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Vista exterior del teatro Lope de Vega. Carlos Espeso
El Teatro Lope de Vega, símbolo de la pujanza industrial a la espera de rehabilitación

El cronista | Historias de aquí

El Teatro Lope de Vega, símbolo de la pujanza industrial a la espera de rehabilitación

Construido en poco más de medio año, este teatro a la italiana formó parte del ambicioso proyecto del promotor y constructor vallisoletano José León

Jesús Anta

Valladolid

Jueves, 18 de julio 2024, 06:54

El 6 de diciembre de 1861 se inauguró el Teatro Lope de Vega, el primer teatro moderno –a la italiana- del Valladolid del siglo XIX. Luego vendrían el Calderón de la Barca (28 de septiembre de 1864) y el Zorrilla (31 de octubre de 1884).

Hasta el Lope de Vega, el teatro de referencia de la ciudad era el viejo Teatro de la Comedia en la plaza de Martí y Monsó (antes llamada, precisamente, de la Comedia). Un viejo teatro del siglo XVI que mediado el XIX amenazaba ruina. Valladolid corría, por tanto, el peligro de quedarse sin teatro de un momento a otro.

Así que en 1856 se empieza a pensar en construir un nuevo coliseo. Y ese mismo año, un promotor y constructor vallisoletano, José León, junto con su socio, Saturnino Guerra, inicia los primeros pasos para levantar un teatro. Para ello se fija en el viejo palacio de los Almirantes, frente a la iglesia de las Angustias, propiedad del duque de Osuna, pero su propietario no accedió a la venta del mismo. Mas, José León, siguió buscando un solar apropiado a sus aspiraciones, que eran construir un teatro para dos mil espectadores.

En Valladolid se vivía un clima de euforia económica, pues estaba en construcción de la línea ferroviaria Madrid-Irún, se activaba el comercio y la actividad industrial y los cereales de los campos vallisoletanos tenían un excelente mercado nacional y de exportación. Actividad económica que se tradujo en que en julio de 1857 se creara el Banco de Valladolid.

Estaba consolidándose una burguesía que, todo hay que decirlo, crecía básicamente al calor de la especulación urbanística gracias a los terrenos obtenidos en la Desamortización. Pero que también veía en Valladolid oportunidades para la inversión y la puesta en marcha de negocios variados: cafés, hoteles, fábricas, cerámicas, etc. Una burguesía que demandaba actividades más refinadas y contemporáneas, como museos, teatros, casinos, círculos culturales, etc.

Detalles del exterior del Teatro Lope de Vega El Norte
Imagen principal - Detalles del exterior del Teatro Lope de Vega
Imagen secundaria 1 - Detalles del exterior del Teatro Lope de Vega
Imagen secundaria 2 - Detalles del exterior del Teatro Lope de Vega

Volviendo al empresario José León, pese a sus denodados esfuerzos por sacar adelante la construcción de un teatro, y tras varios intentos fallidos, desaparece de las noticias y mentideros locales pues, además, al parecer no había conseguido el capital suficiente para materializar su proyecto.

También hay que decir que buena parte del fracaso de José León se debió a que el Ayuntamiento tomó la iniciativa de construir un teatro municipal, y tras todos los trámites necesarios, en 1860 sacó el proyecto a subasta para que se presentaran licitadores… pero nadie presentó oferta alguna. El Ayuntamiento, después de varios intentos fallidos de adjudicación de las obras, cesó en su idea de construir el teatro. Y el de la Comedia pasaba temporadas cerrado por reformas que, de todas maneras, no le sacaban del peligro de ruina.

Fachada original del Lope de Vega. AMVA

Ante esta situación José León vuelve a escena y retoma su proyecto para erigir el teatro que la ciudad necesita. Para ello presenta al Ayuntamiento unos planos del afamado arquitecto cántabro afincado en Madrid Jerónimo de la Gándara, que hacía cuatro años había construido el Teatro de la Zarzuela en la capital de España. El lugar elegido era la esquina que formaba la calle María de Molina con Veinte de febrero. El Ayuntamiento ve en este nuevo embate de José León y Compañía la oportunidad de conseguir que la ciudad se provea del tan ansiado teatro, así que rápidamente le concede la licencia. ¡Ya tenemos teatro! se corre por la ciudad.

Por cierto, la calle Veinte de febrero «emergió» en una gran parcela que en ese lugar tenía el mismo José León y que cedió al Ayuntamiento a cambio de poder construir él viviendas en la nueva calle.

Rápidamente comienzan los trabajos de construcción: el que sería futuro Teatro Lope de Vega parece que pronto será una realidad, aunque rodeado de algunas irregularidades administrativas que no vienen al caso.

El edificio se levantó con rapidez: se había comenzado a construir en abril de 1861 y a finales de octubre las obras estaban prácticamente concluidas: la fachada, decorados e interiores hicieron de éste teatro un elegante y adornado recinto. La elección del nombre fue el fruto de las opiniones de los más destacados literatos españoles a los que José León consultó.

Patio de butacas del teatro. El Norte

Valladolid disponía ya de su teatro a la italiana, tan de moda en aquella época, que en esencia consiste en construir la sala en forma de herradura.

Y el 6 de diciembre de 1861 se inaugura con la obra «El premio del bien hablar», de Lope de Vega, como no podía ser de otra manera, varias piezas musicales, así como con unas palabras de Núñez de Arce y del admirado poeta Hatzenbuch, y otros poetas, que contribuyeron a una inauguración de lujo. El público, puesto en pie, aplaudió a José León y al arquitecto de la Gándara, que salieron al escenario a saludar. Todo prometía un futuro próspero para el nuevo teatro de Valladolid. Un teatro con compañía de actores y cantantes propia, del que la prensa y el mundo literario de Madrid se hizo eco.

«A Valladolid, a su teatro, a quien lo construyó», tituló Hatzenbuch su encendido poema, que empieza así: «A ver el nuevo teatro /de la gran Valladolid,/ este viejo de Madrid/ viene entre tanto mancebo./ Gracias tributaros debo/ y admiración con fe sencilla/ en la patria de Zorrilla / y en tan insigne ocasión,/ el Teatro de León; / y en él la flor de Castilla».

El Lope de Vega no paró, sin embargo, el proyecto que un grupo de empresarios había iniciado poco después de que el Ayuntamiento renunciara, en 1860, a construir un teatro municipal. Aquel grupo de empresarios maduraba construir un gran teatro en el solar que ocupaba el viejo palacio de los Almirantes, lugar donde no pudo hacerlo José León. Además, querían algo más que un mero teatro, querían un edificio en el que hubiera casino, café, biblioteca, salas de juego, salón de baile, etc. Es decir, unos servicios que dieran satisfacción a los gustos refinados de la nueva burguesía vallisoletana.

Un proyecto al que José León se opuso con todas sus energías, pero que culminaría en septiembre de 1864 con la inauguración del Teatro Calderón de la Barca. Pero esa es otra historia.

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