![La traducción de 'Hojas de hierba'](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201906/14/media/cortadas/libros-walt-kxmB-U80503652368IaH-624x385@El%20Norte.jpg)
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Traducir 'Hojas de hierba', de Walt Whitman, es un reto formidable. En primer lugar, por su volumen. Su primera edición se publicó en 1855, pero Whitman fue ampliándola hasta su muerte: la última, de 1891, se conoce como la «edición del lecho de muerte», ... porque vio la luz unos meses antes de que su autor falleciera, en 1892. Esta edición –tal como la recoge Justin Kaplan en 'Walt Whitman. Complete Poetry and Collected Prose'– suma 389 poemas y 490 páginas. Si traducimos también la versión de 1855, que presenta diferencias significativas con la de 1891, el número de páginas crece hasta 608. Y si le añadimos los olvidables poemas de juventud y la poesía fragmentaria y dispersa que Whitman no quiso o no supo recoger en las sucesivas ediciones de 'Hojas de hierba', se acerca a las 700.
Otra grave dificultad de la poesía de Whitman son las peculiaridades de su vocabulario, y no solo porque describan la realidad, ya lejana, de un país en construcción, sino por sus muchos neologismos, con los que pretendía dar forma a su particular visión del mundo, tributaria de un conjunto heteróclito de credos e intereses, en el que confluían el trascendentalismo de Emerson, la doctrina cuáquera o la frenología. El afán por adecuar expresión y pensamiento hace muy difícil, a veces, encontrar las correspondencias apropiadas en castellano; con frecuencia, no existen. Whitman habla, por ejemplo, de «adhesividad» y «amatividad», de «eídolos», «afflatus» y «camerados». A ello se suma el espíritu democrático de su lenguaje, que condice con la épica democrática de su poesía, y que le impulsa a utilizar todo el abanico léxico, desde cultismos y arcaísmos hasta vulgarismos o jergas profesionales: por ejemplo, la de la carpintería, el oficio de su padre –en un verso incluye una palabra tan chirriante como «machihembrado», que yo he preferido traducir por «ensambladura»–, o la de la tipografía, que él mismo ejerció en su juventud.
Señalo una tercera característica de 'Hojas de hierba' que dificulta su traducción: el ritmo que imprime su voz, un ritmo dilatado, a menudo versicular, enumerativo; un ritmo en el que se conjuga el sosiego de la dicción amplia, pensada para la tribuna o el ágora, y la velocidad que suscita la acumulación de sucesos, lugares y personajes. Sus poemas aparecen, así, siempre encabritados, siempre montuosos, siempre zarandeando las palabras, exprimiéndolas. En su génesis se encuentran la Biblia, la epopeya antigua y la ópera, de la que Whitman era un amante apasionado, y sin la cual no habría escrito 'Hojas de hierba'. Una dificultad singular son las repeticiones, frecuentes en Whitman, pero que deben encajarse en el molde del castellano, un idioma más austero y hasta hostil a ellas. Otra es la puntuación, sumamente imprecisa, si no errónea; pero ajustarla –traducirla– no puede interrumpir la concatenación alborotada, aunque casi siempre esticomítica, de la poesía del norteamericano, ni desvirtuar su flujo hímnico, que es una de sus mayores potencias. Es vital, asimismo, preservar la complejidad del fraseo de Whitman, tan proustiano, con sus enumeraciones, sus cláusulas prolijas, sus incisos, paréntesis y ramificaciones, a pesar de que a veces la sintaxis se enreda hasta tal punto que uno ya no sabe cuál es el antecedente, o el sujeto de la oración, o a qué califican los adjetivos. No acaban aquí los problemas: a veces, se ignora a qué género traducir los términos empleados por Whitman (como ese 'hugging and loving bed-fellow' que Borges supone mujer –«la compañera amorosa que comparte mi lecho»–, pero que hay las mismas razones para pensar que se trata de un hombre; es más, conociendo la vida de Whitman, es casi seguro que se trata de un hombre) o, más a menudo todavía, a qué número hacerlo, singular o plural. ¿Se dirige Whitman a una sola persona, a un individuo, a otro yo tan único el suyo, o más bien, como poeta épico que es, a una pluralidad de oyentes, a una multitud de ciudadanos, a la comunidad potencialmente infinita de lectores?
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