A Vox ya solo le queda la agitación

Lo primero que deberían saber en Vox es que han pasado de ser un partido minoritario de gobierno a ser percibido como un movimiento mayoritariamente de agitación, imprevisible, caprichoso incluso. Uno no se esfuerza como lo hicieron en Vox con la noble intención de entrar en cuantas instituciones pudieran hacerlo para, por un tema muy secundario para ellos mismos y de escaso o nulo reflejo en los pactos que se propiciaron en ese contexto, la inmigración ilegal, tirarse al monte en dos tardes. Les fastidiará que se diga, pero como apuntaba Quirós, el director de ABC, ya «no constituyen una oferta política madura y apta para participar en la gestión de gobierno, en eso se parecen a Podemos». En eso Abascal se comporta como Iglesias.

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Lo segundo es que da la sensación de que no conocen realmente este país, su historia, su cultura política… En España estas bravuconadas resultan ridículas y eso, parecer ridículo, aquí no se perdona. La corrupción sí, el ridículo no. En España quien manda, por mal que mande, ya parte con ventaja. Miren a Sánchez. Ahora la han perdido. La ventaja. Además, en España nuestro sistema electoral y nuestro modelo político impulsan los liderazgos de abajo hacia arriba, de los territorios a Madrid, no al revés. Somos provincianos hasta la caricatura… Adoramos a los reyezuelos locales con auténtica devoción… Por eso fue importante para Vox tocar poder en las comunidades; ahora será difícil que esta renuncia sea compensada con ninguna otra estrategia, mucho menos de inspiración internacional, ni a medio ni largo plazo. A Vox le viene al pelo el dicho de que por lo visto ha sido demasiado arroz para tan poco pollo. O ese otro de que para un viaje así no se necesitaban esas alforjas. Debieron fijarse en Podemos o en Ciudadanos.

Y tercero. En política no prosperan decisiones a medias como la de Vox. Igual que no existe el «principio de embarazo», se está embarazada o no, al 100%, el primer día de gestación como el número 143, no habrá modo de que la ruptura del PP sea solo aproximativa, quirúrgica, y no alcance a todas las instituciones en las que ambas formaciones se encuentren unidas por cualquier acuerdo. El PP probablemente se encargue de ello, si acaso a Vox le flaquean las piernas. En Valencia lo ha hecho rápidamente. Porque es absurdo que algo que se pactó globalmente ahora se pretenda romper por partes. Esto sí, esto no… Las Cortes no, la Junta sí, ayuntamientos no o puede que sí… Memeces.

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En el debate público, los electores de PP y Vox (ni te cuento simpatizantes o afiliados) no entenderían acuerdos de conveniencia, custodias compartidas, grises, mezclas… Este paso, tal y como se ha dado, dudo que con la medida y meditación debidas, demanda claridad, rotundidad, alta definición. Así que probablemente se deslice hacia otros ámbitos más pronto que tarde. Insisto, si no por iniciativa de Vox, del PP. ¿Qué credibilidad política, qué consistencia tiene por ejemplo el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Valladolid con una teniente de alcalde de Vox? El PP no solo debería revertir aquellas medidas que adoptó en Castilla y León por el pacto con Vox, por ejemplo todas las relacionadas con el Diálogo Social o el Serla, sino laminar de paso cualquier alianza (que no es lo mismo que pacto coyuntural) que le una al partido de Abascal en cualquier territorio.