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Caldereros hasta 1897, por haber en ella talleres y fraguas. Antes, del Verdugo, por habitar en una de sus callejas el encargado de dar garrote a los condenados a muerte. Hasta que en marzo de 1897 el Ayuntamiento de Valladolid decidió poner el nombre de Montero Calvo a esta calle no especialmente hermosa pero sí muy céntrica, en recuerdo del pintor que de no haber fallecido joven –a los 28 años– posiblemente hubiera estado entre los mejores pintores españoles.
La vía, que comienza en la calle Santiago y termina en la plaza de España, tiene importantes referencias históricas y arquitectónicas. Ya su nombre nos habla de uno de los artistas vallisoletanos más significativos del siglo XIX, según el historiador de Arte José Carlos Brasas Egido.
Arturo Montero Calvo nació en Valladolid el año 1859 y falleció en Madrid el 13 de julio de 1885, donde había sido traído desde Roma –ciudad en la que estaba pensionado por la Diputación Provincia para continuar su formación–, pues una enfermedad que arrastraba se agravó de forma alarmante.
El pintor había comenzado sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Valladolid, los perfeccionó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, en la que fue uno de sus mejores alumnos y, a continuación, marchó a Roma, la meca de los artistas del siglo XIX. En su corta vida, sin embargo, obtuvo numerosos premios y concitó la esperanza de llegar a ser uno de los mejores artistas españoles de su época. Valladolid lloró su muerte pues en él estaban depositadas muchas ilusiones de verlo pasar a formar parte de la gran historia del arte.
Esta céntrica calle nos lleva a otro ilustre vallisoletano, el poeta Jorge Guillén, que relata así su infancia: «Nací en Valladolid el 18 de enero de 1893, en el número 11 de la calle Caldereros –hoy Montero Calvo–, cuya casa todavía se conserva. Está cerca de la calle Duque de la Victoria, un poco más allá de El Norte de Castilla. Toda mi infancia la pasé allí. Todo lo que sé lo he aprendido allí, con mi padre, con mi madre, con mi lenguaje, con mi sentido de la vida. Si mi infancia no hubiera transcurrido en Valladolid mi poesía hubiera sido distinta».
En Montero Calvo se inauguró en 1943 el Teatro Carrión –con la proyección de la película 'La octava mujer de Barba Azul'– considerado en su momento como la más suntuosa sala de espectáculos de Valladolid, adornada con bellas vidrieras, en la que el hierro fue su armazón principal y por su excelente acústica. Los hermanos Carrión fueron los arriesgados promotores, pues hablamos de una España de posguerra con gran penuria económica. El edificio cuenta con el añadido de quien fue su arquitecto, Ramón Pérez Lozana, que también puso su firma en el cine Lafuente (calle Mantería) y el cinema Roxy, en la calle María de Molina reconvertido en Casino desde la Nochevieja de 2015.
La calle, que como se ha dicho, comienza en la de Santiago, lo hace entre el impresionante edificio conocido como del Canónigo, y un supermercado de la cadena Carrefour, que ocupa el mismo local en el que en su día se instaló el mítico Simago, un establecimiento que en 1967 cambió por completo el concepto de comercio y que al parecer fue el primer lugar de Valladolid en el que se instalaron escaleras mecánicas.
Radio Valdeprado, uno de esos comercios que ha sabido adaptarse a las demandas cambiantes y que inició su andadura comercial en la década de 1940, fue pionero en poner una televisión encendida para que los peatones se detuvieran delante de su escaparate.
La calle se cruza con la de Alcalleres, cuyo nombre nos transporta al barrio de la morería, en el que había alfares y en cuyo corazón (Claudio Moyano) se han localizado en 2019 los restos de una mezquita.
En la acera de los impares la concurrida Churrería el Castillo abrió sus puertas en 1969. En la calle ha habido más establecimientos hosteleros, pero sin duda el mítico Onsurbe, que se instaló en el número 28 en 1880, destacó sobre el resto: en los años 60 la cantina comenzó a ser frecuentada por estudiantes y por personajes pertenecientes a los ámbitos de la cultura y el arte, como Cuadrado Lomas o Domingo Criado. Cerca ya de su cierre, un suelo mullido conseguido a base de echar serrín sobre serrín, un fuerte olor a vino y una luz mortecina eran tres de sus características. También tenía el sobrenombre de 'carriazo', por un brebaje que vendía servido en botellines de cerveza reutilizados y sellados con un tapón de corcho atravesado por una pajita para sorber el líquido al parecer compuesto de clarete y mistela.
Atravesada la calle Duque de la Victoria, Montero Calvo entra en su último tramo; en la esquina que forman ambas calles estuvieron desde 1906 hasta 1995 la redacción y los talleres de El Norte de Castilla (se trasladó al polígono de Argales). Y junto al diario decano de la prensa española, en la segunda planta del portal contiguo al número 9, Radio Valladolid-cadena SER estuvo instalada desde 1964 hasta febrero de 2010, que siguió emitiendo desde su nueva sede en la calle de la Estación.
El extremo final de la calle ofrece al escaparate del centenario comercio Severo Fraile, abierto desde 1910. Un establecimiento que sin duda es el decano de las tiendas de ultramarinos de Valladolid.
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