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En el País Vasco La monja alférez' es un personaje «conocido a la altura de otros personajes andaluces o castellanos en su territorio», valora Daniel Alonso de Santos. El director se nutre de esta leyenda cuyas gestas han sido convenientemente literaturizadas para su apuesta este ... lunes en Olmedo Clásico, un texto versionado a partir de un libreto de Juan Ruiz de Alarcón en el que Alonso de Santos reflexiona sobre la cuestión 'trans' a través de una obra protagonizada por María Fontanals.
«Al leer esta obra me di cuenta de que los temas del Siglo de Oro, que ya de por sí son muy actuales, en este caso resultaban sorprendentes», revela el director. «Es una historia parecida a la de la heroína china Mulán: una novicia aquí escapa del mundo eclesiástico y se va a las Américas haciéndoe pasar por hombre: estamos ante uno de los primeros casos en los que un personaje femenino se viste como uno masculino, y además no solo va a la guerra sino que deviene uno de los soldados más fieros para su majestad el Rey».
Para el director, leer la obra fue darse cuenta de que «no había que cambiar nada de su contenido», aunque las obligaciones de los tiempos, los ritmos y la economía narratica le obligaron a reubicar escenarios, situaciones y personajes, amén de cambiar un final que apuntaba a una segunda parte que Ruiz de Alarcón, que se sepa, nunca hizo.
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Jesús Bombín
Con el ánimo de contemporizar la historia, el arranque se desarrolla en un piano-bar queer donde se narra la historia de esta monja alférez: «Su leyenda es más importante que la de la propia obra, si bien esta tiene innegables virtudes que buscamos potenciar y evidentes limitaciones de forma que tratamos de aliviar». Un maestro de ceremonias que resume pasajes a base de canciones, rupturas de la cuarta pared y otros ardides narrativos contribuyen a esa sensación de ligereza que se ha buscado trasladar a partir de un original de cuatro horas de duración, aquí de apenas noventa minutos, para situar y centrar mejor al público asistente de la 18 edición de Olmedo Clásico.
En la lectura que de 'La monja alférez' hace Daniel Alonso de Santos se ha identificado este texto como «una de las primeras obras que giran en torno a los temas del género». Y no es que, en sus palabras, se haya querido hacer una defensa de estas identidades o de la cuestión 'trans' «por ser moderno; sino porque permite dar la visión actual de un caso insólito: «El rey, al descubrir que se encuentra frentre a un activo importante, le da permiso para ser un hombre», explica. Un caso pionero del Estado mismo en conceder este permiso a un cambio de sexo reconocido oficialmente.
«Puede haber un espectador más tradicional al que no le guste este tipo de propuestas», asume Alonso de Santos; «pero es que la obra artísticamente es muy interesante, y de la misma manera que es muy estimulante descubrir que Picasso no se inició con el cubismo sino con la pintura tradicional, entusiasma encontrar ya lecturas de género en estos textos tradicionales».
La compañía Teatro Círculo de Nueva York es también especialmente sensible a esta clase de cuestiones: «Allí es un tema de justicia, más que social, y por ley debe haber diversidad, no es algo que resulte opinable», señala el director. Con todo, sus pretensiones estéticas aventajan notablemente a las intenciones políticas: «Queremos gustar, más que enseñar, anteponemos el arte y la creatividad aunque con ello también nos pronunciemos ideológicamente». Sin embargo, no se sube al púlpito para entonar sus temas: «Preferimos mirar a los espectadores de frente, en vez de desde arriba, no impartir clases sino compartir aquello que nos gusta, y en este caso el grito contra el muro no es mío ni de la compañía, sino de la interpretación del autor en torno a un personaje histórico al que hemos querido representar».
La obra, que arrancó con una actriz no binaria, hoy viene protagonizada por la intérprete cis María Fontanals: «Ha hecho un trabajo extraordinario e impresionante de investigación en lo artístico, sociológico e histórico; algo absolutamente admirable».
Este mismo lunes, a las 18.00 horas, el centro de Artes Escénicas San Pedro acoge una mesa redonda del Instituto del Teatro de Madrid con Chema Esbec a la cabeza en la que se debate sobre Calderón de la Barca y sus intenciones artísticas, literarias y políticas a partir de la obra 'El sitio de Breda'. El encuentro, de entrada gratuita hasta completar aforo, aborda una de las piezas menos representadas del autor de 'La vida es sueño' y plantea preguntas sobre la guerra, el pasado, el presente y otras de las inquietudes calderonianas por excelencia.
«Es una producción de una gran puesta en escena, que nos ha sido imposible trasladar a Olmedo Clásico en su totalidad», explica Esbec. Por ello, se propone en el marco formativo de este encuentro un coloquio donde se entrevén algunas de sus escenas clave. A diferencia de otros directores, que se precian de haber mantenido el texto original para que sea el espectador quien concluye reflexiones contemporáneas a partir de los versos clásicos, Esbec acomete una reescritura actual abierta y completa: «Nuestros límites eran mantener parte del texto primigenio e introducir en algún momento, de manera poética, el cuadro de 'Las lanzas' de Velázquez en escena».
Esbec advierte que, a diferencia de otros textos posteriores y más pulidos de Calderón de la Barca, el de 'El sitio de Breda' es «prolijo, pesado, muy epopéyico, nacionalista y sun apenas unidad de acción». Por ello, han optado por extraer de su estudio y su análiis las preguntas concretas que, en su tiempo, se hiciera Calderón, y trasladarlas al siglo XXI: «Podemos resignificar esta dramaturgia de manera contemporánea, y lanzar reflexiones sobre el contexto bélico en el que estamos enmarcados». Unas inquietudes que parten de aquellas vertidas por Calderón a propósito de la Guerra de los Ochenta Años, y que encuentran su eco en los conflictos actuales de Ucrania o Gaza, entre otros.
«Es un proyecto que parte de la idea de Spínola y la estrategia militar, pero también del lado humano a partir del personaje de Flora, complejo y femenino, recurso habitual de Calderón para buscar la empatía», señala.
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