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Un operario valla la zona acotada en Veinte de Febrero para trabajar en el lateral del Lope de Vega. Carlos Espeso

Valladolid

Cien operarios toman el Lope de Vega para sacarlo de la ruina y devolverlo a escena

El inicio de la obra de rehabilitación corta ya la calle Veinte de Febrero y en los próximos días el edificio se andamiará para asegurar sus fachadas

J. Asua

Valladolid

Jueves, 17 de octubre 2024, 06:51

La obra es «todo un reto». Así la valora el arquitecto vallisoletano Óscar Ares, coautor del proyecto de rehabilitación del Teatro Lope de Vega junto con el estudio Paredes Pedrosa. Solo con ver el movimiento en la calle Veinte de Febrero, cortada ya al ... tráfico para el acopio de materiales, la entrada de vehículos pesados y la inminente instalación de una grúa de gran altura para el movimiento de cargas, se predice la envergadura de una intervención que va para largo y que se tiene que afrontar en un punto sensible del casco histórico, con escaso espacio para operar.

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Sobre el papel, 22 meses. Eso sin contar con las desviaciones que puedan registrarse por unos imprevistos que, a buen seguro, surgirán durante el desarrollo del tajo. Más de un centenar de operarios, entre obreros y especialistas en diferentes disciplinas de restauración y sistemas técnicos, han tomado desde el pasado lunes el edificio para sacarlo de la ruina y devolverlo a la escena tras más de veinte años cerrado, según los datos de personal facilitados por Ares.

«Excepto la sala principal del teatro del XIX, que es una joya y se conserva bastante bien, el resto está en un estado de auténtica ruina», acota el arquitecto. Muros desplazados, forjados a punto de caerse y apuntalados de mala manera, escaleras en pendiente, vigas comidas por los xilófagos, cubiertas desplomadas, grietas en las que cabe una mano... Un panorama dantesco, según se puede constatar en las fotos que se aportan en esta información. «En la zona de los camerinos, por ejemplo, el riesgo de derrumbe es muy alto, se puede venir abajo en cualquier momento», apunta el profesional. Las medidas de seguridad serán pues fundamentales para que los que se muevan por el interior del bloque no sufran ningún percance.

Vallado en el lateral del Lope. Carlos Espeso

Ya se advirtió cuando se dio a conocer el plan de reforma: prácticamente habrá que rehacerlo entero. El presupuesto: 13,5 millones de euros después de confirmarse un desastre que lo disparó desde los 6,8 que se estimaron en un primer momento. Con excepción de la estancia original para las representaciones artísticas, en la que también habrá a emplearse a fondo, la reconstrucción será prácticamente completa, rescatando algunos elementos que por su valor merecen ser conservados, como las cerchas que sostienen la cubierta de la franja de María de Molina.

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La parte más delicada de esta recuperación, adjudicada a la UTE formada por las empresas OHL y Cabero Edificaciones, se afrota desde ya. En los próximos días, arrancarán los trabajos para asegurar las fachadas de este inmueble de 1861 y obra de Jerónimo de la Gándara con un «andamiaje de arriostramiento». En el exterior, se colocarán bloques de hormigón para sujetar unas grandes piezas metálicas que, ancladas a los muros, impedirán que estos se vengan abajo. Dentro, un enjambre de tubos con refuerzos contribuirán a estabilizar la envolvente.

Explica Ares que estas primeras labores para la consolidación de la estructura se compaginarán con el desmontaje de varios elementos históricos del Lope antes de iniciar las demoliciones. No se pueden mantener ni las butacas ni los sillones de la sala en herradura, porque la cantidad de escombros y polvo que se generará los estropearía. «También se va a retirar el telón original, que se envolverá en unos grandes tubos para llevarlo a restaurar en un taller especializado», relata el arquitecto. Además, se desprenderán pinturas de la bóveda y otros detalles ornamentales del teatro para recibir un tratamiento antes de volver a su sitio cuando se esté rematando el tajo.

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Una gran caja escénica

La otra operación sensible afecta a la parte central de la construcción, donde se procederá a excavar para generar una especie de sótano que dará cabida a un futuro foso para un orquesta, ahora inexistente. En este espacio, se asentará la gran torre escénica de nueva factura, una caja rectangular de aspecto acristalado con una altura que alcanzará los 28 metros y que incluirá todas las prestaciones para poder atender montajes artísticos de diferentes disciplinas, con un peine motorizado y pasarelas técnicas inferiores. Esta intervención es peliaguda, porque que se cimentará con micropilotes en profundidad y requerirá del máximo ciudado para no afectar al espacio histórico ni al resto de la ya débil edificación.

La obra se llevará a cabo en los 6.050 metros cuadrados construidos del inmueble y tiene un doble propósito. Por un lado, conservar la esencia del teatro original del XIX, que contará con 536 butacas (736 localidades para seguir eventos de pie), aunque con prestaciones técnicas y escénicas del siglo XXI. Por otro, sacar rendimiento al espacio con dos estancias completamente nuevas: una con entrada por María de Molina y la otra por Veinte de Febrero que permitirán la celebración montajes y espectáculos de diferentes formatos, así como para acoger exposiciones, conferencias y otros actos culturales. En total, mil personas podrán utilizar estos tres espacios de forma simultánea. El resultado de esta compleja rehabilitación se verá en 2027 si todo transcurre según los planes previstos.

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El que en este momento es el teatro más veterano de la capital fue adquirido en 2020 por el equipo de Gobierno de Puente y Saravia a la entidad Unicaja a cambio de una parcela para viviendas en el Callejón de la Alcoholera valorada en 1,9 millones de euros y un pago en efectivo de otros 20.000.

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