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Superado ya el ecuador de la decimoctava edición del Festival de Teatro Clásico en Olmedo, esta jornada arranca una serie de obras más orientadas a la comedia pura, a un sentido del humor que permitirán asegurar que el público abandone el certamen este domingo con ... una sonrisa de oreja a oreja. De ello se encarga este jueves Chapitô, que a partir de texto de Plutarco, Shakespeare y otros autores busca reírse de la solemnidad histórica de una figura trascendental de la humanidad; Julio César.
«Nos interesa desprestigiar a este referente como hicimos en su momento con Napoleón», explica Susana Nunes, integrante de Chapitô. «Queremos acercar a estas figuras más a la gente normal, estamos convencidos de que nuestras aproximaciones a la comedia desde el escenario, el cuerpo y el movimiento de los actores harán que el público se divierta».
Junto a Jorge Cruz y Pedro Diogo, Nunes trabaja un texto a cargo de Brenda Escobedo y dirigido por José C. García y Cláudia Nóvoa en busca de los aspectos más absurdos de la narrativa: «No hay demasiada preparación en cuanto hacemos, mucho ha salido improvisado, y jugamos a explotar las posibilidades del humor físico pero también del humor de situación», expone la actriz.
En la obra, Julio César es el elemento central, pero hay un trabajo similar a la hora de construir la comedia en torno a otros de los personajes que aparecen en ella: «Craso, por ejemplo, un personaje codicioso que todo lo quiere, se presenta como un hombre con voz de niño, que camina de forma extraña y que cuando va a caballo no se sabe bien quién de los dos habla», ríe Nunes. Los tres actores se reparten a los diferentes personajes con ese objetivo común de desacralizarlos, de bajarles de su pedestal.
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«Con esto queremos mostrar que la ascensión meteórica y política de Julio César fue producto de un contexto histórico y circunstancial del que formaron parte muchas personas», desgrana Nunes. «Nuestro trabajo pasa por quitarle la solemnidad y jugar con él, ponerle al nivel de nuestros vecinos, de quienes están esperando a pagar en la cola del supermercado...», enumera. «Son personajes con sus ambiciones, sus inseguridades y sus problemas, que no están tan alejados de la gente cotidiana como nos podría parecer».
La reflexión que suscita este aparentemente liviano tratamiento es mucho más profunda: «Abordamos a los personajes históricos de manera respetuosa; han vivido sus vidas en contextos sociales y políticos muy diferentes del nuestro, pero no queremos dejar de notar que tenemos una cultura muy patriarcal, de hombres blancos, poderosos y heterosexuales», señala la actriz. «La historia está llena de episodios repugnantes, tristes y patéticos protagonizados por estos prohombres, y con nuestro acercamiento facilitamos una forma de cambiar la perspectiva».
«Queremos suscitar las preguntas de cómo sería la historia si no hubieran sido ellos nuestros protagonistas, nuestros referentes», agrega. «Julio César o Napoleón fueron inteligentes y aprovecharon sus oportunidades, pero para que haya superhombres es necesario, por fuerza, que también haya simplemente hombres».
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