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El traslado de 21 menores inmigrantes a Castilla y León no puede ser el verdadero detonante de la salida de Vox de la Junta de ... Castilla y León. Al menos, no el argumento con el que Gallardo puede convencer al común de los mortales. Primero, porque él no ha tenido capacidad de decidir; se lo ha impuesto Abascal. Segundo, porque lo de los 21 menores inmigrantes huele a excusa para, antes de que les eche Mañueco, coger ellos las de Villadiego, con pose digna, eso sí.
Desde hace meses se sabe que Mañueco, presidente del PP regional y de la Junta, quiere ser el primero en prescindir de Vox tras haber cargado mucho tiempo con el baldón de haber abierto la puerta de los gobiernos autonómicos a la extrema derecha. El 30 de abril de 2023 el PP filtró a la prensa de Madrid que lo haría después de las Municipales y Autonómicas de ese año. Sorprendió Pedro Sánchez adelantando las Generales y se frenó. Pero desde el pasado 30 de abril (se repite día y mes) Mañueco tiene la herramienta que le permite gobernar en minoría hasta completar la legislatura, los Presupuestos de la Comunidad. Y en los despachos de Vox eran conscientes de que todo dependía de que al PP se la pintasen calva para prescindir de ellos. Vamos, que aquí cualquier salida de pata de banco de Gallardo habría servido para romper. ¡Bueno es Mañueco para remarcar su perfil de líder nacional!, ámbito en el que le ensombrecen Ayuso, Moreno y Rueda con sus mayorías absolutas, y los levantinos Mazón y Miras, en sus pactos con Vox.
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Vox se lo ha puesto en bandeja a Mañueco, porque la decisión de irse de la Junta de Castilla y León por aceptar 21 menores inmigrantes es digna de haber sido diseñada por el que asó la manteca. Primero, dejan una plataforma institucional del máximo nivel protagonista; si lo saben los de Ciudadanos (¿A que sí, Igea? ¿Verdad, Ana Carlota Amigo?). Segundo, porque no es lo mismo que hable el vicepresidente de un gobierno (aunque sea vicenada, como Gallardo) a que lo haga un simple parlamentario. Tercero, por la impresión que dejan de que les importa un pito la gestión de lo público. Y cuarto, porque en el caso del vicenada resuenan dos frases que pronució el 13 de abril (otra vez abril) de 2022 en el debate de estreno del primer pacto autonómico PP-Vox: «Toda España mira a Castilla y León. Todos nuestros compatriotas vuelven sus ojos hacia nosotros para ver qué vamos a hacer en este Gobierno de coalición».
Y ahí está la madre del cordero: todos han podido ver que no han hecho gran cosa. Un consejero de Industria y Empleo en una 'cruzada cazacomunista', dedicado a cargarse las políticas de diálogo social y atacar a sindicatos y empresarios. Un titular de Cultura que se transformó en consejero de Toros; pobre Cultura. Y un consejero de Agricultura... Y hete aquí que la 'Siembra' de Gallardo (su lema de campaña) no dio frutos. Pese a que parecía que se adueñaban del espacio electoral agrario, fueron incapaces de rentabilizar las protestas de agricultores y ganaderos porque, precisamente, dirigían la consejería del ramo. De liderazgo agrario, ná de ná. O no tanto, vamos. Y en Vox hay temor fundado (también en el PP) a que en las próximas autonómicas cristalice una plataforma agraria y le haga un roto en las urnas.
A eso se unen dos tropezones electorales de Vox aquí. Uno, en las Generales del 23, cuando Mañueco le manducó a Abascal 5 de sus 6 diputados, aumentando la diferencia de votos de los 131.469 de las Autonómicas de febrero de 2022 a 392.754 que le sacó el PP a Vox hace un año. Dos, el de las Europeas, donde siguió la tendencia, con 380.763 votos a favor del PP, y encima le apareció a Vox la competencia de 'Se acabó la fiesta' de Alvise, que en Castilla y León sacó 42.798 votos frente a los 111.412 de Vox.
A estos argumentos electorales, que afectan a Vox en toda España, hay que añadirles la teoría incuestionable de que en un gobierno de coalición siempre el pez grande se come al chico y la grave incongruencia (en esto el que asó la manteca se lo ha currado) de romper en las autonomías, pero no en los ayuntamientos. Vox usa el traslado de menores inmigrantes como argumento para distinguirse del PP, pero se le nota que intenta evitar que se agrande su desgaste electoral. Eso sí, su campaña contra la inmigración no va a parar.
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