Las cámaras de seguridad detectaron «movimientos» en el macuto del preso fugado
El informe de la Guardia Civil destaca la rápida colocación de todos los enseres y cómo cuatro hombres auparon la gran bolsa en la que supuestamente se encontraba el narco Ángel Benito a la parte trasera de un BMW
Dos momentos, precisa la Guardia Civil, son en los que se perciben «movimientos» en una gran bolsa de cuadros. Un macuto en el que supuestamente, ... aunque para el instituto armado no hay dudas, se hallaba el narcotraficante extremeño Ángel Benito. Fue su vía de escape para salir en una mediática fuga del centro penitenciario de Villanubla el pasado 14 de febrero. Desde entonces nada ha trascendido de su paradero.
En lo que sí que han ahondado en estos tres meses los agentes es en averiguar los porqués y cómo fructificó la huida de uno de los cabecillas del clan de Los Hilarios. Todas esas pesquisas se han centrado en los tres exreclusos que ese 14 de febrero encontraban la libertad. Daniel B. I., Cristian B. B. y Álex R. D., miembros de la banda del BMW, salían esa jornada de la cárcel y todo apunta a que entre el voluminoso equipaje se hallaba agazapado Ángel Benito, un hombre de 1,80 metros de altura y complexión fuerte.
Fue la hipótesis que cobró más fuerza desde en principio al no tener pistas de otro plan de fuga. Así que, con detenimiento, la Guardia Civil analizó todos los fotogramas de esas grabaciones internas. Los tres jóvenes miembros de la banda del BMW superaron cuatro controles, «en los que hubo fallos humanos», para llegar al exterior. En ese trayecto, agrega la Guardia Civil, captan «dos movimientos que no se pueden justificar por la proximidad de ninguna cosa o persona», detalla ese informe.
La investigación desde ese momento se traslada al exterior del centro penitenciario. Como suele suceder en estos casos, cuando tres internos abandonan legalmente la prisión, son recibidos por gran gentío. Un número relevante de familiares y amigos, quienes en muchas ocasiones celebran esa libertad de sus seres queridos en las mismas inmediaciones de la cárcel.
Un minuto
Ese 14 de febrero no fue así. Todo el mundo se disipó en «un minuto». Entre la muchedumbre, incluso, no se descarta que en ese momento se encontraran también personas afines al narco fugado, que en sus coches se esfumaron de la zona. En esos sesenta segundos, los tres exreclusos ya se encontraban entre la muchedumbre, pero había que colocar todos los enseres que habían sacado de la cárcel.
Sorprende a la Guardia Civil que ese macuto en el que con anterioridad le atribuían «dos movimientos» en su interior fuese movido por cuatro hombres para ubicar el paquete en la parte trasera izquierda de un BMW. Lo levantaron a peso y lo colocaron cuidadosamente. A partir de ahí se acabaron las imágenes para construir un relato de los hechos de qué pudo pasar.
Desde entonces, la Guardia Civil ha centrado la investigación en los vídeos y en las testificales de los funcionarios de prisiones. Son las pruebas de cargo presentadas que derivaron en una comparecencia pactada de los tres investigados con la Guardia Civil. Fueron a la comandancia, pasaron a ser tratados en calidad de detenidos por quebrantamiento de condena como cooperadores necesarios, se negaron a declarar y abandonaron las dependencias de la Benemérita con cargos. Nada de pasar a disposición judicial al ser un delito que conllevaría una pena de prisión entre los seis meses y el año. Al igual que la madre de uno de ellos, la cuarta persona que figura como investigada al ser la titular del BMW en el que supuestamente iba Ángel Benito.
De todas esas pesquisas, encuadradas bajo el nombre de la operación Escape, se desprende un profundo análisis de las redes sociales de los sospechosos para establecer una «relación previa» entre el interno evadido y los tres liberados, reforzando la hipótesis de una fuga planificada. La investigación, igualmente, descartó que algún funcionario de prisiones hubiera ayudado en la huida, si bien durante este tiempo han declarado para esclarecer qué sucedió ese día y analizar la conducta durante los días previos de los implicados.
Toda esa documentación obra ahora en poder del Juzgado de Instrucción número 5 de Valladolid para ver si sigue con el procedimiento o, por el contrario, archiva un procedimiento del que hasta la fecha solo hay indicios.
De una posible recompensa por ayudar en el plan de fuga, la Guardia Civil tampoco tiene una constancia real. No hay pruebas, ni rastro de transacción económica alguna, pero se tiene claro que nadie se implica de forma gratuita. «En algunos casos, al ser clanes pueden alcanzar otro tipo de acuerdos que sobrepasen la mera cuantía económica», agregan fuentes cercanas al caso del único fugado del centro penitenciario de Villanubla en sus cuarenta años de vida.
A pesar de todo, del narcotraficante Ángel Benito poco se ha vuelto a saber. Se ha esfumado del mapa y la investigación baraja la «alta posibilidad» de que no se encuentre en España. Tuvo demasiadas horas para escapar y cuenta con un entorno muy bien armado económicamente para permanecer oculto tiempo. «Somos realistas y conscientes de que es muy complicado encontrarle a corto o medio plazo», recalcaba el subdelegado del Gobierno, Jacinto Canales, en los primeros días de búsqueda.
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