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Alfonso Fernández Mañueco dejó que Vox sucumbiera a su propio órdago, recibió la dimisión de Juan García-Gallardo con cordialidad, que en breve será portavoz ... opositor y tampoco hay que buscar más enemigos de los necesarios, destituyó a dos consejeros, se quedó con otro, reorganizó su equipo y pasó página. Adiós a las coaliciones. De Ciudadanos solo queda un rescoldo sin partido, Francisco Igea, y de Vox, 13 procuradores que nunca apoyarían una moción de censura que desembocara en un Gobierno de izquierdas. «No he pensado en adelantar elecciones», aseguró Mañueco. Porque los 13 de Vox, entrampados por ese compromiso de bloquear el paso a la izquierda, pueden ser un incordio antilegislativo, pero no un riesgo para su supervivencia al frente del Gobierno.
Ya no existe Vox en el diagrama político de Alfonso Fernández Mañueco. Es pasado. El próximo jueves, tras las tomas de posesión, en el Consejo de Gobierno solo habrá un color. Con Isabel Blanco, la que personaliza el detonante de la ruptura, porque fue la consejera que participó en la conferencia sectorial en Canarias, encumbrada a vicepresidenta. Con María González de vuelta a Agricultura. Con dos caras nuevas en Industria, Leticia García Sánchez, y Movilidad, José Luis Sanz Merino. Y con Gonzalo Santonja, el consejero de Cultura de Vox, reconvertido a consejero de Cultura del PP.
«En febrero y marzo de 2022 ya dije que quería un Gobierno en minoría con pactos puntuales», recordó Mañueco en la sala de Mapas de la Junta, rodeado de su equipo. Pero Vox quería entrar entonces en los gobiernos, dejar de ser un 'outsider' para coger responsabilidades ejecutivas y empezar a gestionar, a mostrar otra cara. Ese afán le ha durado 822 días. Mañueco transigió entonces a última hora pero hoy, 1.718 días de su primera investidura, al fin es un presidente sin socios.
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En su intervención, el presidente de la Junta escogió las palabras con mucha intención. Concisa, al turrón, con reorganización del Ejecutivo incluida. Para transmitir, de entrada, la «estabilidad del Gobierno». Y dejar, de paso, mensajes añadidos. Como cuando dijo: «Tras esta decisión he conformado un nuevo Gobierno que mantiene las diez consejerías y suprimimos la estructura de la Vicepresidencia y sus tres altos cargos, con la consiguiente reducción de costes y de personal». Lo de «reducir el gasto político superfluo» de Vox, reconvertido en «reducir el gasto superfluo que suponía Vox» en una Vicepresidencia que siempre tuvo más carácter político que funciones muy definidas.
Y otro mensaje, más sutil. «Niños y niñas no acompañados». Lo repitió en varias ocasiones. No «menas». No «menores extranjeros». Solo «niños y niñas no acompañados», despojando al asunto de connotaciones xenófobas. «Esta comunidad viene acogiendo niños y niñas y cuando hay una situación crítica en una parte de España, como Canarias, Castilla y León está siempre a su lado. Más cuando se trata de niños y niñas que no tienen compañía. Lo hemos hecho en 2021, 2022, 2023… Y lo haremos en el año 2024», insistió. Lo que no evitó que criticara la política de Pedro Sánchez sobre inmigración, que «navega entre la improvisación y la incompetencia», matizó.
Pero eso, Sánchez, es otra batalla. Esta vez, el presidente de la Junta apenas esbozó una crítica al que es habitualmente su blanco favorito en el hemiciclo. Lo que tocaba era Vox. Y Vox queda tocado. Roto. No solo por la deserción de Gonzalo Santonja, el consejero que insistió en incoar el expediente de Bienes de Interés Cultural para vestigios franquistas. También porque Mariano Veganzones, el consejero activista, el hombre de las pulseras de España y de Vox y de las gorras trumpistas con el 'Make America Great Again', comunicó que dejaba el partido, según adelantó el diario 'ABC'. El propio Veganzones lo confirmaba después a El Norte. Comunicó la baja al partido antes de las ocho de la mañana. «He preferido ser coherente conmigo mismo y creo que no se ha acertado ni en los tiempos, ni en las formas, ni en el fondo», señalaba. Para el ya ex consejero de Industria, «es una oportunidad perdida que no se va a poder reproducir» y se ha tirado «por la borda» mucho trabajo.
Poco después se comunicaba la misma decisión por parte de Gerardo Dueñas, ya ex titular de Agricultura. «Su intención es volver a su anterior puesto de trabajo y, por tanto, acaba de dimitir de su cargo como vicepresidente del Comité Ejecutivo Provincial de Vox en Palencia y ha formalizado su baja del partido», explicaban desde su gabinete de prensa.
Ni Veganzones ni Dueñas pudieron hablar con Mañueco sobre su posible continuidad en el Gobierno. No hubo lugar. «He aceptado la dimisión del vicepresidente y su cese se publicará en el Bocyl junto a los de Industria y Agricultura. A todos ellos les he transmitido mi afecto personal y mi agradecimiento por su trabajo, dedicación e implicación con Castilla y León», anunció Mañueco. Y le preguntaron. ¿Cese a petición propia, es decir, dimisión, o cese por voluntad ajena, o sea, destitución? Mañueco endureció el gesto. «El vicepresidente ha tenido la deferencia de entregarme la carta de dimisión personalmente, se lo agradezco. He hablado con los otros tres y los otros dos han sido cesados». Punto. Ahora, en su mano y en la de Carlos Fernández Carriedo y la nueva consejera de Industria, Leticia García, está la reconstrucción del Diálogo Social. El relato se hace solo. Vox lo quebró, el PP de Mañueco lo recupera.
El encuentro previo entre Mañueco y García-Gallardo sirvió para mantener una cordialidad personal que ambos han defendido siempre. Y eso es positivo para el presidente de la Junta si se tiene en cuenta el papel que va a jugar el de Vox a partir de ahora, como portavoz de su grupo parlamentario. Como ejemplo significativo de lo ocurrido, basta con ver que la crítica de Juan García-Gallardo al PP fue en todo momento en clave nacional, del mismo modo que Mañueco se refirió siempre al error «incomprensible» de la dirección nacional de Vox. Gallardo anunció una oposición con objetivos claros y, eso sí, con cuentas pendientes que saldar. Por un momento volvió al atril de la sala de prensa de los consejos de Gobierno el protocolo antiaborto. «Algunos incumplimientos [del PP] son fruto de las medidas que hemos anunciado en esta sala, como dar más alternativas en la defensa del derecho a la vida», recordó. Y en la mochila de acuerdos pendientes están los proyectos legislativos ralentizados durante más de dos años, la de violencia intrafamiliar o la recientemente registrada ley de concordia.
Proyectos legislativos que ahora están en el aire. Mañueco se limitó a constatar que todo eso formaba parte de un pacto que ahora se ha roto. Mejor dicho, que han roto otros. Por lo que su única guía a partir de ahora es su discurso en el debate del estado de la comunidad. Lo que equivale a decir que será el PP el que marque su propia línea sin tutelas ni exigencias de nadie.
Juan García-Gallardo habló «en primera persona». Y eso es significativo porque en Castilla y León y en el resto de comunidades había muchas dudas sobre qué harían con sus cargos los demás consejeros. «Los consejeros de Agricultura (Gerardo Dueñas) e Industria (Mariano Veganzones) me trasladaron que entramos juntos y salimos juntos, y Gonzalo Santonja iba a tomar una decisión en el mismo sentido», intuyó cuando acabó el Consejo de Gobierno el jueves. No fue así. Ahora su inclusión en el grupo parlamentario, también por decisión del Comité Ejecutivo Nacional, obliga a recomponer el escenario a Vox, amenazado por su derecha por la irrupción de Alvise Pérez y ya sin voto en el Consejo de Gobierno. Como un partido de oposición sin demasiado margen para exigir al que fuera su socio. Un socio que ya ha pasado página.
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