Ricard Sanz, en una foto promocional de su bodega.

Richard Sanz: «Me encantan los arroces y los platos de cuchara»

El enólogo y bodeguero de Rueda defiende las bondades de la elaboración de vinos de una forma sostenible

Sábado, 18 de abril 2020, 09:22

El mundo de vino no tiene secretos para Richard Sanz, enólogo y copropietario de Bodegas Menade, un proyecto basado en una viticultura sostenible y que pone el acento en aspectos como el enoturismo. Amante confeso del buen vino y también de la buena mesa.

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–¿ ... Cómo lleva el confinamiento?

–Lo llevo como puedo. Todos los días acudo a la bodega, ya que el campo no entiende de pandemias y necesita cuidados. Nuestra viticultura exige estar un poco más encima.

–Menade es una clara apuesta por un vino ecológico.

–Nace con ese concepto. Somos ya seis generaciones de viticultores y bodegueros. Este año hacemos nada menos que 200 años en este mundo. Nuestro proyecto supone dar un retorno hacia atrás, a eliminar todo aquello que resulta innecesario y que se realiza por comodidad. Nos hemos olvidado que la viña no es un jardín.

–¿Qué plato marida bien con un vedejo?

–Me gusta más la denominación de verdeja que de verdejo. Depende de su elaboración, del tipo de vinificación que se realice. Hay vinos oxidados que dan la cara con nada menos que alcachofas y espárragos. La verdeja puede maridar perfectamente con pescados, carnes, hortalizas,...

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¿Cuál es su aperitivo preferido?

–No estaría mal una tapita de jamón con un vino añejo de solera de la nuestra zona. Reconozco que soy bebedor de blanco joven de Rueda a la hora del aperitivo o de chiquitear como dicen en el norte. Lo acompañaría con unas ricas croquetas o un pincho de tortilla. Cuando estoy con gente, este tipo de vino joven se bebe muy fácil. En esas situaciones me cuesta tomar vinos más complejos.

–¿Y la sauvignon blanc?

–Esta variedad es más potente que la verdeja. Soy muy aficionado a la cocina asiática y marida muy bien con platos muy especiados.

–En Menade también hacen vino tinto.

–Tenemos un viñedo prefiloxérico de tinta de Toro con el que elaboramos de forma natural, sin adición de sulfitos. Se trata de un tinto que no tiene madera, que está en botella tres o cuatro meses y sale al mercado. La gente suele decir: «Me sabe al vino de mi abuelo». Para mí no puede haber mayor halago.

–¿Es usted cocinillas? ¿Le gusta ponerse a cocinar?

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–Me encanta la cocina, aunque me gustaría poder dominarla más. Disfruto cocinando, pero con una buena botella de vino al lado (risas).

–¿Qué platos le gustan a rabiar?

–Tengo debilidad por los arroces y también por los platos de cuchara. Me decanto más por una cocina más tradicional, de esa en la que no puede fallar un potaje o un cocido.

–¿Cuáles son los homenajes gastronómicos que tiene previsto pegarse cuando la hostelería abra de nuevo sus puertas?

–Tengo varios. El primero, un potaje en El Majao de Sebi. Luego, unos callos en La Barra del Indiano, y tercero, un plato de cuchara y un pichoncito en Lera.

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–¿El enoturismo es una opción cada vez más importante para una bodega?

–Debería ser obligatorio. Nosotros hemos apostado por el enoturismo. Hay una persona que se dedica a enseñar de manera didáctica el proceso, la instalación y el viñedo. Tenemos abierta la bodega al público durante todos los días, menos ahora lógicamente por la situación que atravesamos. Es un servicio más. Cada vez tenemos más visitas y ello acarrea además más ventas.

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