétera.
Sus restos descansan en el Cementerio Municipal del Carmen, de Valladolid.
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