Misterios en torno a la identidad de Valladolid

«He pretendido buscar un equilibrio entre la alta divulgación y el rigor histórico», defiende Burrieza, colaborador de El Norte de Castilla y profesor titular de Historia Moderna en la Universidad de Valladolid. El libro compendia diferentes misterios «históricos e irresolubles en torno a la identidad de la ciudad». Una base teórica sobre la que se esconde una reflexión historiográfica que traspasa las épocas demarcadas: «La obra alude a la mentalidad de los vallisoletanos en torno a un tiempo que no era científico, donde las creencias eran lo más importante».

Y en nuestra historia es insalvable el peso de la religión establecida y la Iglesia Católica. Donde hoy prima la importancia del cambio climático o los pronósticos meteorológicos para explicar las inclemencias del tiempo, antaño lucían las rogativas o las imágenes milagrosas. La convivencia de la vida con el tránsito a la muerte se encontraba también muy presente, traducida en la recurrente obsesión por la salvación de las almas («Antes nos sentábamos en las tumbas de nuestros mayores para estar más cerca de ellos»), los cuerpos incorruptos o las historias inventadas en pleno Barroco sobre patronos de Valladolid, insoslayablemente milagrosas: «Entonces no se cuestionaban, al menos no oficialmente», señala Burrieza. Este gusto por el relato que inspirara posteriormente a tantos artistas locales en sus respectivas disciplinas (desde grabados hasta poesías) ha conformado generación tras generación una nueva manera de transmitir la historia de una ciudad: la de sus mitos, la de sus narraciones, entremezcladas con ese adictivo 'punto ciego' que no nos permite esclarecer del todo un misterio en torno a cualquier aspecto concreto de la ciudad, y a la que nos hace extrañamente apegados y, pese a ello (o, más bien, por ello), denodados defensores.

Por ello aborda la 'Guía Misteriosa' numerosas teorías e historias en torno tanto al nombre (los dos nombres, si contamos Pucela) de la ciudad, como a sus mitos más extendidos (los motivos de una catedral inconclusa y su vínculo con Juan de Herrera) pasando por alguno de sus personajes más pintorescos (el exorcista que pasó una temporada en nuestro Colegio de los Ingleses) y un sinfín de pequeñas tramas a lo largo del tiempo que se desarrollan sobre un único escenario; Valladolid, dotando así al territorio de una suerte de tradición literaria. Tanto en forma como en fondo; por todo lo que se ha fabulado en torno a la autoría de las obras de Shakespeare con respecto a su colega Marlowe, a partir de un misterioso alias recogido precisamente en el ya mentado Colegio de los Ingleses. Otra de las víctimas más recurrentes es el propio Cervantes, cuya implicación en torno al asesinato de Gaspar de Ezpeleta alimentó, como una madre a sus polluelos, «esa sugestión en torno a las noches que provocaban inseguridad y miedo», apunta Burrieza.

«Para que los vallisoletanos se acerquen a su historia sin perder el rigor», defiende el autor, «tienen que entender que en este libro se recogen percepciones y creencias, misterios y leyendas urbanas, muchas de ellas transmitidas generación tras generación de padres a hijos». Muchas de ellas, señala el propio escritor, producto de una sociedad que resultaba notablemente sacralizada hasta que la evolución secular propia del siglo XIX comenzó a empapar todos y cada uno de los ámbitos que conformaban la esfera pública y privada de cada ciudadano.

Con un diseño más comercial y el mapa de Ventura Seco de fondo de 1738, esta 'Guía misteriosa de Valladolid' aporta como novedad, de cara a los lectores de ediciones previas, capítulos inéditos sobre la Semana Santa, la antigüedad de las cofradías o la fecha de la primera procesión de Viernes Santo. Este proyecto de Burrieza se enmarca además en uno mayor y más ambicioso, que el autor confía en que verá la luz pronto: una 'Guía misteriosa de la provincia de Valladolid'.