«Escribir es una enfermedad»

Sin duda uno de los grupos de cartas más interesantes y donde se muestra la personalidad empática del poeta son las que dan cuenta de su actividad como enfermero voluntario durante la Guerra de Secesión americana. El origen de este voluntariado fue el impacto que recibió mientras buscaba por los hospitales militares a su hermano George que se había alistado voluntario en el ejército de la Unión y había sido herido en la contienda. La visión de una inmensa pirámide de pies, brazos, piernas, restos humanos procedentes de las numerosas amputaciones y amontonados bajo un árbol y la de «la belleza de todos esos jóvenes entregados a la agonía y la muerte» le causaron tal impresión que durante toda la guerra se dedicó a peregrinar por su cuenta de hospital en hospital ofreciendo consuelo, conversación, cariño a los soldados heridos. Les ayudaba a escribir cartas a sus familiares y, a menudo, cuando los jóvenes morían, escribía a sus padres informándoles de sus últimos momentos, de cómo se sintieron aliviados con su presencia que, como afirmaban los médicos, les proporcionaba un beneficio que ni la cirugía ni las medicinas podían sustituir.

Otro grupo importante de cartas son las que tienen como destinatarios a los jóvenes con los que mantuvo una relación estrecha emocionalmente hablando. Principalmente Peter Doyle y Harry Stafford con los que mantuvo dos relaciones sucesivas y largas. Ambos mucho más jóvenes que él fueron sus protegidos, sus 'hijos' como a menudo los llamaba.

Apenas hay en las cartas referencia a su poesía, nada de teorías sobre la creación poética, ni acerca de la gestación de sus cantos. Si acaso alguna noticia relacionada con las ediciones, o alguna impresión más concreta como la que escribe a su amigo William D. O'Connor cuando está a punto de publicarse 'Redobles de tambor', escrito durante la guerra: «El libro, por tanto, es de una tristeza sin precedentes (fiel reflejo de estos días que vivimos, ¿no es así?), pero también posee la potencia de la trompeta (…) además de una cadencia de la más dulce camaradería y amor humanos», escribe.

Ralph Waldo Emerson, su editor en Inglaterra William M. Rossetti (hermando del pintor prerrafaelita), Oscar Wilde… fueron algunos de sus corresponsales. Pero más allá de la personalidad de estos lo interesante de su monumental correspondencia es el retrato de sí mismo que hace en sus cartas, una auténtica autobiografía que completa y ofrece nuevas perspectivas a su obra poética.