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El Duende Eléctrico, en el garaje de su casa, en Herrera de Duero. Fotos y vídeo: Rodrigo Ucero

El hilo

El Duende Eléctrico, 22 años forrándose con la música

José Luis de Pablo compagina su trabajo en un taller de Valladolid con conciertos a pedales por media España. Es un verso libre del rock con cinco discos que pasea por La Vuelta y el Tour. Siempre con el humor por bandera

Berta Muñoz Castro

Valladolid

Sábado, 17 de febrero 2024, 00:12

José Luis de Pablo no tiene WhatsApp. Tampoco pulula mucho por las redes sociales, excepto por Facebook, donde cuelga los carteles de los bolos más inmediatos de su álter ego, El Duende Eléctrico. Su debut en solitario ante el público vallisoletano fue el 25 de ... mayo de 2002, el mismo sábado y la misma noche que millones de españoles estaban pegados al televisor esperando el 'Europe's living a celebration' de Rosa en Eurovisión. «Les dije que apagaran la tele del bar y comencé a tocar». Y desde entonces no ha parado. Abro Hilo:

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↓ Todo el mundo le llama Pepe o Duende. «Todos, menos mi pareja, que me llama Jose, y mi madre, que me llama José Luis», aclara el archiconocido Duende Eléctrico en la puerta de su casa, en Herrera de Duero. Llega a la cita puntual, a toda mecha a bordo de un Renault 8 naranja que va a juego con su indumentaria, un pantalón y un chaleco de alta visibilidad color butano y un gorro multicolor de bufón con cascabeles que de tanto ajetreo tiene que renovar cada año. Y unas 'yumas'. José Luis de Pablo, con sus 57 primaveras, calza esas míticas deportivas 'made in Spain' que molaban en los ochenta y que siguen comercializando medio siglo después. Su atrezo es similar al que utilizaba hace más de dos décadas, cuando se lanzó a actuar en solitario después de militar en varios grupos de Valladolid. Y no para de sonreír.

Pepe utiliza un R-8 para ir desde su casa, en Herrera de Duero, hasta su trabajo, en el polígono de San Cristóbal de Valladolid.

↓ «Mi primer concierto fue en el bar La Tartana de Valladolid, la misma noche que Rosa de España actuaba en Eurovisión. Les dije que apagaran la tele y, sorprendentemente, todos se quedaron escuchando mis canciones», asegura José Luis, que antes había formado parte de grupos como Los P-Rock, Las Brujas, Suicidio, Higadillos o Los Disolventes. «Estos tocaban con bidones de valvulina y palos», recuerda divertido. Y, a partir de ese sábado de mayo del 2002 fue un no parar. «Había meses que tocaba, además del fin de semana, los martes, los miércoles y los jueves. Eran otros tiempos. Cobrabas 250 euros y además te daban la propina», recuerda este juglar urbano del nuevo milenio. «Ahora, ya no hay tantos conciertos y te llaman para tocar a la hora del vermut o para el tardeo». Pero no tiene queja, todo lo contrario. «Lo agradezco, porque a las ocho he acabado». Y no baja de los cien bolos.

El Duende Eléctrico lució una camiseta con la frase 'Sí, todavía vivo con mis padres', en el primer concierto en solitario, en 2002.

↓ Tampoco podría aguantar el ritmo frenético de los primeros años. «Tenía lista de espera de tres semanas. Había días que desmontaba en un sitio y tenía que tocar en otro. No me hacía falta ensayar, porque estaba siempre tocando». Hasta llegar a las 200 actuaciones al año. «Tocaba más que los Celtas Cortos cuando estaban en la cresta de la ola», explica este trovador vallisoletano que ha llevado su 'bicibatería' por escenarios de media España y que es un fijo desde hace años en las etapas del Tour de Francia y la Vuelta Ciclista.

Decenas de personas escuchan al Duende Eléctrico en la plaza de los Arces durante las fiestas de Valladolid.

↓ Hasta los Pirineos viaja cada año El Duende Eléctrico en su Renault 18 ranchera. En el maletero de este clásico de 1984, José Luis transporta la bicicleta BH, los instrumentos, los bafles, la tienda de campaña y toda una suerte de artilugios que igual proyectan luces de colores que despiden pompas de jabón con sabor a Malibú con piña, el cóctel preferido de este peculiar artista desde su juventud, cuando le llamaban 'Relámpago', por aquello de que no paraba quieto.

En su R-18 ranchera hace una media de 25.000 kilómetros al año.

↓ Pepe toca el tambor y los platillos con dos palos de billar «muy machacados por el uso» que se sujeta en las rodillas con gomas. «Al principio las baquetas eran barandillas de balcón, pero me las robaron en Burgos», rememora. Mientras pedalea marca un ritmillo rockero que completa con la guitarra eléctrica y la trompetilla. «Antes tenía una armónica, pero la dejé porque era un trasto», explica en el garaje de su casa, donde hace un repaso a su dilatada carrera musical. Tiene cinco discos. 'Me estoy forrando con la música', primera, segunda, tercera, cuarta y quinta parte. «De cada uno he vendido 6.000 copias», a dos y tres euros, dependiendo del álbum. «Y todos son composiciones propias». Decenas de canciones cargadas de humor e ironía que hablan de la actualidad. Como 'El agricultor', un tema de su último disco que viene al pelo en estos días en los que los tractores están colapsando el país.

Los cinco discos que ha editado los vende durante los conciertos a dos y tres euros.

↓ La voz ronca de El Duende Eléctrico es otra de sus señas de identidad. «Intento cuidarme, pero dos décadas cantando a este ritmo pasan factura», reconoce. «Mi espectáculo dura dos horas y, después, tampoco me callo. Hace años consulté al logopeda y me recetó Anginovag, un espray que debe de ser muy común entre los cantantes y que valía para un apaño». Ahora, intenta tomárselo con más calma. «Hablo más que canto y ya no pierdo un kilo en cada actuación. Pero siempre, siempre, toco en directo. Nunca he hecho 'playback'».

El Duende Eléctrico publicita negocios locales durante sus actuaciones, que ahora incluyen luces led, humo y pompas de jabón.

↓ Detrás de este hombre orquesta hay un tipo corriente, extrovertido hasta el extremo, que no se ha forrado con la música [disculpen el titular, era para enganchar] pero que reconoce vivir mejor gracias a ella. Y que no se plantea dejar de trabajar. «Con tanto dinero, si no estás ocupado, puedes caer en la droga», bromea. «Estudié en la Sagrada Familia de Valladolid y, después, me especialicé en mecánica en el Cristo Rey». Siempre ha currado en el taller. «Llevo 20 años con los Hermanos Lorenzo, en el polígono de San Cristóbal», un empleo «flexible» que compagina con sus andanzas musicales. La próxima, el sábado 24 de febrero en la localidad leonesa de Sahagún. «También me han contratado para una fiesta en Madrid, pero como es una sorpresa no te puedo decir más», desvela este espíritu independiente.

En la Vuelta a Burgos, en el año 2020, otra de las citas ciclistas a las que suele acudir.

↓ A pesar de tener una agenda apretada, Pepe siempre guarda tiempo para su otra gran afición: la elaboración de vino. Cada año, embotella en Cigales 500 litros de clarete y tinto. «Lo envaso yo mismo, reciclo las botellas de vino de otras bodegas y coloco mi propia etiqueta, una pegatina que es siempre más grande que la original». El caldo de esta añada pega más de la cuenta, tiene 17 grados.

Etiqueta del vino que elabora en Cigales.

↓ Pepe lo ha vivido casi todo. Si le preguntas por algo que ha dejado en el tintero se le vienen dos cosas a la cabeza. La primera, que su canción 'Voy a pedales' no haya sonado en la Vuelta Ciclista a España y, la segunda, tocar en la Plaza Mayor de Valladolid durante las fiestas de la Virgen de San Lorenzo. «Hace años, durante la Party Dance, me encontré con León de la Riva y le comenté la idea de tocar junto a otra veintena de grupos de la provincia. Me dijo que fuera a pedirlo a la Casa Revilla y allí me acerqué en varias ocasiones sin que nadie me hiciera caso. Si no me llaman es porque no quieren, porque mi teléfono está en Internet», sentencia.

Cada año, José Luis de Pablo tiene que cambiar el gorro de bufón.

↓ Porque el Duende Eléctrico está abierto a tocar en su ciudad natal y donde haga falta. Lo de la música lo lleva en la sangre. Su padre, Luis, tocaba el saxo, el clarinete, la dulzaina y la guitarra. Su hermana Montse -cinco años menor que él- toca el piano, un instrumento que también domina su sobrino David. «Este sí que es un genio tocando», reconoce orgulloso. «Yo, en cambio, no aprendí solfeo. Si la guitarra suena bien es porque es buena», afirma. El paso de los años no ha conseguido minar su buen humor, ni esa personalidad arrolladora cargada de energía y creatividad que desplegó hace años por el programa '¡Tú si que vales!', un concurso de televisión del que prefiere no hablar. «De eso hace ya mucho tiempo y estaba amañado», zanja Pepe, que no se plantea colgar la 'yumas' por el momento: «Me divierto, viajo, la gente me quiere y, además, soy famoso. Así que, seguiré hasta que me aguante la voz». Tenemos '¡Arrancaaaaaaaaaaaa!' para rato.

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