El cocodrilo que surgió del Sequillo en Rioseco
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Valladolid secreta ·
La leyenda narra que en Medina todas las noches un reptil destruía las obras de la iglesia de Santa María. Descubrimos la realidad tras la historiaCuenta la leyenda que durante la construcción de la iglesia de Santa María de Mediavilla, de Medina de Rioseco, surgió del Sequillo un terrible monstruo que noche tras noche destrozaba las obras del templo. Los habitantes de la Ciudad de los Almirantes buscaron desesperados a ... quien se encargara de dar muerte a la criatura. Ante la falta de voluntarios entre los hombres libres buscaron a un preso que quisiera abatir a la bestia a cambio de la libertad. Solo uno se mostró dispuesto. Armado con una lanza y un escudo en el que se podía reflejar. Así, consiguió abatir al cocodrilo en el momento en que el animal se disponía de nuevo a destrozar la obra de la iglesia. El reptil se reflejó en el escudo el preso, se asustó ante su propia imagen y el hombre pudo alancearle. De esa manera acabó con el monstruo y alcanzó la libertad.
Esta es la famosa leyenda del cocodrilo del Sequillo que no se cansan de contar en Medina de Rioseco para dar una explicación a la piel de reptil que luce en la Iglesia de Santa María. Sin embargo, la realidad es algo más prosaica. La historia habla de un indiano, Manuel Milán, que al volver de América en el siglo XVIII como un hombre rico -hasta llegó a ser alcalde de Puebla, en México- decidió donar a la iglesia la piel de reptil como exvoto. Una vez allí la parroquia decidió colocar la ofrenda a la puerta del templo y ahí lleva 300 años. De esa manera Milán alcanzó la inmortalidad a pesar de que su donación no es, ni mucho menos, original.
Son decenas las pieles de reptiles que se encuentran repartidas en iglesias, monasterios o ermitas a lo largo y ancho de España. El santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta (Córdoba), la catedral de Sevilla, la colegiata de Berlanga de Duero (Soria), la ermita de Sonsoles (Ávila) o las iglesias (Santiago de la Puebla, Salamanca), del Patriarca (Valencia), de San Gines (Madrid) son algunos de los ejemplos de templos que conservan una piel de cocodrilo o de caimán.
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José María Fernández, guía de la Iglesia de Nuestra Señora de Mediavilla, explica que en Rioseco desde pequeños se conoce la leyenda del cocodrilo. «Mucha gente lo que no conocerá será la historia real», explica. «La leyenda nos la han contado siempre». Ante la duda de si el animal se trata de un cocodrilo o de un caimán, José admite que no lo tiene demasiado claro: «Me pierdo un poco, mucha gente me ha dicho que es caimán, por el tamaño sobre todo, pero he oído de todo».
En Rioseco han sabido sacar partido de tan peculiar exvoto. Durante Las Edades del Hombre se comenzaron a comercializar dulces con la forma del reptil y hasta colgaron de la fachada del local que creó la imagen del cocodrilo para reproducirla en diferentes soportes. Y allí sigue, en la Calle Mayor, vigilando a los paseantes. Esa escultura se realizó en 2011 en Filipinas y se colocó en mayo de ese mismo año ante la mirada curiosa de los riosecanos, sobre todo niños, que «tuvieron que arriesgarse a introducir su mano en las fauces del animal para conseguir un caramelo», según publicó La Voz de Rioseco.
Desde aquellas Edades compartidas con Medina del Campo también se comercializan en la villa riosecana motivos decorativos con la forma de tan célebre reptil: dedales, llaveros o pisapapeles de bronce, entre otros souvenires, que se pueden adquirir en otros puntos de venta de la localidad como, por ejemplo, en los museos.
Pero la iglesia de Santa María -una de las tres parroquias con las que un día contó Medina de Rioseco- encierra más tesoros que el exótico exvoto. En su interior se encuentra la que un día fue descrita por Eugenio D'Ors como «la capilla sixtina castellana» debido a que contiene una narrativa similar: la capilla de los Benavente, una de las joyas de esta iglesia y de la provincia de Valladolid que también cuenta con un espectacular retablo mayor.
La capilla de los Benavente fue el encargo de un banquero riosecano del siglo XVI llamado Álvaro de Benavente. Decidió gastar su fortuna en su salvación particular «lo propio en la época», puntualiza José. Para ello, adquirió la sacristía de la iglesia y la transformó con la intención de que toda su familia fuera enterrada allí. «Su particularidad reside en su narrativa», explica José «es como un catecismo». La historia del hombre se encuentra representada en esa capilla y cómo es el camino a la salvación tal y como pretendía Benavente con su construcción. Finalmente, solo fueron enterrados allí su hermano y él. El propio Álvaro de Benavente y Diego de Palacios.
A pesar de que la leyenda del cocodrilo cuenta como el reptil retrasaba la obra una y otra vez la iglesia se construyó «en relativamente poco tiempo. Unos cuarenta años», cuenta el guía. Y es que su construcción se inició en 1490 más o menos y en 1540 estaba casi acabada. Se trata de una iglesia de transición del gótico al renacimiento de la que solo se conoce la autoría de la parte final. La del palentino, Gaspar de Solórzano. Se dispone en planta de salón, por tanto las naves se encuentran la misma altura y no existe crucero. La bóveda estrellada se trata de una particularidad de la época que define el paso del gótico al renacimiento. Asimismo, las nervaduras son más complejas porque son decorativas, no estructurales, ya que el edificio se sujeta con los contrafuertes.
La iglesia de Santa María tiene la advocación de la Asunción de modo que su nombre real es Santa María de la Asunción aunque en Rioseco todo el mundo la conoce como Santa María de Mediavilla porque se encuentra en el centro de la localidad. La Asunción sería también el tema principal del retablo que preside el templo en recuerdo a su advocación. Sin embargo, una piel de cocodrilo trasladada desde las Américas en el siglo XVIII roba el protagonismo al arte que guarda esta iglesia y que merece la pena descubrir.
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