El Cronista | Historias de aquí
Los arcos triunfales que se montaban en Valladolid para recibir a personajes ilustresEl Cronista | Historias de aquí
Los arcos triunfales que se montaban en Valladolid para recibir a personajes ilustresUna antigua costumbre para recibir y agasajar a visitantes ilustres, especialmente si pertenecían a la familia real, era decorar las puertas de entrada a la población y montar «arcos triunfales» por las calles y plazas por las que fuera a pasar la comitiva. Estos arcos ... eran efímeras construcciones -como las ha definido la profesora María Antonia Fernández del Hoyo-, normalmente de madera, que se desmontaban nada más marchar la ilustre visita.
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El recibimiento no solo iba acompañado de actos de agasajo al personaje, sino de espectáculos para recreo de toda la población: iluminación de edificios principales, como el Palacio Real o la Casa Consistorial, repique de campanas, corridas de toros, fuegos artificiales, incluso desfile de timbaleros… en fin, según las costumbres de cada época.
Así, cuando Isabel de Valois (tercera esposa de Felipe II) vino a Valladolid en 1565, las Puertas del Campo (más o menos donde ahora están las puertas del Campo Grande que dan al Paseo de Filipinos), estas se engalanaron primorosamente para la ocasión.
También se organizaron arcos y construcciones similares para diversas actividades, como los accesos a la «Exposición artística, industrial, mercantil, agrícola y científica» que se montó en el Campo Grande el año 1871 para demostrar la pujanza económica de la que entonces presumía Valladolid. Feria que, más o menos similar, se repitió en 1906.
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Sobre arcos triunfales, la prensa y los historiadores de Valladolid nos han dejado ilustrados unos cuantos casos. Veamos alguno de ellos.
El rey José I Bonaparte, hermano del emperador Napoleón, estuvo en Valladolid en tres ocasiones: la primera, el 27 de abril de 1811; la segunda el 10 de julio el mismo año; y la tercera el 23 de marzo de 1813.
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A su entrada en la ciudad de julio se la dio especial realce. Venía de vuelta al Palacio Real de su viaje a París donde había estado hablando con su hermano, y llegó por la carretera de Santander.
Salieron a recibirle, antes de entrar en la ciudad, la Municipalidad, el Obispo, el Cabildo, y las autoridades de la Universidad, así como el mariscal Bessieres y otros generales y oficiales. Cuatro cañones puestos cerca del Carmen Descalzo (iglesia del Carmen Extramuros), descargaron una salva cuando entró el rey, y en toda la ciudad empezó el repique general de campanas. Dos danzas de muchachos vinieron bailando delante del coche. A la altura de Santa Clara se puso un arco triunfal con la inscripción: «José Napoleón I.R.C.»
Todas las calles por la que pasó hasta Palacio Real estaban barridas, enarenadas y con colgaduras en ventanas de las casas. En la plazuela de Palacio se puso el templete que sirvió en la plaza Mayor cuando la proclamación de Fernando VII. Cantaron tres coros, uno en la puerta de palacio. Y por la noche se iluminaron todas las casas. Al día siguiente la comitiva se desplazó a la Catedral por celebrar un Te Deum.
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Los reyes de España, Isabel II, Alfonso XII y Alfonso XIII pasaron por Valladolid en diversas ocasiones y por los más variados motivos: visita a las obras del ferrocarril, inauguración de la Academia de Caballería, descanso de algún viaje, etcétera.
Una de aquellas ocasiones fue su parada en viaje de Isabel II hacia Santander para veranear. Llegó a Valladolid con su séquito la tarde del 17 de julio de 1861, y salió la tarde del 18 hacia Palencia.
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Vino en tren, y la empresa que estaba construyendo el ferrocarril, la Compañía de Ferro-Carriles del Norte, había adornado todas las estaciones por las que fue pasando la reina y en la Valladolid, en la verja de la Estación se levantó un arco triunfal.
Una vez que fue recibida a las puertas del Príncipe (Campo Grande) por todas las autoridades civiles, militares y religiosas la comitiva que acompañaba a la Reina recorrió las calles Santiago, plaza Mayor, plaza del Ochavo, Fuente Dorada y Orates, hasta la Catedral donde fue recibida por el Arzobispo. A continuación, se dirigieron al Palacio Real. Siempre acompañada la comitiva por la Comparsa de Gigantones, dulzainas y tamboriles.
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El recorrido estaba decorado con arcos, banderas, girnaldas y gallardetes. Y en la plaza del Ochavo, se levantaron cuatro arcos, en uno de los cuales esperaba a la comitiva un grupo de niñas que iban a ofrecer a la ilustre visitante flores, palomas y composiciones poéticas.
Durante la cena en el Palacio Real, una serenata actuó en la plaza de San Pablo, y se lanzaron fuegos artificiales.
Un mes más tarde y también el día 17, volvió a pasar por Valladolid la reina, que fue recibida con la misma pompa y solemnidad que en julio, y en su recorrido por la ciudad desde la Estación del Ferrocarril hasta el Palacio Real, pasó por debajo de un magnífico arco triunfal levantado por la Compañía del Ferro-carril del Norte, y por cuatro arcos en la plaza del Ochavo, pero muy mejorados respecto a al mes anterior. Y la puerta del Campo o arco de Santiago fue decorado con estatuas realizadas por el escultor Fernández de la Oliva (el que hizo la estatua de Cervantes de la plaza de la Universidad). En esta ocasión vinieron en viaje de recorrido por las provincias castellanas.
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Famosa fue la visita de la reina en julio de 1858 para conocer las obras del ferrocarril, más es una historia ya muy contada: se erigió un arco triunfal al principio del Campo Grande, y se decoró la puerta de Santiago.
Memorable fue la visita de Alfonso XIII en septiembre de 1903. El Ayuntamiento y la Casa Real la planificaron con mucha minuciosidad, acaso para compensar que el año anterior el Rey pasó prácticamente de largo sin siquiera saludar al numeroso público que le aguardaba en la Estación del Campo Grande, cosa que dejó muy mal recuerdo entre la gente.
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Con uniforme de capitán General visitó la Academia de Caballería, la Universidad, acudió a una corrida de toros, y también recorrió el Archivo General de Simancas.
La ciudad quiso mostrar sus mejores galas para que el rey se sintiera cómodo. Y para ello, entre otros agasajos y fiestas, se construyeron unos cuantos arcos triunfales: al menos, dos en la calle Santiago, otro en la de Constitución y otro más en Angustias
En septiembre de 1903 Alfonso XIII vino a Valladolid, motivo por el cual se construyeron varios arcos triunfales. Dos en la calle Santiago otro en la calle Constitución, otro en Angustias, y uno más a la altura de plaza de San Pablo, frente al edificio de la Diputación Provincial.
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Y la colonia suiza en Valladolid, formada básicamente por influyentes hombres de negocios, financió un arco en la calle Regalado del que la prensa informó que se trataba de un arco de estilo japonés.
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