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Fernando Polanco, junto a sus hijos Fernando, José María, Carmen y Ángeles.
Coronavirus en Palencia: «Mi padre no ha muerto de covid, pero le mató el coronavirus»

«Mi padre no ha muerto de covid, pero le mató el coronavirus»

Fernando Polanco ·

Falleció el día 18 de un infarto y su hija Ángeles asegura que el colapso en la sanidad por la pandemia impidió prever el empeoramiento de su salud y evitar su muerte

Marco Alonso

Palencia

Martes, 28 de abril 2020, 07:05

La frase entrecomillada que titula estas líneas puede parecer ambigua y complicada de entender, pero la persona que la pronuncia, la vecina de Barruelo de Santullán Ángeles Polanco, recalca que es completamente verosímil y que hay cientos de personas que podrían suscribir estas palabras en primera persona. «Mi padre tuvo la mala suerte de estar ingresado en el Hospital Río Carrión el día en el que llegó el primer caso de coronavirus. Tenían que hacer sitio para acoger todo lo que les iba a llegar y le dieron el alta, junto a muchísimas personas más que tenían riesgo de contagiarse», explica Ángeles, que junto a su familia hizo lo que estuvo en su mano para que su padre, Fernando Polanco, superase la neumonía que le llevó al hospital, pero todos esos esfuerzos se vieron frustrados en su casa el sábado 18 de abril, cuando un infarto acabó con la vida de este minero jubilado que llevaba años luchando desde una plataforma para mejorar la sanidad en el medio rural.

Ángeles Polanco es la portavoz de la Plataforma por la Recuperación de las Guardias Médicas de Barruelo de Santullán y su padre, a sus 82 años, era una de las personas que peleaba para que el medio rural no perdiera servicios sanitarios fundamentales para las personas que residen en él. «La gente mayor es la que está haciendo que este movimiento por la sanidad tenga fuerza en el medio rural. Mi padre, y otras muchas personas mayores, son las que han peleado todas las semanas para defender esto y se ha muerto mientras veía cómo se derrumbaba la Sanidad por culpa del coronavirus», explica su hija Ángeles, que cree que la gestión que se está realizando de la crisis está dejando desprotegidos a los enfermos con otro tipo de problemas, como era el caso de su padre. «Se estuvo quejando durante dos semanas de que no se encontraba bien. Tendrían que haberle puesto en contacto con un neumólogo o un cardiólogo. Durante ese tiempo solo hemos podido llamar a los médicos, pero hay cosas que no se pueden hacer por teléfono. La gente sigue estando enferma de las patologías que tenía antes, pero ahora parece que solo hay atención para la covid», añade.

Fernando Polanco nació en la pequeña localidad de Valle de Santullán y desde los 16 años trabajó en la mina. Corría el año 1954 y este incansable trabajador caminaba a pie por el monte todos los días desde su pueblo natal hasta el Pozo Calero para conseguir un jornal y contribuir con su esfuerzo a la economía familiar. Los años pasaron, la minería dejó de dar beneficios a la familia de Fernando, que junto a su mujer crió cuatro hijos, y tras el cierre de todas las minas de la zona, este palentino se reconvirtió en trabajador de tiendas de electrodomésticos. La mina pasó de ser su vida a convertirse en un mero recuerdo que le dejó unas secuelas complicadas en forma de silicosis. El sílice del lecho rocoso en el que trabajó durante años se adhirió a sus pulmones y le generó unos problemas respiratorios que, junto a su edad, le hicieron formar parte de la lista de personal de riesgo durante la pandemia.

Fernando Polanco, a la derecha, durante el concurso de posteadores de 1966 .

Una retención de líquidos le llevó a ingresar en el Hospital Río Carrión en dos ocasiones a principios de año y el pasado 11 de marzo regresó al centro hospitalario por una neumonía, pero solo estuvo allí hasta el día 13, fecha en la que volvió a la Montaña Palentina mientras el hospital se preparaba para acoger el aluvión de enfermos de covid que ha hecho cambiar completamente el funcionamiento del centro.

La muerte de Fernando Polanco ha dejado un vacío en los vecinos de Barruelo y su hija Ángeles no para de repetir que es completamente injusto que mueran de esta manera las personas que han peleado para que España saliera del oscurantismo de la posguerra. «La gente mayor es la que ha conseguido que en este país tengamos la calidad de vida que tenemos y es una pena que se mueran así», sentencia Ángeles que, junto a sus hermanos Fernando, José María y Carmen, se despidió el día 18 de su padre de una forma tan fría como dura. «Se ha pasado toda la vida trabajando y ahora termina sus días de esta forma, sin funeral, sin abrazos, sin nada. Es como que me falta algo: una despedida que me permita aliviar el dolor de todo esto. Hemos quemado a mi padre esperando que este verano podamos hacer una misa en su honor en su valle, en el Valle de Santullán», concluye Ángeles.

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