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L. A. c.
Baltanás
Lunes, 11 de mayo 2020, 07:49
Regenta la Carnicería Baranda en Baltanás desde 1886. Un servicio que se ha mantenido fiel durante todas estas semanas, atendiendo también los pedidos de numerosos vecinos de la comarca. Reconoce que los primeros días fueron de muchísimo trabajo, pues los cerrateños tenían temor al desabastecimiento. «Lo que al principio vendimos de más, ahora lo estamos vendiendo de menos, pues la gente vivió esta situación con miedo y se aprovisionó de víveres para una buena temporada», comenta Francis Baranda.
A pesar de las circunstancias, se siente afortunado de tener el establecimiento abierto y poder dar servicio a la comarca, aunque reconoce que el nivel de ventas es inferior al de otros años. «Como es lógico, el producto que suele consumirse por las cuadrillas durante los fines de semana o lo que adquieren los restaurantes de la zona no lo estamos vendiendo. La compra que realizan las familias es rara, es una compra cotidiana, de carne para guisar y pollo, pues hay mucha gente que se ha quedado en el paro. Sí que es cierto que en Semana Santa han apoyado a nuestros ganaderos con la compra de lechazo. A pesar de todo, no puedo quejarme, pues peor lo tienen todos aquellos establecimientos que han tenido que cerrar sus puertas», señala Baranda.
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El sector ganadero es uno de los que más ha sufrido esta crisis al tener excedentes de lechazos. «A pesar de que los clientes han apostado por su consumo, no se ha cubierto toda la oferta que había, pues es complicado absorber toda la producción. Ahora la situación está más tranquila, aunque cuando vengan los próximos partos puede pasar lo mismo», indica Baranda.
Durante estas semanas, se ha incrementado el pedido telefónico, de modo que los clientes únicamente pasan por la tienda a por la carne. «En algunos casos, se lo hacemos llegar, aunque normalmente son los hijos los que se lo llevan. Hay varios clientes en pueblos de la comarca, por lo que sus pedidos son grandes, para 10 ó 15 días con el fin de evitar el desplazamiento al pueblo», explica.
El establecimiento también ha adoptado varias medidas para preservar la protección de sus clientes y empleados. Además de trabajar con mascarilla y guantes, se realiza constantemente la desinfección del mostrador. Todas estas medidas sirven para evitar contagios, aunque no es solo el coronavirus lo que preocupa en el pueblo. «En estas zonas, todo es una cadena, pues todos vivimos de todos. Al quedarse gente sin trabajo, empiezan a fallar los eslabones y se va parando hasta lo más básico, por lo que la gente no compra con alegría. Esperemos que todo esto vaya pasando», incide Baranda.
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