Secciones
Servicios
Destacamos
El 17 de octubre de 1920 nacía, en la vivienda familiar de la Acera de Recoletos, Miguel Delibes. Qué lejos estaba nadie de imaginar por aquel entonces que ese niño, el tercero de ocho hermanos, estaba llamado a ser uno de los más grandes escritores que han dado las letras españolas.
Ahora, coincidiendo con la celebración del centenario de su natalicio, es un buen momento para releer a Delibes y para volver a proclamar la excelencia de su obra, que se agiganta con la perspectiva que la otorga el paso del tiempo. Cuando retornamos a sus libros no podemos sustraernos a la evidencia de que estamos ante un escritor singular, que nos ha legado, para nuestra fortuna, una producción literaria de particular entidad que, además, como valor añadido, no ha perdido un ápice de frescura. La calidad de su prosa y el característico universo que Delibes construyó suponen un reclamo, magnético, que nos invita a seguir acudiendo al encuentro de aquellos personajes magistralmente armados que pueblan los textos de quien fuera nuestro ilustre vecino. El Pedro adolescente de 'La sombra del ciprés es alargada', Daniel el Mochuelo de 'El camino', el jubilado Eloy de 'La hoja roja', el Nini de 'Las ratas', el cándido Azarías de 'Los santos inocentes', Carmen de 'Cinco horas con Mario', Cipriano Salcedo de 'El hereje' y tantos otros nos siguen subyugando porque desprenden humanidad y autenticidad. Así lo apuntaba atinadamente Antonio Muñoz Molina, al reconocer que «en la novela contemporánea española no hay miradas o voces más verdaderas que las criaturas inventadas de Miguel Delibes».
Óscar Puente
La vida y la fecunda obra de Delibes no se entienden sin la ligazón que las vincula a su tierra, Castilla, y particularmente a su ciudad, Valladolid, a la que el escritor estuvo unido desde la cuna hasta su último día. Ese idilio del autor con la urbe que le vio nacer fue sólido en todo momento, prueba de lo cual, una de tantas que podríamos esgrimir, es la dedicatoria que abre su postrer novela, 'El hereje', que reza: «A Valladolid, mi ciudad». Y esa querencia de Delibes fue justamente correspondida por sus paisanos, tanto en vida del escritor como tras su desaparición. Efectivamente, don Miguel pudo palpar con profusión la admiración y el cariño que, merecidamente, le declaraban sus conciudadanos y que llevó aparejado que fuera honrado con el título Hijo Predilecto de la ciudad y que se diera su nombre a un colegio, a una calle, a una sala teatral, a un auditorio y a un campus universitario… lo que, a buen seguro, recibiría con una mezcla de agrado y aprensión, porque debido a su carácter, retraído como era, no estaba cómodo en fastos y agasajos en los que él fuera protagonista.
De don Miguel nos seduce la calidad literaria de su obra, pero además nos cautiva su gran talla moral, su sobriedad y la firmeza de sus convicciones, que nos hacen identificarlo como paradigma del hombre castellano de bien. En este sentido, hemos de convenir con el genial poeta gaditano Rafael Alberti que, con motivo de la concesión del Premio Cervantes a Delibes, expresó que su «honradez literaria corre paralela a la de su entrañable personalidad, tan conocida por todos aquellos que lo han tratado alguna vez. Su discreción, su sincera humildad, su tesón en el trabajo, su grandeza humana, tienen obligadamente que reflejarse en su quehacer narrativo como ha quedado demostrado en su admirable obra».
Miguel Delibes, el novelista de Castilla, de Valladolid, que forma parte del plantel de los grandes clásicos de la literatura española, nos ha entregado sobradas razones para que le recordemos, y con más motivo lo hacemos en el año en el que se conmemora el centenario de su nacimiento. Empero, han querido los hados, de natural caprichosos, que en este año 2020 una terrible pandemia haya trastocado, como tantas otras cosas, la programación de numerosas actividades que, con esmero, habían elaborado administraciones públicas e instituciones de diversa índole con ocasión del centenario Delibes. Aun así, y a pesar de las dificultades, buena parte de ese programa se ha podido retomar con las necesarias adaptaciones. En efecto, por ceñirnos a los actos previstos en Valladolid, se inaugurará, tras su paso por la Biblioteca Nacional, una magna exposición dedicada a Delibes, a la que se sumarán otras muestras monográficas, recitales de música, ediciones de libros… en torno al escritor, sobre el que giró también la Feria del Libro de Valladolid y girarán parte de los espectáculos de la presente temporada del Teatro Calderón. En definitiva, aunque la crisis sanitaria ha obligado a recomponer lo que estaba inicialmente previsto, ello no va a ser óbice para que ese centenario Delibes luzca con esplendor.
Óscar Puente
Los actos que conforman esa celebración van a poner de manifiesto que la obra de Delibes y los mensajes que esta contiene son absolutamente actuales, lo que explica, en buena medida, que siga gozando del favor de los lectores, tanto en España como fuera de nuestras fronteras. Esa vigencia se fundamenta, en buena medida, en que no pocos de los grandes asuntos que le inquietaban, y que aparecen plasmados profusamente en sus obras, siguen hoy sobre el tapete. Entre ellos, como ya he señalado en alguna otra ocasión, destaca la peliaguda situación de la Castilla rural y de las gentes que la habitan –con sus efectivos cada vez más mermados y envejecidos–, descarnadamente descrita por el escritor vallisoletano, que se adelantó con lucidez a ese concepto hoy tan traído de la España vaciada. Y, asimismo, resulta oportuno recordar la preocupación que Delibes expresara reiteradamente por el deterioro de la Naturaleza y, en consecuencia, del planeta. Como botón de muestra sirvan estas palabras extraídas de su discurso de ingreso en la Real Academia, que suponen un aldabonazo para las conciencias: «El hombre de hoy usa y abusa de la Naturaleza como si hubiera de ser el último inquilino de este desgraciado planeta, como si detrás de él no se anunciara un futuro».
Feliz aniversario, don Miguel.
Noticia Relacionada
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.