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Las cartas y la influencia de Sixto IV sobre Torquemada, el inquisidor vallisoletanoLiterarte
Las cartas y la influencia de Sixto IV sobre Torquemada, el inquisidor vallisoletanoCon carácter general, los ciudadanos sienten un escalofrío ante la mención al término Inquisición Española. Otros muchos reniegan de este suceso y aseguran que se trata de un mito, una leyenda y que la población no se vio diezmada, como aseguran muchas películas y libros. ... Bien si fuera cierto o no, la persecución mordaz de los inquisidores puede ser comprendida como una caza de brujas o una caza del disoluto, quien era atrapado y en ocasiones condenado a muerte por carecer de moral religiosa.
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Torquemada fue el instigador máximo de la Inquisición Española. a continuación, el texto completo de la bula papal en la que Sixto IV explica la necesidad primordial de establecer una conducta docta y prácticamente secular de la población, eliminando los comportamientos que no sean licenciosos:
«La genuina devoción y manifiesta profunda fe que muestra, en su reverencia hacia nosotros y la Iglesia Romana, requiere que accedamos a sus requerimientos en todo cuanto podamos a la vista de Dios, particularmente en aquellos que conciernen a la exaltación de la Fe Católica y a a salvación de las almas. Por su carta recién mostrada a nosotros, nos enteramos de que en varias ciudades, lugares y regiones de los reinos de España, muchos de los que voluntariamente nacieron de nuevo en Cristo gracias a las sagradas aguas del bautismo, en tanto continúan comportándose exteriormente como cristianos, tienen, sin embargo, adoptado en secreto la vuelta de sus antiguas prácticas religiosas y a las costumbres de los judíos, viviendo según las principales ordenanzas de superstición y mentira judaica, cayendo así fuera de la verdadera fe ortodoxa su cumplimiento y creencia de sus doctrinas. No han temido, ni temen ahora, incurrir en las censuras y castigos pronunciados contra los practicantes de perversa herejía bajo las constituciones del Papa Bonifacio VIII, nuestro predecesor de feliz memoria, y no solo persisten ellos en su ceguera, sino que infiestan con la misma a los que nacen de ellos, o tienen comunicación con ellos, aumentando así no poco sus cifras. Como por sus continuos crímenes han cansado nuestra tolerancia, y como creemos y con nosotros los prelados eclesiásticos, que es piadoso, y deber al mismo tiempo vuestro, velar por estos asuntos nos vemos obligados, a consecuencia de sus guerras, crímenes y evidentes injusticias con hombres que todo lo soportan por dios, con perjuicio de la Fe y con peligro de las almas y escándalo de muchos, a entender la humilde súplica que nos dirigís, para que tan perniciosa secta sea totalmente desarraigada de dichos reinos. >>Regocijándonos en Dios por su celo digno de elogio, por la salvación de las almas y esperando que no solo expulsaréis tanta mentira de vuestros reinos, sino que también en vuestros días someteréis a vuestro mando el reino de granada, y adyacentes lugares donde los infieles moran, y con la divina misericordia los convertiréis a la verdadera Fe, cosa que a vuestros antecesores les fue negada por diversos obstáculos, y que a vosotros os puede ser otorgada, viéndose coronada vuestra gloria con la eterna beatitud que es la recompensa de un juramento bien guardado, nosotros, por consiguiente, a estas cosas, estamos deseosos de acceder a sus súplicas, permitiendo tres, o al menos dos, Obispos o Arzobispos, u otros hombres de buena reputación que, sean sacerdotes seculares o religiosos de órdenes mendicantes o no mendicantes, hombres por encima de cuarenta años de edad, de buena conciencia, vida digna de elogio, maestros o bachilleres en Teología, bien doctores en derecho Canónico o licenciados examinados cuidadosamente, hombres temerosos de Dios, que podéis seleccionar de varias provincias y diócesis de los dichos reinos, accionen rectamente sobre los acusados de los crímenes y quienes les esconden y ayudan o apoyan, bajo la usual jurisdicción y autoridad que la ley y las costumbres permiten a ordinarios inquisidores de la herejía depravada».
No habría mejor candidato para el puesto que el ya conocido don Tomás de Torquemada, originario de Valladolid, y quien llegase a ser Arzobispo de Sevilla. Con la rectitud, intentó mantener a la sociedad dentro de los límites del catolicismo, pero la población española hacía caso omiso a sus órdenes seculares. La situación social española, los ataques de los árabes y el desconcierto religioso de los conversos condujo a la publicación del primer edicto de gracia el 2 de enero de 1481, donde se llamaba a todos los cristianos que fueran culpables de judaísmo, blasfemia, apostasía y otras ofensas a la fe, a fin de que acudieran ante el tribunal abjurar de sus errores y ser reconciliados con la Santa Iglesia.
Continuaron dos edictos más severos que obligaban a la población a someterse al poder de Torquemada, lo que impulsó el movimiento revolucionario, que muy pronto fue castigado duramente por la Santa Inquisición. Un grupo se unió para considerar qué debían hacer y decidieron que no debían permitir esta persecución religiosa; incluso planificaron el asesinato de los inquisidores. Pero un familiar de uno de los instigadores, por desgracia, se sinceró con su novio, profundo católico y sustentador de la Inquisición. Este denunció a los revolucionarios y se llevó a cabo el primer Auto de Fe de la Iglesia Católica.
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Tras este auto de fe se confesaron más de 17.000 conversos confusos, que empujados por el miedo a la Inquisición fueron doblegados por la fe católica. Durante ese verano, tan solo se les fue otorgado el indulto a mil quinientos de ellos. Torquemada fue oficialmente nombrado como Inquisidor de Castilla y León en febrero de 1482, cuando la Inquisición había tomado ya forma en la península. Otros tantos obispos dominicos que juraron el cargo aquel día fueron: Pedro de Ocaña, Pedro Murillo, Juan de Santo Domingo, Juan del Espíritu Santo, Rodrigo de Sagarra, Bernardo de Santa María, y Alonso de Cebrián.
Pero incluso las decisiones de los inquisidores como Torquemada estaban supeditadas a los indultos papales expedidos en el Vaticano, pues Sixto IV, indulgente pero persecutor de las conductas lascivas, recibía cartas sobre los injustos castigos de los inquisidores y las zafias persecuciones a las que eran sometidos los hombres y mujeres de la España medieval. Esto no hizo sino alentar a Fernando y a Isabel a sublevarse contra el Papa, escribiendo una carta en contra de sus indultos. Esta es parte de la respuesta de su santidad en 1483:
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«Vuestra carta está llena de piedad y singular devoción a Dios. Nos alegramos extraordinariamente, hija muy amada de nuestro corazón, de que vuestra Majestad haya puesto tanto cuidado y diligencia en los asuntos que tan ardientemente deseamos. Es muy grato para nosotros que os conforméis con nuestro deseo de castigar las ofensas de la Divina Majestad, con tanto cuidado y devoción. En verdad, muy amada hija, sabemos que vuestra persona está distinguida con muchas reales virtudes por la divina munificencia, pero ninguna hemos deseado nosotros tanto como la devoción a Dios y vuestro obrado amor a la Fe ortodoxa».
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Daniel Casado Berrocal
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Tomás de Torquemada, fiel representante de la Inquisición en España, dictó una serie de instrucciones tras la muerte del Papa que le convertían en el nuevo exponente de la rectitud católica en nuestro país y en Europa, diciendo así la siguiente carta:
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«Desde que en el tiempo del Papa Sixto IV, de feliz memoria, emanaron de la corte romana ciertas órdenes y bulas y excesivas disposiciones sobre penitencia, contra la equidad y en el detrimento de la Inquisición y sus ministros, sus Altezas ordenan que las cartas y provisiones sean leídas en lo que en general fuere para todo el reino, por lo cual se debe prever que puede justamente ser suspendida la ejecución de dichas órdenes y bulas si alguna persona pregunta por ellas y desea hacer uso de ellas, hasta que el Papa pueda ser consultado e informado de la verdad por orden de sus Altezas; pues no es de presumir que la intención del Santo Padre fuera causar ningún impedimento a los asuntos de la Santa Fe Católica; mas las dichas provisiones de sus Altezas no serán publicadas hasta que se viere si el Papa Inocencio VIII, recientemente elegido, concederá ciertas bulas y mandatos en lugar de aquellos que fueron mandados de su tribunal de justicia, en detrimento de la Santa Inquisición»
Torquemada llegó donde ningún otro inquisidor lo había hecho, contribuyendo a los comienzos del césaropapismo, que en ciertas ocasiones pudo ser perjudicial para la Cristiandad, pero que sirviera para los intereses de la Inquisición Española, propugnando un espíritu recto y eliminando lo laxo en una sociedad en la que reinaba la multiculturalidad. Hoy nadie se enorgullece de este hecho, pues sirvió para atrapar, condenar, insuflar pánico e incluso asesinar a miles de personas inocentes, pero nos sirven, estas historias, para conocer el pasado de uno de los personajes más controvertidos de Valladolid, cuyo yugo se siguió proyectando sobre la población castellana.
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Sobre la firma
León (1996). Graduado en Educación Primaria por la Universidad de León. Realizó el Máster en Arte, Literatura y Cultura Contemporánea en la Universidad Oberta de Catalunya. En Leonoticias desde 2023. Articulista de opinión. Responsable en Leonoticias de 'El Odonista' y 'Edificios Emblemáticos de León' y en El Norte de Castilla de 'LiterArte'.
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