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El Cronista | Callejeando por Valladolid

La plaza de San Bartolomé: el único acceso a Valladolid sobre el Pisuerga

Este enclave, desde el que partían caminos importantes como el de Simancas, Villanubla, Cigales y Fuensaldaña, se convirtió con el paso del tiempo en el epicentro del transporte por carretera

Jesús Anta

Valladolid

Viernes, 28 de julio 2023, 00:24

A la plaza de San Bartolomé, en el barrio de la Victoria, se llega desde el centro de Valladolid tras cruzar el Puente Mayor. Una construcción de relevante interés histórico y arquitectónico del que, en realidad, no hay muchas certezas acerca de su fecha de construcción, según pone de relieve el arquitecto del Ayuntamiento, Óscar Burón, encargado de hacer en su día el informe preceptivo para pedir a la Junta de Castilla y León la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC).

Lo que se sabe es que antiguamente se conoció como 'la puente del Río, la puente de Piedra o puente del Río Mayor' para distinguirlo de los puentes sobre las esguevas. Lo cierto es que el puente ha sufrido muchas transformaciones y reparaciones a lo largo de los siglos y que debería buscarse la forma de despejarlo del tráfico rodado para poder recuperar su singular carácter de puente de piedra.

Viene el nombre de plaza de San Bartolomé de un convento que con ese nombre se fundó en el siglo XVII a instancias de Don Bartolomé Canseco. Esta plaza «fuera el puente», fue en su día un enclave principal de Valladolid por muchos motivos. El primero, y principal, es que era el único acceso a Valladolid sobre el Pisuerga. Y por eso hubo puerta hasta finales del XIX, por lo que antes de que la plaza tuviera un nombre propio, la zona se conocía como 'Puerta del Puente'.

Plano de 1738. La Puerta del Puente daba nombre a lo que siglos después será la plaza de San Bartolomé. Ventura Seco

Se trata de un lugar muy concurrido desde siempre, pues de allí partían caminos importantes como el de Simancas, Villanubla, Cigales y Fuensaldaña, por donde venían los abastecimientos agrícolas y la piedra para la construcción (de ahí la existencia de un fielato inmediato al puente), luego convertidos en carreteras de Burgos, León y Salamanca. Por aquí se accedía al palacio real de la Ribera, del que aún quedan unos restos perfectamente visibles desde la playa de las Moreras.

Por la puerta pasaban los menesterosos que cada día iban al monasterio jerónimo de Nuestra Señora de Prado a recoger los alimentos que les dispensaban los monjes. Junto a la Puerta del Puente se estableció uno de los fielatos en los que se cobraba la mercancía que por este puente se introducía en Valladolid. Desde aquí partía el Tren Económico a Rioseco, conocido como 'tren burra'. Por aquí se llegaba a la dársena del Canal de Castilla, importante enclave para el transporte de cereales y primer espacio industrial que hubo en Valladolid, relacionado con la empresa Fundiciones del Canal, y las fábricas de harina La Flor del Pisuerga y La Perla. Y mediado el siglo XIX, por San Bartolomé pasaban las familias que iban a visitar a los encarcelados en la prisión provincial habilitada en el desamortizado Monasterio de Prado.

Cuenta el portugués Pinheiro da Veiga –que en 1605 pasó unos meses en Valladolid coincidiendo con la estancia de Felipe III–, que este espacio que ahora configura la plaza era uno de los lugares preferidos por las gentes de la ciudad en los días calurosos y que delante del convento de frailes de san Francisco de Paula (convento de Nuestra Señora de la Victoria, aproximadamente donde ahora está la Policía Municipal en la carretera de Burgos, y que da el nombre al barrio) «hay una plaza tan grande como el Rocío, donde están los hospitales de San Lázaro y San Bartolomé, casas muy buenas y una frondosa alameda en la orilla del río, con paseos para coches hasta debajo del puente». La alameda se conoció como Pradillo de San Sebastián y, hasta entrado el siglo XX, cuando se modificó el talud del río, fue un sitio donde la gente se bañaba en el Pisuerga. Viene el nombre de Lázaro por ser un establecimiento dedicado a los enfermos de lepra.

Puente Mayor, años 20. Al fondo a la derecha se ve la estación de San Bartolomé y, a la izquierda, las fábrica des harinas La Flor del Pisuerga y La Perla. Archivo Municipal de Valladolid

Otro atractivo se añadía al lugar, según el cronista portugués, era «una fuente muy linda» que había en medio de la plaza, por la que, entre sus adornos vegetales, arrojaba «dieciséis pennas» de agua hasta mucha altura. La penna era una medida lusa para líquidos que equivalía a un litro de agua arrojada durante un minuto a través de un conducto no más ancho que el cálamo o cañón de una pluma de ganso.

Aquella fuente se alimentó de las aguas traídas del manantial que luego se conoció como Fuente el Sol, cuya conducción venía por la calle del mismo nombre que antaño se conocía como calle de las Arcas (en referencia a los registros de las tuberías de conducción del agua). A finales del XVII los gastos de reparaciones de la fuente eran tan elevados que el Concejo abandonó su mantenimiento.

La estación del tren burra, llamada de San Bartolomé, fue un punto de referencia en la ciudad. Aquella línea ferroviaria creada por la Compañía de Ferrocarril Económico de Valladolid a Medina de Rioseco comenzó a prestar servicio en septiembre de 1884. Luego fue gestionada por la Compañía de Ferrocarriles Secundarios de Castilla, y tras ser integrada en FEVE se clausuró en 1969.

Año 1984, la plaza convertida en epicentro del transporte por carretera. Cacho-Archivo Municipal de Valladolid

Con el paso del tiempo la plaza de San Bartolomé se convirtió en epicentro del transporte por carretera: en sus inmediaciones se establecieron las oficinas de las empresas que contrataban la mercancía que llevaban o traían los camiones desde cualquier lugar de España.

La fábrica de harinas la Perla (en el cruce de las avenidas de Salamanca y Gijón), declarada BIC en 1991, cesó en su actividad en 2006. Dos años después se inauguró como hotel de cinco estrellas, y en 2016 cerró, dejándolo abandonado y sometido al vandalismo, hasta que en 2018 un colectivo le ocupó como centro social La Molinera. Recientemente el edificio ha sido adquirido por una empresa privada y el colectivo se ha visto obligado a abandonarlo.

Si hay otra construcción en esta zona con una sonada polémica es el edificio Duque de Lerma, cuya altura (cerca de 90 metros) se proyectan sobe el río y la plaza de San Bartolomé. Su historia da para un libro y, finalmente se terminó de construir para viviendas. Se inauguró el «12+1 de diciembre de 1999» (así figura en la placa conmemorativa fijada junto a la puerta de acceso).

Inauguración de los jardines de la plaza y de la máquina del tren burra en 1987. Cacho-Archivo Municipal de Valladolid

En 1987 la plaza conoció una profunda reforma, incluida la plantación de árboles, adornada con la última locomotora de la línea ferroviaria a Rioseco.

La máquina de tren, una Atlas Works fabricada por Sharp Stewart and Co. en Manchester en 1884, durante años estuvo en las Moreras, sobre un tramo de vías y junto a una especie de estación. Fue restaurada en los talleres vallisoletanos de Renfe en marzo de 1987. Se instaló en el centro de la plaza, rodeada de aligustres y unos frondosos plátanos que contribuyen a crear un espacio amable y relativamente aislado del grandísimo tráfico que soporta la plaza.

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