Nada se sabe del origen del nombre 'cerro de las Contiendas', más allá de alguna especulación de escasa solvencia, en cuya ladera que mira hacia el casco urbano de Valladolid se levantó un barrio en la primera mitad de la década de 1950: el ... barrio Girón.
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En él se construyeron algo más de 700 viviendas, las primeras 168 se entregaron oficialmente el 22 de mayo de 1955. Una ceremonia que se hizo coincidir con el día en el que José Antonio Girón de Velasco celebraba catorce años al frente de Ministerio de Trabajo (entre mayo de 1941 y febrero de 1957).
La construcción de la totalidad de las viviendas previstas no concluyó hasta 1960. La licencia que solicitó la Obra Sindical del Hogar, inicial promotora, fue de 725 casas, bajo el nombre de 'Grupo José Antonio Girón de Velasco'.
No obstante, fue el Instituto Nacional de Vivienda (dependiente del Ministerio de Trabajo) el que asumió todo el peso de sacar adelante el barrio. Un barrio que se construyó con todos los atributos de pueblo de colonización: casas blancas, iglesia, escuela, centro sanitario, centro recreativo –hogar del productor se llamó–, cine, y su característica plaza porticada –a modo de Plaza Mayor– en torno a la iglesia y dotada de locales comerciales.
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Entonces estaba alejado del casco urbano y con una deficiente conexión viaria; la Huerta del Rey no comenzó a ser habitada hasta 1970, y solo existían el puente Mayor y el Colgante, pues el de Isabel la Católica (o del Cubo) –el tercer puente de Valladolid– fue transitable a partir de 1956. Y el abastecimiento de agua corriente comenzó a funcionar en 1958: hasta ese año un aguador, con cuba y caballo, suministraba agua a las casas que la demandaran.
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Las primeras licencias de comercios fueron, lógicamente, las típicas para atender la demanda básica de las familias: cantina, carbonería, barbería, abacería, comestibles, mercería, pescadería…
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Las viviendas, cuyas superficies abarcaban de 60 a 100 metros cuadrados, con las características bóvedas catalanas, repartidas por una treintena de calles y plazas, son en su mayoría unifamiliares, con patio en el que las familias pudieran desarrollar cierta actividad de subsistencia: crianza de gallinas y conejos, y alguna pequeña huerta.
Una de las calles que articulan el barrio es la avenida de las Contiendas, que lo recorre de punta a punta por su parte alta, muy próxima al cerro. En ambos lados de la avenida hay calles: unas que descienden hasta la Huerta del Rey, y otras, por la izquierda, que aun trepan más por la ladera del cerro.
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La ancha avenida nace junto a la Residencia Cardenal Marcelo de personas mayores, propiedad de la Diputación de Valladolid, que se inauguró en enero de 1975.
A la altura del número 69 de la avenida está la plaza más chica de Valladolid: del Abanico, un espacio recoleto con algún banco y completamente apartada. A esta singularidad, se une que en el barrio se han diseñado plazas con casi todos los formatos posibles: cuadrada, elíptica, y triangular, además de la de forma de abanico.
Y, sin duda, la calle de la Veleta –que sale junto al número 100 de Contiendas– es el mirador más interesante, pues ofrece una buena panorámica sobre el barrio, la Huerta del Rey y una parte de Valladolid. Pero, sobre todo, una perspectiva de la iglesia que se alza en la plaza de la Porticada, que también se ve desde este punto.
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La iglesia de San Pío X es de los mismos arquitectos que planearon las viviendas: Julio González (arquitecto municipal desde 1941) y el catalán Ignacio Bosch, que trabajaba para la Obra Sindical del Hogar. En la traza de la iglesia se ve la mano de Julio González. Está inspirada en la del municipio de Rueda, y como apunta la doctora arquitecta María Jesús González Díaz en un artículo sobre el barrio Girón, su monumentalidad se utilizó para dotar de dignidad al barrio.
La avenida, una vez que termina el tramo con viviendas a ambos lados, se prolonga en un parque construido entre el Instituto Politécnico Cristo Rey y el Centro Base, dedicado a la valoración y atención a las personas con discapacidad, hasta desembocar en la Avenida de Gijón, frente al silo construido en 1945 y considerado un ejemplo interesante de arquitectura industrial.
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Hoy día, este barrio que nació para atender a las familias con especiales dificultades económicas y que producía cierto temor a transitar por él, ha conocido un cambio radical desde que quedó unido por completo al casco urbano de Valladolid, pasando a ser un espacio codiciado por personas de cierto poder adquisitivo.
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